Capítulo 8 Cuéntame un cuento (parte 1/2)

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Tom caminaba como todas las mañanas al trabajo, había dormido bastante por lo que sus fuerzas estaban más que recuperadas, se sentía feliz y tranquilo, incluso compro unas flores para llevarles a sus compañeros y así adornar la barra o las mesas.

–Buenos días –saludo encontrando a Damián quien bostezaba.

–Hola Tomy –dijo el joven castaño.

–Me alegra verte tan temprano –le sonrío extendiéndole un clavel blanco que el ojiverde tomo gustoso para olfatearlo y sonreírle.

–Ajamh –un rubio se aclaraba la garganta al ver tal escena.

–Oh, buenos días Arthury, no te pongas celoso, también traje una para ti –le extendió un clavel rojo y el beta se sonrojo.

–Gracias –dijo por lo bajo.

–¿No les parece una hermosa mañana? –decía casi suspirando y Dam lo miro como analizando.

–Tú ya sabías que Adaya se fue ¿cierto? –el robusto hombre sonrió aún más.

–Ayer por la noche Sergei me mandó un mensaje diciendo algo, pero me lo acabas de confirmar –dejo las otras flores en la barra –¿dónde está la señorita Ceres?

–Se refrío, dudo venga, así que hoy yo estaré a cargo –ahora sonreía con malicia el ojiverde.

–Y pensé que hoy sería un buen día –le sonrió mostrando los caninos y Dam hizo un gesto infantil, el rubio mejor se apartó para preparar té. La guerra apenas iniciaba cuando la campañilla sonó y todos miraron sorprendidos a una mujer de cabello y ojos oscuros.

...

–¿Qué? Ella no es mía, no me interesa, sí tanto la quiere se la regalo, no me importa nada que tenga que ver con Adaya, yo solo no quiero tener a una alfa molestándome –Dam y Ceres voltearon a la puerta por el sonido de la campanilla, ambos se sorprendieron al encontrar a la morena que les observaba con sus oscuros ojos ahora tristes.

–No, está bien, yo sabía que los de mi casta no éramos de tu agrado y no quería traerte problemas, discúlpame Ceres –dejó un ramo de rosas sobre una mesa –solo quería agradecerte por tu amabilidad, pero creo es tonto de mi parte seguir hostigándote.

–Adaya, yo...

–Tranquila, lo entiendo, lo mejor será irme, cuídate y ustedes también –les regalo una última sonrisa y se fue.

Ceres sintió una opresión en el pecho, quiso correr y darle una explicación a Adaya, pero sus ojos se nublaron por las lágrimas.

La dueña abrió los ojos de golpe, estaba en su cama sudando y jadeando.

–Debo tener fiebre –se dijo mientras intentaba levantarse de la cama –me pregunto qué tal irán en la cafetería –como pudo camino hasta la cocina y se sirvió un vaso de agua, sin quererlo sus ojos vieron nuevamente la nota de la morena que ahora se encontraba arrugada sobre la mesa.

...

–Day –dijo más que feliz el omega saltando sobre la mencionada.

–También me alegra verlos, pero ¿por qué me miran como si vieran a una fantasma?

–Pensé qué nos habías abandonado –decía el castaño con un puchero. Tom miro a la alfa sonriendo para sus adentros, la verdad le alegraba ver a la morena

–¿Qué? NO, por supuesto que no.

–Pero ya no vives con Cery.

–Solo regrese a mi casa, le deje una nota, ¡Dios! hasta le deje mi número por si quería llamarme.

El deseo de la estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora