39. La condición

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«A tu lado no hay nada a lo que pueda negarme».

[...]

                   CAPÍTULO 39

—Lía Sellers—

La despedida con mi hermana fue muy dolorosa, verla llorar como si fuera una bebé me encogió el corazón. No quería dejarla ahí, mi hermana no le gusta la soledad, pero sé que saldrá siendo la misma de antes y eso pasa mi preocupación. Como pasé toda la noche fuera de casa buscando a mi hermana y llego casi a la una de la mañana tengo una culebra frente a mí: mamá.

Ella está segura que me quedé con Betsy, y no fue así. Después que llevamos a mi hermana solo nos quedamos unos minutos solas porque ella está segura que yo no quiero saber nada de lo que teníamos, cuando fue ella quien no me buscó después que me dejó en el hospital, está claro que no quiere una chica con la cara marcada, pudiendo tener una chica bonita a su lado; como lo es Mafe. Todo el tiempo digo que Mafe es bien fea, pero no es así, simplemente no me cae bien, y es muy pequeña en estatura.

—¿Pasaste toda la noche con esa chica? Si estás aquí es porque ella no supo cuidarte y por eso ahora llevas esa marca en la cara. Dime ¿quién se va a fijar en ti ahora? Ella no, porque hasta te dejó tirada en el hospital —mamá tiene razón en cada palabra que dice—. Eres tan patética, ya deja de buscar a Betsy, tú no eres como ella.

—Me quedé con mis amigos, puedes llamar a preguntar si quieres, sí estuvo Betsy, pero no hablamos —la tranquilizo—. Mamá, que no esté con ella no quiere decir que no la quiera, ¿vale?

—Se te pasará —dice despreocupada—. Tienes muchos chicos detrás de ti, bueno, tenías. Pero no importa, ya estamos viendo lo de un cirujano que te quite esa marca tan horrenda de la cara. Súbete a tu habitación.

—Está bien, mamá.

—Espera —me detiene—. ¿Tu amiguita no te dijo nada sobre algún nombre que mencionó tu hermana hace algunas semanas en el hospital?

—No que yo recuerde —arrugo un poco mi frente recordando—. ¿Por qué?

—Nada, ya puedes irte a tu habitación, duerme un poco.

Que extraño que mamá pregunte por algo así, ella nunca quiere tener conversaciones conmigo. Siempre pasamos discutiendo, y ella humillándome como últimamente lo sabe hacer. Me tiro en mi cama y no creo que quiera levantarme a bañarme, estoy muy cansada. Me estoy quedando dormida y siento mi móvil vibrar en mi bolso, lo saco y sonrío mirando que es un mensaje de Betsy.

Baja, estoy a dos casas después de la tuya.

Guardo mi celular para no responder, pero llega otro mensaje.

—Ven, por favor.

Ya me pueden decir débil, pero es que Betsy es Betsy donde se meta, y no puedo dejarla allá fuera con tanto frío, ok no. Quiero estar cerca de ella y esa es la única verdad. Le pongo seguro a la puerta de mi habitación, me pongo una bata de dormir y me salgo por la ventana, no creo que se den cuenta que no estoy por unas horitas. Miro el auto de Betsy y como si me viera no toco porque ya tiene la puerta abierta. Me subo al auto y nos quedamos viendo.

—No vine hasta aquí para verte la cara, ¿entonces?

—Para mañana es tarde —dice y me saca la bata por encima de mis brazos, bajo su asiento para subirme encima de ella. Desabrocho sus shores de color lila y meto mi mano en sus bragas que trae el pene con arnés. Busca mis labios y los muerde a medida que yo afirmo mi mano en su sexo y el caliente que puedo sentir es lo mejor que hay. Me quejo cuando aprieta mi labio y siento el sabor de la sangre, introduzco mi dedo en su sexo y lo giro sin hacerle daño. Puedo escuchar cómo se queja y arqueo mi espalda cuando siento sus manos acariciarme y segundos después me introduce su dedo.

—Juro que si alguien nos ve en esto no te la vas a acabar —hundo mi cabeza en su blusa para chupar sus senos, los muerdo logrando que gima en voz alta y saque su dedo de mi sexo para meterlo de nuevo. Le saco la blusa y los tomo en mi mano. Me pego a ellos con el deseo que me carcome y después me voy a sus labios que me reciben sin problema. Nos tocamos cada centímetro de nuestra piel, me atrevo a bajar por su cuerpo y separar sus labios. Lamo mis labios mirando su parte íntima, no puede ser posible que esto me excite tanto, parece que sí es cierto que dos mujeres al tener sexo tienen mejores orgasmos que cualquiera—. Por más pecado que sea esto no evitaré comerme algo así.

Sube sus piernas a mis hombros y empiezo a lamer sus labios mayor y menor, con mi lengua acaricio por dentro hasta encontrar su clítoris, y es ahí es donde meto dos dedos en su sexo y los muevo mientras mi lengua juega con su clítoris y mi mano libre toca sus senos. Su mano en mi cabeza me hace saber que le está gustando, acelero y siento nuestras respiraciones mezclarse.

—¡Joder! —Levanto la mirada y veo cómo muerde sus labios y aprieta sus senos con sus manos. Me encantan sus manos en mi cintura y mis manos afirmadas a los asientos me permiten moverme con rapidez y de manera lenta. Estoy tan mojada que el proceso se hace mucho más fácil, nos besamos olvidando que el mundo existe y nuestras manos no están quietas. Las dos desnudas en un auto en plena madrugada es una locura, pero amo el peligro. Los espasmos empiezan a influir en mi cuerpo y el calor se hace presente.

Cada embestida se siente mejor que la anterior, sus manos en mi trasero son la base perfecta para llegar al mejor de mis orgasmos. Acaricio su parte y hago que llegue al orgasmo junto conmigo y empape mi mano. La miro y meto mis dedos llenos de fluidos en su boca, para después pasar mi lengua por su boca y apretar su cara en mis manos para besarla—. Puede que me hayas dejado, pero mía ya eres, y puedes estar con muchas chicas, porque siempre las tocaras pensando en mí —susurro cerca de sus labios y veo cómo su pecho sube y baja de manera anormal. Está muy excitada—. ¡Mmmm!

De todas las veces que estuve con Carper y Eydan no sentí nada comparado al fuego y el deseo que siento ahora. Los dos no eran tan malos, sencillamente no sentía tantas ganas como ahora. Hago que sus fluidos llenen mi boca, los saboreo con total descaro. Con torpeza me deja debajo de ella y me saca mis bragas, me hace sentar en sus piernas con mis rodillas flexionadas y puedo sentir la entrada del strack on, se siente la misma sensación de un pene entrando a tu vagina, y es muy rico.

Sus manos en mi cintura y mis manos afirmadas a los asientos me permite moverme con rapidez y de manera lenta. Estoy tan mojada que el proceso se hace mucho más fácil.

—Me... me voy a venir —gimo. Sale de mí dejado un gran vacío y me penetra desde atrás con más fuerza—. ¡Ahhh! ¡No aguanto un segundo más!

No soporto más y siento mucha calor. No pasa ni un minuto cuando siento mis fluidos bajar por mis piernas y sé que me he corrido. Siento mucho placer.

Me bajo de las piernas de Betsy después que ya mi respiración se ha estabilizado. Recojo mi ropa para vestirme y ella hace lo mismo, nos acomodamos en los asientos y no sé por qué empezamos a reírnos como dos tontas. La pasamos tan bien que no quiero estar lejos de ella.

—Oye, yo no quiero que nada acabe entre nosotras —me trago mi orgullo—. Te amo y me está doliendo que me quieras lejos de ti. Ya sé que no quisiste saber nada de mí en este mes que pasó, pero yo sí quiero estar contigo.

—¿Que no quise saber de ti? —Se ríe sin ganas—. Me arrepentí después de terminar contigo, y sí te busqué muchas veces, pero tus papás no me dejaban verte. Incluso, me dijeron que tú estabas con Harry.

—Parece que nos engañaron a las dos —dejo mi cabeza en sus piernas—. ¿Y si olvidamos todo y hacemos como si nada?

—Solo hay una condición —juega con mi cabello—. Que no nos ocultemos de nadie, que tengamos una relación normal.

—Me parece muy buena esa condición, porque no quiero que nos ocultemos de nadie si no hacemos nada malo —baja su cabeza para darme un rápido beso—. Bet, solo quiero aclararte que a mí no me importa lo que digan los demás, yo te quiero y era obvio que nos íbamos a exponer a las burlas, es algo que han normalizado sabiendo el daño que hacen.

—¿Estás dispuesta a soportar lo que se viene? El hecho de ser chicas hace que todo sea difícil. Hay miles de personas que no aprueban las relaciones homosexuales, y tú lo sabes, lo has vivido en carne propia.

—No me importa el mundo, me importas tú.

Y no mentía, me valía bien poquito lo que pensarán todos. No quiero que esté lejos de mí, no cuando ya no sé estar sin su presencia. Esta maldita loca se robó mi corazón.

Lo que llaman un amor prohibido. [LGTB] © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora