La pantalla de mi celular se enciende en el instante que escucho la voz de Danna, saliendo del ascensor. Da un grito como si no hubiese visto a Josef en meses y sé que todo viene seguido de un abrazo silencioso y apretado. Me acerco a la puerta para oír más como si necesitase escucharlos juntos, besándose o divirtiéndose; y les voy a ser honesta, no me gusta nada.
No me gusta esta situación.
¿Pero cómo decirle a Josef que la persona a la que él quiere, me molesta con su presencia? No quiero saludarla, prefiero que ya suban de una vez a la azotea a beber los malditos margaritas.
Luego de lo que me contó Sara, hemos hablado casi nada. Avanzamos kilómetros en nuestra relación cuando me enseñó y me ayudó con las cafeterías, luego quedamos sobre un puente colgante al rozar mis labios sin ninguna excusa, y ya nos caímos en el momento en que Sara habló conmigo; así que apenas lo he mirado, y por supuesto, todo se tornó extraño e incómodo.
Porque Josef está de la misma forma conmigo, ¿será que se arrepintió por el beso? ¿Sospechará que Sara habló más de lo debido? No lo sé, y ahora encontrarnos en la cocina o en el pasillo hace que el aire de inmediato se torne pesado y que el silencio sea bastante incómodo.
El celular vuelve a sonar en mi mano y es un mensaje de Alan.
Alan: Quiero saber si vas a jugar para hacerlo yo también.
Tomo aire, ¿salir a disfrutar del sexo y pasarlo bien o quedarme escuchando las risitas desesperantes de Danna? La primera opción me atrae mucho más, además estoy cansada de quemarme la cabeza todo el día pensando en lo que debería o no debería hacer. Probablemente, esto está fuera de los límites de lo debido, pero el roce de labios de Josef me ha tenido ardiendo más de lo normal y eso me enoja mucho, demasiado. Porque es un idiota mentiroso.
Vania: sí.
La aplicación ya me ha enviado varios avisos para que lance los dados y lo hago sin darle muchas vueltas al asunto, se demora más que la última vez para dar un resultado, y flotando de forma casi espeluznante, aparece un cuadro en el centro de la pantalla.
"Si de máscaras se trata, hoy verás más de ellas que personas, hay solo dos roles en este juego y te deberás entregar a él si no quieres ser castigada. Toc, toc... la puerta roja te espera, toc, toc, ¿quién serás al otro lado de ella?"
Hoy juegas Vania. En 30 minutos el coche te espera.
"Si no quieres ser castigada" me deja en shock. Ni siquiera me atrevo a preguntarle a Alan qué significa todo esto porque ya me siento cobarde, y arrepentirse no es una opción. Quizás qué sucedería si lo hiciera. Una risa fuerte de Josef estremece mi corazón y me siento idiota. Tomo aire profundamente, prendo la música y al ritmo de Britney Spears me pongo lo mejor que encuentro. Me aseguro de ponerme uno de los vestidos que Josef escogió para mí, lo doblo para que quede más arriba de las rodillas y lo afirmo con unos ganchitos que apenas se notan. Me cojo el cabello en un tomate alto y el maquillaje es una bomba. He dado lo mejor de mí en treinta minutos, y el resultado me parece perfecto.
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Lo que hicimos anoche
RomanceVania Nicolás debe tomar una difícil decisión si quiere salvar su vida y la de sus padres: casarse con un desconocido y mudarse a otro país, dejando a su novio, trabajo y amigos atrás. Los negocios familiares -a los que ella nunca ha querido ser par...