5. No quiero hablar

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«¿Celos? Un sentimiento nada lindo, y nada comprensible».

[....]

                  C A P I T U L O 5.

—Lía Sellers—

Le bajo el volumen a la música cuando escucho la voz de mi mamá gritar mi nombre, se supone que no vendría hasta mañana por la noche. Bajo corriendo sin importarme estar en pijama y cuando le veo a mi mamá los pedazos del jarrón que partieron ayer durante la fiesta y la casa vuelta un desastre, sé que nos ganamos el regaño del año. Maldición.

Berni me mira la cara esperando que diga algo, pero mi mente está en blanco.

—¿Me pueden explicar qué pasó aquí? La casa está vuelta un lío, mi jarrón traído de la India partido y allá fuera hay botellas de alcohol por todos lados —mamá nos mira a ambas. Se ve muy enojada—. Quiero la verdad, ahora mismo.

—Obra del espíritu santo —bromea Berni, haciendo que el rostro de mis papás cambie a una expresión más seria.

—¿Qué pasó aquí? Quiero la verdad, Lía.

Era claro que me iba a preguntar a mí. Soy pésima mintiendo.

—No lo sé, tal vez los ladrones.

—Como veo que ninguna me va a decir la verdad, están castigadas. Cero salidas, cero visitas y las dos no tienen derecho a usar celulares, suban por ellos y me los entregan.

—Mamá, quería decirte que…

—Nada, Lía, no quiero reproches —papá me interrumpe y ya no puedo decir nada sobre lo que pasó con mi hermana.

No ha salido de mi cabeza la imagen de Berni besando esa chica. Ella no es así. Toda la vida pensé que la conocía como a nadie y resulta que no. Decido no decir más nada y subo en silencio por mi celular, no tiene caso renegar.

—No quiero hablar —mascullo, cuando siento la presencia de alguien. Es Berni—. Déjame sola.

—Vamos hacerlo. Gracias por no decirle a mis papás lo que pasó —volteo a verla sin nada de ganas —. Ellos no ven con buenos ojos lo que les parece diferente.

—Si no dije nada es porque tú misma se los dirás. Berni, yo pensé que nos teníamos confianza, que la una sabía todo de la otra. Y no fue así.

—Pretendía decirte lo que pasaba con Keindy, pero eres tan correcta que sabía que te ibas a poner en modo sermón —da un par de pasos hasta mí—. Yo sí acepto lo que siento.

—Pero es una chica, una-chica —le recalco.

—¿Y qué? Me gusta así como me gusta Zhair. Nadie va a cambiar lo que siento, ni siquiera tú —hago silencio—. Esperaba que me apoyaras, pero no fue así.

Cómo poder decir algo cuando no sé qué pensar, cómo juzgarla sabiendo que es mi hermana y necesita de mí.

—Siempre te apoyaré en todo —se queda inmóvil antes de salir, y vuelvo hablar—. Tú lo has dicho, somos hermanas y nos debemos apoyar.

Me mira unos segundos hasta que me da un abrazo. Nos hemos llevado bien toda la vida, una siente lo que siente la otra y es una conexión que no podría cambiar por nada.

—Busca a Betsy, tu manera de hablar la hizo sentir mal —la hago a un lado—. Búscala.

—No.

—Oh, sí que lo harás —me tira el celular y logro alcanzarlo—. Le mandarás un mensaje antes de entregar el celular. Muévelo.

Lo que llaman un amor prohibido. [LGTB] © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora