Me quedo en un silencio del que no sé cómo salir. Es Alan. Frases obvias es todo lo que tengo en mi mente: Está vivo. No falleció. Está vivo.
No puedo hablar.
—¿Vania? —Su voz es música para mis oídos—. Estoy vivo, Vania. Estoy bien.
Me pongo de pie repentinamente y la gente del café se me queda viendo. Aprieto mis labios entre sí, porque tengo ganas de gritar y no quiero que todos salgan corriendo por la loca del café (la loca del café sería yo)
—A... ¿Cóm...? —. Vuelvo al asiento temblando y de repente creo que esto puede ser una broma. Una pésima broma.
—Por fin he podido venir a una ciudad con señal. ¿Me escuch...
—¿Estás bien? —Lo interrumpo. Tengo el celular agarrado con las dos manos y pegado a mi oído. Tengo ganas de que todos se desaparezcan para escucharlo a él claramente y ningún otro sonido interrumpa lo que está pasando. ¿Es esto real?—. Eres tú. ¿Estás bien?
—Sí, estoy bien. Necesitaba hablar contigo y decirte que estoy bien, pero no logré hacerlo hasta ahora. Perdón por no poder antes.
—¿Dónde estás? No... ¿no estarán oyendo esto? Nadie me dijo que estabas vivo...—Trago saliva y parece que estoy hablando muy fuerte porque la señora de al lado me mira completamente expectante de mi conversación.
—Muy pocos lo saben y quizás debería haberme quedado en silencio, pero no podía hacerte eso a ti. Me encantaría decirte dónde estoy y que vinieras a visitarnos.
—Que ganas de abrazarte, Alan. No lo puedo creer... ¿Con quién estás? ¿Has sabido algo de Josef? —Un hilo de esperanza y de desesperación me invade por completo.
—Me encantaría. Estoy con mamá y ninguna tiene pistas sobre Josef. Hoy me he comunicado con unas personas que conozco que al parecer están en la misma ciudad a la que Josef llegó, espero tener noticias pronto. Él no sabe que estoy vivo. —Lamenta con la voz temblorosa.
Me enjuago las lágrimas. La señora que está al lado ya no oculta sus ganas de saber el chisme.
—¿Los dos están bien?
—Sí, nuestra vida ha cambiado por completo. Aquí no hay lujos, no hay comida de los mejores restaurantes, ni menos las camas más cómodas. Vivo en una casa hecha de barro y palos que construí junto a los aldeanos. Enseño inglés y mamá cocina para todos los niños de la escuela que hay aquí. Siento que estoy teniendo otra oportunidad, alejado de todo... viviendo de una forma simple. La gente de acá me ha mostrado el verdadero sentido de la vida y que perseguí cosas sin valor por mucho tiempo. —Me habla emocionado, queriendo decirlo todo en un minuto—. Necesito saber que tú estás bien.
Me limpio las lágrimas una vez más.
—Estoy muy feliz de escucharte, no creí esto posible. Yo estoy bien. También empecé de nuevo, me cambié de ciudad. Tengo miedo de que te encuentren.
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Lo que hicimos anoche
RomanceVania Nicolás debe tomar una difícil decisión si quiere salvar su vida y la de sus padres: casarse con un desconocido y mudarse a otro país, dejando a su novio, trabajo y amigos atrás. Los negocios familiares -a los que ella nunca ha querido ser par...