24. ¿Quiénes son los Anderson?

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Vania

—El mensaje —le recuerdo a Carla. Asiente y se queda inmóvil, como pensándolo mejor, sin embargo, luego recapacita y se va a paso rápido de la habitación. No sé si fue a buscar algo, pero confío en que cumplirá su palabra.... La verdad no me queda más que confiar. Confiar en que ella me ayudará, confiar en que Mathis nos dejará libre, confiar en que Dana nunca más aparecerá... y un sin fin de confiar para no encontrar todo perdido.

Sé que le debo enviar un mensaje a Josef, pero me imagino que si Dana fue capaz de todo esto, tener acceso a sus mensajes, es un trámite más. No puedo ser tan obvia.

—Detente, Vania. Me tienes más nerviosa de lo que puedo soportar. Si caminas de un lado a otro un minuto más, me tiraré por la ventana —advierte Lucia.

—No sobrevivirías a la caída.

—Lo sé —gruñe, caminando hacia mí. Me coge por los hombros—. Si pierdo yo la compostura, no podrás volverme a la realidad. Eso lo sabes.

Resoplo. Tiene toda la razón. Dos veces la he visto perder los estribos: primero cuando su no novio de la escuela la engañó en una fiesta de la misma escuela, y cuando su mamá le contó que se iba a separar de su papá y que esperaba un hijo de un chico de 25 años. Esas dos veces fueron críticas, por poco requirieron una internación, pero logré calmarla en ambas oportunidades, apenas. No sé si lo lograría de nuevo, cuando ahora yo también estoy a punto de volverme loca.

Respiro hondo y boto el aire a medida que ella me guía.

—¿Fue muy terrible?

—No.... Su mamá habló de ella misma toda la comida. Quedó conforme conmigo, al parecer.

—Bien. Esto podría ser peor, así que estoy tratando de ver el lado positivo.

—¿Y si lleva esta farsa a la cama? —La vista se me nubla enseguida. No quiero estar con nadie más que no sea Josef.

—No parece malo —murmura y luego arruga la nariz—. ¿Sería tan terrible? Literal es uno de los hombres más guapos que he visto en la vida. Una aventura me haría falta...

—No puedo si estoy enamorada, Lucia. Me odiaría de por vida si le hiciera algo así a Josef.

—Así que tu amor pasó de Alan a Josef, no pensé que alguna vez tu obsesión por Alan desaparecería —sonríe apenas y me da un golpe suave en el hombro—. ¿A quién deberíamos contactar?

—Quiero darle señales a Josef, decirle que estoy aquí... no sé qué habrá pensado cuando desaparecí de su lado en el Hotel. ¿Y si cree que me escapé?

Lucia menea la cabeza y me abraza.

—No pienses en esas cosas. Ese hotel debe tener cámaras hasta en los baños, así que ten por seguro que él ya vio que te llevaron a la fuerza.

Lo que hicimos anocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora