—¿Sucede algo? —Extiende su mano para que me acerque a él porque me quedé quita en el último escalón del jet. Miro a mi al rededor, Scott no está por ningún lado.
—¿Dónde se fue Scott?
—¿Quién? —Josef arruga la frente.
—El chico que estaba en el vuelo con nosotros. —Me giro y lo veo en la puerta saludando. Tiene una mirada extraña y de pronto todo lo que iba a decir, se guarda en lo más profundo de mí. No puedo decir nada, me siento tan atada de manos que de repente me empieza a faltar el aire... como si estuviese encerrada en una pequeña caja. No puedo decir ni hacer nada, ¿qué vida es esta?
—¿Necesitas algo? ¿Lo llamo?
—No...pensé que no traía mi bolsa.
Josef se acerca y me envuelve con sus brazos. Huele jodidamente delicioso, me habla al oído:
—Te ves pálida. No te vas a desmayar, ¿cierto? Te tengo atrapada.
Sonrío con la cara escondida en su pecho. Scott sabe que tuvimos sexo arriba del Jet, que ahora vea esto no me importa.
—¿Señor Hart? —Un hombre llega corriendo con las manos envueltas en su pecho por el frío—. Señor Hart, bienvenido. El coche los está esperando. —Se acerca y toma mi maleta—. Señora Hart, bienvenida a Berlín, ¿cómo estuvo el vuelo?
—Todo bien, gracias —respondo escuetamente, no me voy a arriesgar con ninguna persona más. Me separo de Josef y camino un poco alejada de él.
—Perfecto. Mi nombre es Hans, seré su chofer durante su estadía. Ahora iremos directo al hotel. Señor Hart, la suite de la última planta se encontraba disponible, así que me tomé la libertad de reservarla.
—Muchas gracias, Hans. Te lo agradezco.
—¿Me podría dejar en el hospital? Debo ver a mis padres.
Hans busca en Josef una respuesta.
—Las visitas son dentro de cuatro horas —responde Josef, me rodea con su brazo caliente a pesar del frío que hace—. Mejor intenta descansar y luego iremos al hospital. Llamaré en el coche para saber si ha habido alguna novedad. Esperar allí solo te agotará.
Asiento con un nudo en la garganta. Se ha portado tan bien conmigo que tengo ganas de abrazarlo, besarlo y no soltarlo. Todo esto lo está haciendo por mí, ¿cómo no me di cuenta antes que él es todo lo que está bien en un hombre?
No quiero soltarlo más y aún así, debo hacerlo.
¿Cómo te vas a controlar, Vania?
Camino al hotel no quiero hablar nada y él tampoco insiste. Es el cambio más extraño de actitud que he tenido. Literalmente hace un rato, dejaba que me tocara y besara, y ahora lo ignoro. Sé que piensa que es porque estoy preocupada... que lo estoy, sin embargo, la razón es que mi cabeza es un torbellino de emociones que apenas puedo controlar.
ESTÁS LEYENDO
Lo que hicimos anoche
RomanceVania Nicolás debe tomar una difícil decisión si quiere salvar su vida y la de sus padres: casarse con un desconocido y mudarse a otro país, dejando a su novio, trabajo y amigos atrás. Los negocios familiares -a los que ella nunca ha querido ser par...