26. ¡A mí me va a dar algo!

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«La felicidad puede serlo todo».

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                    CAPITULO 26

—Lía Sellers—

—Te miras terrible, ¿mucho sexo o qué pedo? —Niego con la cabeza al escuchar a mi hermana. Nunca se queda callada para decir las cosas, y hoy no iba a ser la excepción. Claro que tuve horas con Betsy y aprovechamos muy bien el tiempo, ya luego le mentí a mis papás diciendo que estaba en mi habitación porque estaba mal del estómago. Mis amigos ya se fueron hace un rato y he quedado con Betsy para vernos a las nueve de la noche en bastidas. Es un lugar a las afueras de la ciudad donde queda una enorme cancha de fútbol y ahí quiero pedirle que sea mi novia.

—Cuentos tuyos, estoy perfecta —me levanto para irme a duchar y así arreglarme. Me toca ir una hora antes porque debo organizar algunas cosas con las señoras que me ayudarán y no puedo dejarles todo. Ya miré fotos de cómo está todo y quiero que esto sea algo único, yo sé que han pasado cosas con Bet, pero le gustará que le pida que andemos. Ella me adora y esto le gustará.

No quería irme tan arreglada, pero tampoco como una loca, así que al revisar mi clóset saqué un conjunto blanco. Es una blusa blanca que lleva tirantes y un escote en V, en la parte de adelante. El pantalón es del mismo color, talle alto y me llega hasta los tobillos, es ancho en las piernas. Mi cabello está en una dona y mi maquillaje es bajito, labios café y sombras azules.

—Pero mira que belleza, Leonardo da Vinci debió pintarme a mí —me digo a mí misma tirándome besos en el espejo—. ¡Mamacita!

Tomo mi pequeña bolsa y salgo de mi habitación. Voy bajando el último escalón cuando veo a mamá cruzada de brazos en la puerta. Que no me vaya a dañar la noche por nada del mundo.

—¿Adónde tan bonita? —Me escanea.

—Harry me tiene una sorpresa —miento con descaro—. Es tan lindo, no sé cómo no le presté atención antes.

—Es un buen partido. Vete, no lo hagas esperar —camino para irme y vuelve hablar—. Haz lo que él te pida, si quiere estar contigo no le digas que no.

—No me voy acostar con él.

—Como si yo no supiera que no eres una santa, bastante sexo que tuviste con Carper cuando eran novios. Hasta pensaría ese chico que eres una fácil.

—Ya bájale, ¿no? Siempre queriendo que me sienta mal —me acerco—. Respeta mi espacio.

(....)

Para nadie es un secreto que las personas que cantan como los dioses les da pena hacerlo en público, mientras tanto los que parecemos un karaoke andante, pasamos cantando sin pena alguna. Por ejemplo, yo. Parezco una cabra loca a la hora de cantar y aún así me decidí por cantar para Betsy. Soy muy buena tocando el ukelele y eso es lo que haré, elegí una canción que se llama Ocean de Karol g. Es una canción excelente para este momento.

Tal vez exageré en la sorpresa y puede parecer muy cursi, pero quería ser linda con Bet, y lo que escogí me ha gustado. He armado una pequeña casita con unas cobijas, y como me va bien cosiendo, hice unas almohadas con algunas frases que le gustarán. Las coloqué dentro de la casita alrededor de la cobija que dejé en medio para que nada se ensucie, en la parte de arriba decoré con un corazón rojo y faroles de cada lado. A los lados de la casita hay unas cajas de madera que mandé hacer, le dejé alguna flores que brillan, y le dan un toque perfecto a la caja negra que hice y por dentro puse rosas rojas y en medio de ellas un enorme girasol. Al abrir la caja coloqué una frase; «¿Quieres ser mi novia?»

Compré una botella de vino, hice una carta y compré chocolates para mi Bet. Todo está muy lindo, y espero que le guste, la sorpresa mayor llegará cuando ella venga y solo espero que no le dé algo y quede aquí tirada. «Bueno, exageré». Estoy muy nerviosa, por lo general, me piden a mí que sea la novia, y no yo a ellos. Pero en este caso, no hay chicos sino dos chicas que se quieren, y no pretendo dejar todo tirado por los prejuicios que nos impone la sociedad egoísta y discriminadora donde vivimos.

—Señorita Lía —una de las señoras que me están ayudando me saca de mi trance—. Su novia ha llegado, viene entrando.

—Gracias por avisar —le guiño el ojo y ella solo sonríe.

Parece que mi corazón va a estar en mis manos. Antes que entre a la cancha, empiezo a tocar el ukelele y a entonar la canción, o por lo menos, ver si me sale más o menos.

{Si algún día te vas de casa
yo te llevo a la NASA, ¡he! Pido un cohete y voy directo por ti.

Y si no estoy y algo te pasa
recuerda que todo en la vida cambia
y no importa lo que pase, te prometo no faltarte.

Me siento grande por ti
y aunque lo intentara no podría sin ti
toda mi felicidad es gracias a ti
y si yo me muero volvería por ti.

Me siento grande por ti
y aunque lo intentara no podría sin ti
toda mi felicidad es gracias a ti
y si yo me muero volvería por ti, por ti.

Se quedan cortas las palabras realmente
y a Dios le doy gracias porque estás aquí presente. Quiero que sepas que te amo eternamente, que cuando dije sí lo dije para siempre.

Pa' que lo hago todo no es perfecto pero sí mejor, y cada detalle tuyo es mejor que el anterior, aquella canción y cuando decoras con rosas mi habitación.

Vamos a enseñarle al mundo lo que es amor, tú y yo podemos juntos, ¡eh!
Porque amo todas las locuras de tu mente y así me encanta presumirte ante la gente.

Me siento grande por ti y aunque lo intentara no podría sin ti
toda mi felicidad es gracias a ti
y si yo me muero volvería por ti.

Me siento grande por ti y aunque lo intentara no podría sin ti
toda mi felicidad es gracias a ti
y si yo me muero volvería por ti por ti... }

Le doy la última tocada al ukelele y de Bet suenan risitas con sus ojos lagrimosos. Me le acerco para abrazarla y antes que diga algo le señalo hacia el cielo. Parece no creer lo que sus ojos están viendo, se ha quedado muda.

—¡A mí me va a dar algo! —Balbucea mirando hacia el cielo. Está un avión detenido en el aire dejando caer de su puerta un cartel que dice ¿quieres ser mi novia? Sí señores, así como la caja. Empieza a reír como si estuviera nerviosa y sin que lo espere se me tira encima para adueñarse de mis labios. Amo sus besos, y la manera que tiene de acelerarme el corazón, sin tocarme. Es un poder que solo ella tiene con cada beso o caricia—. Acepto ser tu novia, Lía Sellers —runrunea, besando mis labios.

—Ahora sí eres mía —enrollo mi mano en su cabello dejando su cuello libre y lo beso—. Ya no hay vuelta atrás, me perteneces.

—Mi cuerpo y mi alma te pertenecen mucho antes que estuvieras conmigo —nuestras miradas se cruzan—. Éramos una sola, incluso, antes de conocernos.

No me aguanto las ganas de besarla y lo hago. La beso como no he besado a nadie en mi vida, y meto mi lengua en su boca para jugar con la de ella. El solo hecho de sentir sus manos en mi cintura me hace pensar impurezas.

—Ha sido hermosa esta sorpresa, me encantó —musita cerca de mis labios, con su sonrisa más ancha—. Tú eres lo mejor que tengo.

Sonrío, dándole un fugaz beso y tomo la pequeña carta, no la dejo decir nada y la leo.

—Tal vez esto que siento es algo nuevo, pero tengo claro que te quiero en mi mundo, y no me importa enfrentar las críticas de todos. Te quiero, Bet, y te quiero conmigo aunque estemos derrotadas. Enfrentemos al mundo machista que nos rodea, y seamos felices, seamos dos locas enamoradas en un mundo sin rumbo y sin fin.

Definitivamente esta pendeja me está atontando. Sonríe dejando besitos en toda mi cara y cuando nos apartamos me doy cuenta lo hermosa que luce. Tiene un vestido azul hasta su muslo, combinado con zapatillas y su cabello está todo suelto, resaltando sus facciones.

—Eres perfecta, Blair. ¡Joder, eres sexy!

—Tú eres medio loca, pero ni eso puede lograr que no te ame —bromea—. Porque sí, te amo como una loca a sus gatos.

Ya no cabe duda de lo que siento por Betsy, yo la quiero. No puedo seguir negándome a quererla, y después de tener la mejor de las citas, iré a contarle a mis papás que tengo novia, y que esa es... Betsy Blair.

Lo que llaman un amor prohibido. [LGTB] © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora