22. ¡Te lo juro!

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«Puede que el dinero mueva al mundo, pero no mueve los corazones».

[....]

                      CAPITULO 22

—Lía Sellers—

Ha pasado la mañana, y el sol ya se ha hecho presente. He pasado todo el día con Betsy atendiendo a Keindy y a Berni. Ha sido estresante obligar a mi hermana que coma algo, cuando ella solo se queja por todo y se enoja tirando las cosas.

Estoy decidida a hablar con mis papás sobre la salud de Berni. Yo puedo cuidarla, pero necesito estudiar y ellos no me están ayudando en nada. Toco la puerta del despacho de mi papá y escucho un suave “pase”. Empujo la puerta y entro encontrando a mis papás.

Mi madre se está aplicando algún tipo de esmalte en sus uñas, y mi papá tiene su taza de café en sus manos. «Ojalá todo salga bien, y ellos entiendan».

—Desde que dejaste de ser una niña ya no venías aquí —papá se levanta dejando a un lado su café. Me abraza por encima de los hombros—. Sucede algo, ¿cierto?

—De hecho, sí. Quiero hablar con ustedes —empiezo por decir—. Quiero que busquen una enfermera que cuide a mi hermana, yo debo regresar a la universidad.

—Dejaras tirada a tu hermana, ¿a eso le llamas amor? —Mamá deja de pintarse las uñas para mirarme—. Presumes ser la mejor hermana, y ahora que Berni te necesita la vas a dejar tirada. Eres una hipócrita, hija.

—Mamá, respeta.

—Hija, lo siento, pero no podemos buscar una enfermera, pasamos en el trabajo y no podemos meter a cualquiera a la casa. Lo mejor va a ser que le pidas a esa amiga tuya que regrese a su casa, y de esa manera tienes tiempo libre para cuidar a tu hermana.

Gracias, papá, gracias por ese apoyo.

—No puedo pedirle eso a Keindy, ella no tiene quien la cuide. Ayúdenme.

—Deja el drama, y déjanos solos —dice mamá haciéndome una seña con sus manos para que salga—. Olvídate de esa enfermera, no gastaremos un peso en algo tan tonto.

¡Joder, por qué no pueden ser comprensibles!

—Como siempre no cuento con ustedes.

Me doy la vuelta para irme y papá me detiene. Pienso que me va a decir que sí traerán una enfermera, pero no es así.

—Ya atraparon a los tipos que golpearon a las chicas, mañana iré hablar con ellos y saber por qué hicieron semejante bajeza —me quedo estática al escuchar eso, si mis papás saben la verdad le irá como en feria a mi hermana. Esos hombres no se van a callar, y seguro no tienen nada que perder—. Mañana será el día de la verdad, y voy a hundir a esos tipos, porque nadie se mete con mi familia.

—Que paguen por lo que hicieron.

Es obvio que por más tranquila que suene, no lo estoy. Si mi papá ve a esos hombres antes que yo, todo se irá al carajo. Busco a Betsy para contarle todo, y su cara casi cae al suelo cuando le cuento lo que dijo papá.

—¡¿Qué?! —Sus ojos se abren cuando termino de hablar—. ¡En la torre! —Se pega en la frente—. Lo mejor es que vayamos ahora mismo a buscarlos, si tu papá habla con ellos antes que nosotras estamos perdidas.

—Me arreglo rapidísimo y nos vamos —miro para todos lados y como no veo a nadie le doy un beso en los labios—. ¡Nos vemos en cinco minutos!

Subo corriendo las escaleras y recuerdo que no sé dónde tienen a esos hombres, me regreso para ver qué escucho en el despacho de mi padre, y cuando me acerco los escucho mencionar alguna estación de policía. —Ahí deben tenerlos —. Me voy a mi habitación y me visto con rapidez, atando mi cabello en un moño bajo.

Lo que llaman un amor prohibido. [LGTB] © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora