5. La noche fría

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—¿Estás muy nerviosa? —Anna me toca el brazo delicadamente

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—¿Estás muy nerviosa? —Anna me toca el brazo delicadamente. Frente a mí están las puertas que me separan de mi nueva vida. Tomo aire y lo boto lentamente.

—Estoy bien —respondo decidida y con confianza. No me doblegaré, no lo hizo la traición de mi amiga con mi novio, esto tampoco lo hará.

—Perfecto —murmura. Las puertas comienzan a recogerse lentamente. Trago saliva, y un ojo ya me tirita.

—Mierda.

—¿Qué? ¿Qué sucede? —A Caro parece que está a punto de darle un ataque. En dos segundos hace un escaneo completo de mi estado.

—Nada, es solo que me tirita un ojo.

—No hagas un escándalo por algo así, por favor —gruñe Anna entre dientes.

Tomo aire nuevamente y me decido a mirar al frente, y recién me doy cuenta de que la puerta da hacia el exterior. El pecho se me aprieta porque creo que ni en las mejores películas vi algo tan hermoso. Bajo el par de escalones, temblorosa y comienzo a caminar por el piso de madera, espero que las piernas no me fallen. Al final está Josef bajo un arco redondo hecho de ramas y flores blancas entrelazadas. Más allá, hay enormes árboles que son parte de un bosque. Mis pies por poco me hacen tropezar, y trato de mantener la vista al frente aunque no con mucho éxito. Lo que separa el pasillo de madera, de los asientos de los invitados —de los que calculo, deben haber unos cien—, son flores blancas y fucsias que se mezclan formando un hermoso camino.

Nadie camina conmigo y eso me duele. Nunca pensé que en mi boda, mi padre no estaría al lado. Bueno, y menos que me casaría con un desconocido al otro extremo del mundo.

¿Qué estás haciendo Vania?

¿Y si corro?

A medida que me acerco, fijo mi vista en Josef, porque esto tiene que ser creíble y si me sigo mirando los pies, daré la imagen equivocada.

Josef no para de rascarse el dorso de la mano, y tampoco quita la vista de mí. Por el movimiento de su pecho noto su respiración acelerada, y sus ojos se deslizan por toda mi figura. Él se ve impecable, hermoso, y algo cohibido. Eso de alguna forma me hace sentir más tranquila, como si esa característica lo hiciese bueno, o al menos, que no es su padre al que no me atrevo a mirar, pero sé que está unos pasos tras él, como un demonio acechando en la oscuridad.

Josef no me da esa sensación, por más que pensé que llegaría a odiarlos a todos. No sé por qué, pero tengo una corazonada con Josef. De que es alguien en que quizás puedo confiar.

¿Qué dices, Vania?

Sin fraternizar con el enemigo.

Llego junto a él, tengo unas ganas inmensas de mirar por sobre mi hombro y ver a mis padres y a mis padrinos, pero no están... y sinceramente creo que no debería querer que ninguno de ellos esté. El oficial que nos casará nos mira curioso, como si no estuviese del todo seguro. Probablemente también tiene alguna cabeza prometida en una bolsa.

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