31. La boda de Marco

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Vania

Un mes más tarde...

—Siento que me veo enorme. ¿Estoy tan enorme como lo creo?

—Estás embarazada, Vania. Te ves preciosa. —Lucia me rueda los ojos y yo le hago una mueca.

—Pero enorme.

—¡Qué no estás enorme!

—Es que me pesa —respondo tocándome la barriga—. Y estoy cansada. —Me lanzo de espaldas a la cama y me quedo mirando por la ventana del hotel. Más allá se ve el mar y un día precioso—. Lu...

—¿Te sientes bien?

—Estoy feliz —digo y siento por primera vez en meses. La brisa marina llega directo a mi cara y pienso que Josef de alguna forma va a volver a mí y que él querría que con Alex disfrutáramos este momento... haciendo lo que íbamos a hacer juntos. Estoy en Italia, en un día maravilloso y con nuestro hijo creciendo sano.

Se acuesta a mi lado y me abraza.

—Yo también estoy feliz. ¿Por qué lloras?

—Porque a pesar de que nunca descansaré de buscar a Josef, hoy desperté con la esperanza de que él está bien. No sé si es correcto, pero lo siento. Lucia, yo creo que él está bien y que volverá a mí. —Cojo su mano y la llevo a mi pecho—, aquí lo siento. Y también estoy feliz porque estamos acá.

—Va a volver y este tiempo será solo una mala historia... y van a estar juntos y felices.... Aunque cuando lo haga, le daré una cachetada por todo lo que se demoró.

Solté una carcajada y justo en ese instante, nos tocan la puerta con unos golpecitos apenas audibles. Lucia se levanta corriendo a abrir y Marco aparece con una sonrisa enorme. Se abrazan y yo con un poco de dificultad me pongo de pie. Marco me ve y los ojos se le nublan de inmediato.

Y a mí también. Sé que por su mente cruza Josef.

—Dios mío que estás hermosa, Vania. —Nos abraza a las dos al mismo tiempo—. Estoy feliz de que estén aquí. No saben lo mucho que me alegra. ¿Están bien? ¿Necesitan algo?

—No habíamos ido a saludarte, pensé que estarías aprovechando de dormir un poco más. Son las 6 de la madrugada —dice Lucia mirando la hora.

—¡Qué dices! ¡Apenas puedo dormir! Estoy emocionado, no he parado de caminar en toda la noche.

Lo vuelvo a abrazar.

—Gracias por invitarnos. ¡Eres tan romántico!, ¿Miri también está despierta?

—No... ella duerme. Su corazón no está tan emocionado como el mío, creo —bromea—. ¿Dormiste bien en el vuelo? —me pregunta mirando mi barriga de seis meses que en mi opinión está enorme.

—Estuvo un poco incómodo, el taxista que nos trajo desde Roma... no paró de hablar hasta que llegamos... y creo que necesito dormir. No es fácil viajar así.

—Lo bueno es que te quedan muchas horas para descansar, la boda es a las 14:00 hrs. Nos juntaremos en la terraza a las 13:30. Así que aprovecha de dormir mi querida Vania. —Se dirige a Lucia—. ¿Tú vas a descansar igual? Me podrías acompañar a revisar algunas cosas de la ceremonia.

—¿Me muestras el lugar?

—Claro, y tú me cuentas los detalles del viaje. Dejemos a Vania descansar.

—Yo tamb...

Lucia me interrumpe y me señala la cama.

—Después yo te muestro todo, pero me preocupa que no descanses bien. Intentaste dormir todo el recorrido en taxi.

Lo que hicimos anocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora