«No despiertes a la bestia si no sabes controlarla».
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CAPÍTULO 28
—Betsy Blair—
Puede que nunca me canse de mirar a Lía, siempre lo he hecho porque me gustan sus gestos y por su bonita cara, pero hoy no la miro por esas razones. Hace más de dos días que Lía parece distante, está golpeada y dice que fue con la puerta de su habitación. Le he preguntado qué le pasó y solo sonríe cambiando el tema, la conozco tanto que sé que algo tuvo que pasarle para que esté tan lejana al mundo.
Hoy quise darle un beso cuando estábamos solas y ella se hizo a un lado, sí es extraño porque no había pasado eso. Suele vestir con ropa que deja un poco a la vista y ahora trae camisas largas. Esto no puede seguir así. Me levanto de mi silla, iré donde ella, la profesora todavía no ha llegado. Me voy acercando y antes veo a Harry decirle algo en el oído. Se ha vuelto rígida, sus ojos llenos de lágrimas y su cara está roja.
—¿Qué te dijo Harry? Parece que te afectó mucho —me siento a su lado.
—Tonterías, sabes cómo es.
—Seamos sinceras, yo te conozco demasiado para saber cuando algo te pasa, y este es un momento de esos, así que me dices ahora ¿qué tienes?
—Otra loca. No tengo nada y fue lo que le dije a los chicos cuando preguntaron —voltea a verme por unos segundos—. ¿Tú me dejarías de querer si te das cuenta que ya no valgo nada como mujer? —Suelta de repente su pregunta, dejándome atónita.
—Eres más de lo que pensaba tener, y claro que no te dejaría de querer —la tomo del brazo y se queja—. ¿Qué tienes en el brazo? —No me responde y sabiendo que puede irse le levanto las mangas de la camisa y quedo sorprendida con lo que veo. Tiene los brazos llenos de moretones y ronchas llenas de sangre—. ¿Quién te hizo esto?
—Solo es una alergia, el desayuno me cayó mal —evade el tema cuando ve entrar a la profesora. Claro que no es una alergia, Lía tiene la piel vuelta nada y eso fue que se hizo daño ella misma.
La profesora sigue hablando y aunque parezca que presto atención, no es así. No puedo dejar de pensar que Lía tiene algún problema, desde hace más de dos días que no pude venir a clases ella está así, su estado de ánimo está por los suelos, a pesar de que ella quiere demostrar que está igual que siempre. Cuando queremos a alguien nos damos cuenta las veces que están mal así cubra esa tristeza con una sonrisa. La clase termina y voy directo a las sillas de atrás donde está Lía, pero ella solo toma sus libros y sale de prisa.
—Ya tiene días así —una voz habla detrás de mí. Berni—. La última vez que hubo clases hasta tarde yo no quise venir, y ella llegó muy tarde. Con unos golpes y cuando la escuché llorando y tirar las cosas fui a ver qué le pasaba y solo me sacó de la habitación.
—Está mal, tiene la sangre resaltada en sus brazos. ¿Tus papás le han pegado?
—No. Ellos ni se han dado cuenta que mi hermana está así —se pasa la mano por la nariz—. Habla con ella, ¿puedes?
—Sí, ya vengo.
Busco a Lía por la cafetería y algunos salones donde supongo que está, pero no. Decido ir a la parte de la biblioteca y estoy por resignarme hasta que escucho sollozos que vienen de la parte de atrás de los estantes. Por curiosidad, me asomo y veo que es Lía que tiene sus rodillas abrazadas, está llorando. Me acerco sin hacer ruido y paso mi brazo por encima de su hombro, deja su cabeza pegada a mí y llora de tal manera que no puedo evitar que las lágrimas se me salgan.
Algo grave tuvo que pasar para que ella esté así tan frágil, Lía es muy fuerte y no se derrumba ante cualquier cosa. Acaricio su cabello y sigue llorando, dice algunas cosas, pero no logro entenderla. Se mira muy mal y me jode verla así ante mí. Pasan unos minutos y se va calmando, las dos nos quedamos en silencio mirando a la nada, no digo nada porque no quiero hacerla sentir peor. Me atrevo a mirarla y tiene la nariz roja y sus ojos hinchados.
—Gracias por estar aquí conmigo, te necesitaba —su voz ya no es suave, ahora está aguda por todo lo que lloró—. Has estado para mí siempre. Te quiero.
—Sabes que haría todo por ti —me ruedo para quedar de rodillas frente a ella, llevo mi mano a su mejilla y la acaricio con ternura. Cierra sus ojos y sonríe a medias—. ¿Qué te pasó, mi niña? ¿Quién te tiene tan triste?
—¿Sabes? Tengo un dolor aquí en el pecho que no me deja ser feliz, un dolor de esos que te matan por dentro y aquí en el mundo real debes sonreírle a todos —deja salir aire por su boca—. Un dolor que nunca se va, y debes aprender a vivir con eso. No me pidas que te cuente por qué estoy así, no te diré nada. Solo date cuenta que no soy tan fuerte como parezco y puedo arrastrarte al vacío del dolor, la rabia y el rencor.
¿Por qué habla así? ¿Qué dolor? ¿Quién la dejó tan dolida?
—¿Te han lastimado? —Me mira directo a los ojos con una pequeña sonrisa.
—Me mataron, Bet, me mataron —repite una y otra vez—. Pasé de ser tan grande como el sol, a ser tan pequeña como un grano de maíz. Mi luz se apagó.
Y fue ahí donde entendí que ella no me iba a decir lo que había pasado, pero sí me había dejado claro que la destruyeron. Le duele el alma y está pasando por un momento muy difícil, la quiero y debo estar con ella para que no cometa un error. Me afirmo sobre mis rodillas y le doy un beso en su frente para luego decirle con voz fina—. No pueden matar a quien ha tenido las peores batallas, eres valiente.
El amor tiene tantas maneras de demostrarse, no solo son besos y caricias. Es cuidar y estar en todos los instantes que nos necesiten, Lía me necesita y estaré para ella hasta por encima de sus papás, ellos no me quieren y creo que cuando sepan de nuestra relación va a ser peor.
—¡Ay, pero que ternura! —Me aparto de Lía cuando escucho la voz de Briandy. Viene acompañada de Zaira—. ¿Quieren que les traiga mi cama? Digo, así pueden abrazarse con más comodidad.
—Déjanos en paz, Briandy —ambas nos levantamos—. Lía no está pasando por un buen momento, ten consideración.
—¿Se le partió una uña, o se le dañó el esmalte? Porque esos son los únicos problemas que puede tener alguien como ella —Zaira se ríe con arrogancia—. Que tonta.
—Mi único problema es que tu padre no me lo supo hacer como yo quería, es tan malo en la cama, ¡ups! Se me olvidó que por eso lo dejó tu mamá —Briandy saca su mano dándole una cachetada a Lía por lo que ha dicho, y es donde ella le regresa dos cachetadas de seguido—. ¡A mí nadie me pega! ¡¿Me escuchaste?!
—¡A mi amiga no la golpeas! —Interviene Zaira dándole un golpe en la cara y sin más Lía le manda un golpe que la hace caer al piso.
—¡Dije que a mí nadie me pega, y menos un par de locas como ustedes! —Les grita con mechones de cabello en su cara. La agarro por la cintura cuando camina hasta las chicas—. Puedo ser muy amiga tuya, Briandy, pero no te permito que me vengas a pegar, y déjame decirte que no vas a terminar nada bien siendo amiga de esta regalada. Zaira solo te va a utilizar y luego te hará la vida imposible.
—¡Brujas! —Les digo antes de irme corriendo para alcanzar a Lía, la chica es brava, mira que darle de cachetadas a dos al tiempo. ¡Esa es mi novia!
Vamos caminando por el pasillo y vemos un grupo de chicos pegados a los casilleros, entre ellos Harry. Lía se detiene por unos segundos y sus miradas se encuentran, él le sonríe como si hubiera algo entre ellos y Lía solo aparta la mirada y sigue caminando.
—¿Qué fue eso? —Seguimos caminando.
—Ya deja de preguntar tanto, eso no fue nada —se detiene—. Deja de seguirme, me iré a casa.
Ya no me cabe duda que algo pasó con Lía esa noche que salió tarde de la universidad, y que por alguna razón mis amigos y yo no pudimos venir. No me quedaré de brazos cruzados y sabré qué chingados está pasando, y por qué parece que Lía le teme a Harry, cuando hace días lo desafiaba. Es hora de saber la verdad.
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Lo que llaman un amor prohibido. [LGTB] © #1
Ficção AdolescenteLía Sellers. Una adolescente británica de diecinueve años. Va en segundo semestre de psicología en la universidad King'sOxf. Su vida se ve marcada cuando descubre que ha empezado a sentir amor por una chica. Ante los ojos de sus padres dejará de ser...