«En todo momento hay demonios con cara bonita y cuerpo sexy».
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CAPITULO 25.
—Lía Sellers—
Dicen que nunca vamos a entender a nuestros padres pero, en este caso, a la que menos entiendo es a mi madre. El día que pasó la discusión con Briandy y los chicos, me fui a la casa de Betsy, y ahí llegó mi mamá con un escándalo, incluso, me pegó. Ella estaba segura que yo tenía algo que ver con Betsy, y aunque se lo sigo negando ella no es boba y va a estar al pendiente de todos mis movimientos.
Quería sentirme bien y por eso decidí hacer un compartir en mi casa, están mis amigos, excepto, Brian y Briandy. Los llamé y ninguno de los dos respondieron sus celulares, están enojados conmigo, y con justa razón. Debí hablar con la verdad y no quedarme callada, ahora todos piensan que sigo queriendo a Carper. Levanto la mirada hasta las ventanas de la habitación de mis papás y los veo sentados en el balcón mirando hacia nosotros.
—Parece que no nos quitarán la vista —le susurro a Betsy—. Alguien tuvo que decirles algo. No les agradas, pero nunca se pusieron a vigilarnos.
—Obviamente que saben algo sobre nosotras, alguien les contó —afirma Bet—. Con las ganas que tengo de meter mis dedos en tu sexo y ellos ahí. Pésimo trabajo.
Sonrío con simpatía.
—No me digas esas cosas ahora, debe ser desagradable que mis padres me vean excitada —toco su trasero dándole un apretón, con disimulo—. Esta noche te espero a las nueve en bastidas, ¿sabes dónde está?
—Sí, ahí estaré. Ponte lencería sexy.
Nos quedamos calladas cuando llegan los chicos. Nos sentamos todos en la orilla de la piscina mientras comemos parte del asado. Es agradable estar todos juntos.
—¿Qué pedo con tus papás? No les quitan la mirada de encima —inquiere Eydan—. ¿Pasó algo y ellos lo saben?
—Seguro ya se follaron y ellos lo saben —todos se ríen por lo que dice Zhair—. ¿Hubo faje intenso? De ese que gritan ¡Ah! ¡Ah! ¡Quiero que me des como automóvil en carretera libre! ¡Duro!
Ahí sí no puedo soportar la risa y lo hago caer al agua.
—Eso es por menso —le digo, riéndome—. Y Bet no gime así, bueno, ella se queda callada, es pésima.
—¡Uff, eso dolió! —Dicen todos en unísono.
—¿Pésima? Eso no me dices cuando estamos juntas y me pides más —de nuevo se escuchan las risas cuando habla Betsy—. Yo sí te lo hago bien.
—¡Esa es mi amiga, carajo! —Berni choca sus puños.
Nos quedamos callados, hasta que a Irene se le ocurre una de sus tonterías. Ella es única, señores.
—El sexo es tan rico, si por mí fuera yo follara todos los días. Me vale que me dejen adolorida —se pasa las manos por los senos, mientras muerde su labio.
—Yo sí te hago el favor —le dice Zhair—. ¿Qué onda? ¿Vamos y me pruebas a Zhaconda? —Más risas.
¿Quién le puede poner ese nombre a su puto pene?
—Entonces, la mía qué viene siendo, ¿Keinpanocha?
Eso era justo lo que necesitaba para atragantarme con el pedazo de chorizo que había mordido. Estos chicos están locos, nadie en su sano juicio le dice a así a su vagina. Obvio que nadie le dice panocha a su vagina. «Bueno, mi amiga sí».
—¿Vamos? Quiero probar a la supuesta Zhaconda —Irene le sonríe a mi amigo quien se levanta y antes que mis papás vuelvan a mirar se van corriendo al lado de los arbustos. Pobre de los jardineros que deben ver tal cosa y luego limpiar fluidos.
Nos quedamos pasándola bien y riendo de todas las babosadas. A excepción de mi hermana que ha cambiado su semblante, está muy seria. Nos quedamos jugando a dominó y a quien pierda le podemos hacer preguntas picantes o retos. Esto es muy chistoso, y es que mis amigos son muy divertidos, y todo sería mejor si no faltara Briandy y Brian. Los extraño.
—¿Puedes dejar de tomar de esa manera? Pareces esponja —reniego, mirando a mi hermana. Llevamos horas aquí y ella no hace otra cosa que tomar alcohol—. Mis papás te están viendo, ten consideración.
—Ya vas a empezar, déjame tomar y mantente calladita. Y mis papás ni cuenta se dan que estoy tomando, están pendiente de ti —se pone el dedo en los labios emitiendo un sonido—. ¡Shhh!
Más terca que yo sí es. Parece que no se da cuenta del daño que se hace con tanto alcohol y ahora con cigarros. Esa no es mi hermanita. Pasan las horas y seguimos jugando, ya Irene regresó con Zhair y los dos regresaron muy rojos, obvio ella le chupó el purro: su boca olía a semen. Nos tocó darle pasta de dientes y ella tan feliz de la vida.
Subo a la casa por unas cervezas, y cuando las dejo en la mesa para componerme mi vestido de baño aparece Betsy con una sonrisa atrevida. Esta chica me anda tentando y no podré aguantarme las ganas que le tengo. Antes que pueda pasar algo la tomo de la blusa para pegarme a sus labios y besarla. Es un beso agresivo y lleno de pasión, aprieta mis caderas contra las de ella, dejándome pegada a la nevera. Chupo su labio sin consideración alguna, y Bet masajea mi trasero por encima de mi vestido de baño.
Llevo mi mano a su intimidad y aprieto un poco por encima de su tanga, su espalda se arquea al sentirlo. Mis labios buscan sus senos y saco uno por uno del sostén. Lo chupo y lamo al tiempo. La toco y tapo su boca para que no la escuchen gemir. Me hace retroceder hasta el mesón y ahí me besa con más furia y desesperación. A mi mente se me viene una idea loca, me separo de ella, y le pongo seguro a la puerta de la cocina, por si alguien viene.
Busco unos pequeños parlantes que están en la cocina que siempre usa una de las muchachas y pongo a sonar The Weeknd, de Earned. Es una canción muy lenta, así que le doy besos húmedos en su cuello, me giro dejando mi trasero en su parte y lo muevo: lento y descaradamente. Me llevo las manos a mis rodillas para apoyarme y sigo haciendo círculos en su parte y también lo mueve muy suave de manera sensual. Puedo sentir sus manos tocarme cuando restriego mis partes con las de ella.
Arriba y abajo. Me volteo a verla y toco su cuerpo mientras bajo hasta quedar frente a su intimidad y dejo besitos ahí, la siento temblar. Sonrío sobre su parte y antes que se acabe la canción me levanto y susurro en su oído.
—Tengo ganas de ti, son esas ganas que ni follando se quitan. Te deseo como un amo a su sumisa, como un león a su presa. Quiero que seas legalmente mía —meto mi lengua en su oído—. O me follas aquí o te vas, decide.
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Lo que llaman un amor prohibido. [LGTB] © #1
Teen FictionLía Sellers. Una adolescente británica de diecinueve años. Va en segundo semestre de psicología en la universidad King'sOxf. Su vida se ve marcada cuando descubre que ha empezado a sentir amor por una chica. Ante los ojos de sus padres dejará de ser...