Cap 5 Parte 2/3

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–Debería tomar una ducha je, je, je –dijo rascándose la nuca.

–Me molesta –dijo sin pensar y no dejo que la morena se retirara, la jalo a la cama, para acostarse usando el brazo de Adaya para dormir –buenas noches.

–Ceres...

–No quiero tener pesadillas de nuevo –sentenció.

–Está bien, buenas noches –susurro antes de rodear la cintura de la omega, quien se sintió sumamente feliz de ese acto.

Ceres abrió los ojos y vio al otro lado de la cama donde no había nadie. Suspiro y se levantó, al pasar por la sala noto como Adaya dormía tranquilamente. Camino al cuarto de lavado y noto las camisas usadas de la morena, algo dentro de ella la hizo tomar una y olerla profundamente. No se explicaba porque se sentía tan reconfortada al hacer eso y una loca idea paso por su cabeza, se sacó el pijama y se colocó la camisa. La textura era suave, a ella le quedaba un poco grande, pero lo que más le gustaba era que tenía la esencia de Adaya. Camino sigilosa y volvió a su habitación para dormir profundamente.

...

–¿Hola? –una adormilada Adaya contestaba su teléfono –¿Qué? No, bueno si... pero... no, a ella tampoco la he llamado... si, si lo se... está bien, te veo allá –al mirar el reloj vio que era demasiado temprano, sin mucho ánimo se levantó, el sofá no era tan cómodo como la cama y mucho menos sin la presencia de Ceres.

Estaba buscando entre su ropa algo que ponerse y noto que le faltaba una camisa entre las sucias, tal vez la dejo en la habitación, estaba por entrar, pero lo pensó mejor, tal vez podría despertar a la dueña y no quería eso. Después le preguntaría. Saco el móvil y le marco a Sergei.

–Hola, sí, sí sé qué hora es, pero necesito algo urgente... no, te veo en el norte... si, adiós.

...

–Yo te cuido...

Ceres abrió los ojos con el sonido de su alarma. Con la camisa puesta de la morena había soñado que estuvo entre sus brazos como la noche anterior, protegida y libre de pesadillas. Se estiro en la cama, se ducho y se alisto para el día, pero al salir de su habitación se encontró con la sala vacía. Adaya no estaba por ningún lado, aunque su maletín seguía ahí junto al resto de sus cosas. Por fin al buscarla por todo el departamento dio con una nota sobre la mesa de la cocina: "Tuve que salir antes, te veo en la cafetería".

–Tonta, al menos me hubieras despertado para despedirte –entonces la dueña fue consciente de sus palabras y un gran sonrojo la invadió.

Ella misma había notado que en los últimos días quien guiaba sus acciones era su instinto y no su razón, algo que no le había pasado durante sus 23 años de vida, ni siquiera cuando conoció a Ch... apretó los puños intentando no recordar ese nombre e inconscientemente llevó una mano a su cuello.

...

–Buenos días madam –la morena se encontraba nuevamente en la parte norte, ahora en un restaurante muy hermoso situado en la azotea de un alto edificio. Está vez había tenido que vestir aún más formal que ayer, pues hasta llevaba una corbata y saco.

–Buenos días Adaya ¿cómo te encuentras hoy?

–Estoy bien gracias –miro a la elegante mujer frente a ella, era una dama madura vestida con un costoso vestido y joyas que bien podrían mantener a una familia promedio por tres años, un par de hombres alfas servían de guardaespaldas a unos metros de ella.

–Diego me informo de tu último contrato y tuve oportunidad de ver la publicidad, me parece excelente –la mujer no tardó en darse cuenta de algunas leves marcas, pues los moretones de hace unos días ya casi estaban sanados. –¿Te has vuelto a meter en problemas?

El deseo de la estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora