Capítulo 16 "Héroe desconocido"

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Narra Mike.

Mierda, Sara nos había visto.
Tenía que ir hablar con ella. Decirle la verdad, lo que sentía por ella. No quería que pensase que entre Monika y yo había nada. Terminamos hace días.

Subí a la habitación de Richard, se que era la única que tenía balcón. La puerta estaba cerrada. Intente abrirla pero había puesto el pestillo. Estaba enfadada es normal, pero no sé tenía porque encerrar así.

Golpeé la puerta y no recibí respuesta. Se escuchaban voces dentro. La de un chico y ¿Sara? Que hacía Sara encerrada con un tío en un habitación. Estaba realmente celoso y furioso, empecé a cabrearme. No quería que nadie la tocase. No lo iba a permitir. Golpeé más fuerte la puerta con mi hombro y nadie respondía, no se abría.

- ¿Mike has visto a Sara? - escuche a Carol preguntar detrás de mi.

- Hace rato que subió a refrescarse y no ha bajado, no está tampoco en el baño. - dijo Marta.

Escuche un grito, ¡Era Sara!
Algo me decía que las cosas no iban bien hay dentro. Golpeé más fuerte la puerta con mi hombro intentando abrirla.

- ¿Que pasa aquí, que son esos golpes? ¿Quieres romper mi habitación hermano? - preguntó Richard.

- Creo que Sara está ahí dentro con alguien y la escuche gritar...

- Déjame ayudarte la tiraremos juntos si hace falta - afirmó Richard.

Tal como dijo eso, nos pusimos de acuerdo, me quite la chaqueta dándosela a las chicas y golpeamos la puerta con nuestros cuerpos. Esta se abrió.
Mis ojos entraron en cólera al ver al imbécil ese encima de Sara. La miré pero parecía que no estaba en si. Tenía sangre en su labio y eso me enfureció más. Agarré al tipo ese y lo tiré al suelo.
Era Jason, el imbécil de su ex.
Perdí la razón y comencé a golpearlo sin parar. Estaba descargando toda mi rabia sobre el. ¿Que clase de cerdo era para hacerle eso a una mujer ebria?

Las chicas sacaron a Sara de la habitación y Richard me separo de ese imbécil. Si no llega a ser por el, lo dejo sin vida ahí como un gusano, que es lo que es. Me levanté y fui detrás de Sara. Quería saber cómo estaba, sacarla de allí, no creo que quisiera seguir ahí. Necesitaba saber que estaba bien.

Baje las escaleras y vi como ella estaba apunto de caerse. Sus amigas le habían puesto mis chaqueta y la sujetaban de los brazos para no dejarla caer, pero no podían con ella.
La levanté entre mis brazos y salí de allí.
Sus amigas me siguieron hasta su coche.
Me dieron su bolso y abrieron el coche. La monté en el asiento del copiloto y le abroché el cinturón. Cogí las llaves y conduje hasta casa.

Por el camino no deje de mirarla. Todo había sido culpa mía. Si no hubiera sido tan egoísta y la hubiera vigilado nada de esto habría pasado. Intente despertarla sin éxito. Seguía inconsciente.

Llegamos a casa, cogí sus cosas y la cargué en mis brazos. Era ligera como una pluma, quizás debido a la adrenalina del momento me producía esa sensación. Entre, menso mal que nuestros padres no estarían el finde en casa, solían viajar mucho y en parte era bueno para nosotros, así no nos verian borrachos ningún fin de semana. Subí con ella en brazos las escaleras. La puse sobre mi cama y despacio desabroché sus tacones. Desplace una a una esas cuerdas que rodeaban su pierna, tenía la piel muy suave. No quería tocarle el vestido ni quitarle la chaqueta. Curé su labio tan delicadamente como si del ala de una mariposa se tratase, no quería hacerle daño. Comprobé su respiración, todo estaba bien, simplemente dormía debido al shock así que la tapé con mis sábanas. Parecía un ángel dormida, era perfecta.

Me quité la camiseta. Estaba llena de sangre. Salí al balcón a fumarme un cigarro. Necesitaba relajarme con todo lo que había pasado. No podía dejar de pensar que había sido todo mi culpa. Si hubiese estado atento a ella, nada habría pasado. La hubiese protegido y ese cerdo no le hubiese tocado ni un solo pelo.
Preté los puños lo máximo que pude. Me dolian a rabiar. Estaban llenos de heridas en los nudillos y con sangre seca.
Tenía que lavarlos y curarlos, si no se me infectarian. Fui al lavabo a lavarme las manos y quitarme toda esa sangre.
Cuando volví a la habitación, Sara no estaba en la cama. Mire en el suelo a los lados de esta por si se había caído y no estaba. Salí asustado al balcón, quizás había entrado otra vez ese imbécil y se la había llevado. Estaba tan loco que lo veía capaz de cualquier cosa, aunque no creo que se atreva acercarse después de la que le he dado...

Salí al balcón y ahí estaba ella. Apoyando sus manos sobre la barandilla. Estaba de pie, descalza y con un a pierna apoyada sobre la otra mostrando su pierna a través de aquella raja en su vestido.
Estaba preciosa. Su larga melena y su cara estaban iluminadas por la luz de la luna. Era realmente hermosa.
Mi corazón latía a mil por segundo.
Me acerqué a ella y la abracé levantándola del suelo. La tenía en brazos tan cerca, su perfume era una droga para mí, no quería soltarla nunca.
La solté y dejé en el suelo.

- ¿Que ha pasado Mike? - dijo mirándome a los ojos, esos ojos tan bonitos como el mar, agarró mis manos - Tus manos... ¿Estás bien?

No podía dejar de mirarla. No me salían las palabras.

- Mike ¿Te han hecho algo? - dijo mientras tocaba mis brazos y seguía con mi cara, estaba preocupada por mí en vez de por ella - Dime que no te ha pasado nada, por favor dime algo. - me sujeto la cara haciendo que la mirase fijamente a los ojos.

Sonreí. Era aún más bonita cuando se preocupaba por mí. Tenía tantas ganas de decirle todo lo que sentía por ella, que no sabía cómo empezar.

La agarré de la cintura y la besé. Sólo tenía ganas de besarla después de todo lo que había pasado esa noche. Fue un beso suave pero con muchísimas ganas. Ella no se apartó así que era buena señal.
Me separé de ella y la miré a los ojos. Sonrió y me devolvió el beso, está vez mucho más fogoso. Lo estábamos deseando los dos.

La levanté en brazos y la puse contra la pared. Entrelazó sus piernas sobre mi cintura. No había espacio entre nosotros. Ella me agarraba del pelo y me besaba con muchísimas ganas. Nuestras lenguas jugaban dentro de nuestras bocas. La tenía sujeta contra la pared y deslizaba mis manos sobre sus muslos, alcanzando su trasero. No podía dejar de tocarlo. Jan estando en el balcón, se podía sentir que la temperatura empezaba a subir.

Besé su cuello. Quería devorar cada centímetro de su piel. Ella no dejaba de acariciar mi pelo, mi cuello, mi espalda, realmente estábamos excitandonos los dos. La lleve adentro de mi habitación sin dejar de besarla. Y suavemente la tumbé sobre mi cama. Quite su vestido, dealiznadolo suavemente por su cintura, hasta sacarlo por sus pies. Seguí besándole el cuello, bajando poco a poco por su pecho hasta su ombligo. Dios sabia a gloria. Desnudando su cuerpo perfecto, era una delicia para mí.

Ella se estemecía, no dejaba de acariciarme. Subí hasta estar a la altura de su cara de nuevo. La miré a los ojos y me beso desenfrenadamente. Me posicioné entre sus piernas y quite la ropa que quedaba sobre mi. La volví a mirar y con un gesto supe que me daba permiso. Me agarró del pelo y pego mi cabeza a su cuello. Sentía su respiración en mi oreja. Su aliento en mi cuello.

Fue un momento maravilloso. Llevaba tiempo deseándolo. No quería que acabase nunca. La mejor noche de toda mi vida.

Me enamoré de ÉL (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora