2. ¿Quién eres, Josef Hart?

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—¿Qué quieres? —contesto enojada

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—¿Qué quieres? —contesto enojada. En mi mente, la imagen de Daniel —mi novio— me atormenta. ¿Cómo le explicaré esta situación de mierda? Es tan irreal que no me creerá. Ni yo me la creo.

¿Y si esto no es más que una de las peores pesadillas que he tenido en mi vida?

No, muy larga. Mi propia mente no me traicionaría de esta forma.

Arrugo el entrecejo al oír una exhalación lenta al otro lado del teléfono, me da la impresión de que Josef está perdiendo la paciencia. Respiro profundamente, porque gritarle y mandarlo a contar la arena en el Sahara no me ayudará en nada.

—Estoy cerca de tu casa —responde lacónico. Eso hace que del susto baje dos escalones de una y por poco ruedo hacia abajo. ¿Me acabo de enterar de su existencia y él ya me espera cerca de la casa?

Me apoyo en el borde de la escalera.

—¿Qué haces ahí? No... no, vete. —La voz me sale temblorosa. No sé cómo enfrentarme a esta situación. No sé por qué, decido ser honesta—. Josef, no sé... no sé qué hacer.

Escucho nuevamente su respiración acompasada y se toma unos segundos para decir algo.

—Vania, ¿podemos hablar? Tengo algo que ofrecerte para que esto... no sea tan terrible.

Resoplo.

—¿Me vas a ofrecer no arruinarme la vida?

Suelta una pequeña risita.

—No soy un monstruo como debes pensar. Yo no... tengo nada que ver con esto, Vania. Me enteré ayer, volé apenas pude para hablar contigo. Pero, respondiendo a tu pregunta... Te voy a ofrecer arruinártela por seis meses. Luego... tú harás lo que quieras lejos de mí —dice, con la voz tan calmada que incluso me desespera, como si estuviese diciendo algo común.

El viento afuera me da un respiro, no me había dado cuenta de que el aire me faltaba.

—¿Seis meses? —pregunto confundida. Abro mi coche y me quedo sentada allí. Con la frente apoyada en el manubrio, desde afuera debo dar un espectáculo bastante patético. No me importa.

—Sí, seis. Podría ser un poco más... pero trataré de que sea lo menos posible, creo que en ese tiempo podría arreglar todo para que nos separemos y podamos volver a nuestras vidas normales.

¿Volver a mi vida normal?

Una risa irónica se me escapa.

—Josef, mis padres están siendo amenazados de muerte, el resto de mi familia me vendió, tengo que terminar con mi novio... y...¿qué hago con mis cafeterías?... ¿Volver a mi vida normal?

—Lo siento Vania, es lo único que te puedo ofrecer. Y prefiero que hablemos los detalles en persona. ¿Te parece si te espero en tu departamento?

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