«Nunca verás un río con su corriente en reversa».
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CAPÍTULO 40
—Narradora omnisciente—
El mundo se puede poner boca abajo, pero si algo tiene que pasar y su propósito es ese, nadie puede evitarlo, ni siquiera una persona con tanto odio en el corazón. Cada día que va pasando ha sido el propio infierno para Berni, quisiera salir corriendo y abandonar su rehabilitación. La desintoxicación ha sido muy dura, las ganas de tomar alcohol pasan por ratos, pero otras veces se siente mejor. La ansiedad permanece en su cuerpo y aunque quiera salir corriendo no lo hace. Para nadie en un estado de adicción es fácil salir adelante, el encierro los agobia y pueden ponerse agresivos sin percatarse del daño que hacen.
Aquí todos saben que nadie es puro amor, y lo está viviendo Lía en carne propia al ver todo lo que han hecho sus padres para separarla de Betsy. Su relación la hicieron pública sabiendo todo lo que se venía, y que tal vez podría ser peor, han soportado las humillaciones de sus compañeros en la universidad, y al darse cuenta que nada es fácil las hizo aferrarse más. Que las quisieran sacar de la universidad fue un golpe muy duro para las dos y ninguna se dejó sacar, pasaron muchas cosas juntas, pero siguen en la misma universidad. Las dos ahora trabajan para cubrir algunos gastos, la familia de Lía le ha cortado su ayuda y si sigue en la universidad es porque ya estaba paga desde antes.
Lía decidió vivir sola y lejos de sus padres, no porque no los quiera, sino porque la han hecho sentir miserable cada vez que quieren. Nadie ha tenido días color rosa, hasta los malos saben qué es el sufrimiento. ¿Hay una tercera Sellers Dallas? ¿Quién es Judith? ¿Quién es realmente el respetable señor Sellers? Muchas preguntas sin respuesta, y solo una persona tiene todas las respuestas que en algún momento todos querrán saber. Hay pasados dolorosos que no son nuestros, pero duelen y pueden que exploten salpicándolos de fango. Porque sí, hasta nuestra mayor admiración se puede caer del pedestal y romperse como un ídolo de barro.
Los secretos no son secretos hasta que alguien más lo sabe. ¿Quién está detrás del accidente de Lía? ¿Por qué nadie quiso seguir investigando sobre su herida de la cara? Llegará el día perfecto y las verdades explotarán. Se puede oler el miedo producido por todos, el miedo que sienten algunas personas por sus más íntimos secretos que pueden salir a la luz.
—Betsy Blair—
—¿Qué hace aquí, señora Dallas? —De manera calmada le pregunto al verla. No puede ser posible que ni en mi casa pueda estar tranquila, y si está aquí nada bueno será—. Lo menos que quiero es problemas con usted, así que si vino a eso se puede ir.
—Te vengo a exigir que te alejes de mi hija, la operación de su cicatriz fue muy buena y ahora que ha vuelto a ser la chica hermosa de siempre no la quiero contigo. Tú sabes que Lía no es lesbiana como tú y solo está contigo por presión —saca su chequera y me pasa un cheque con varios ceros que pueden ser una tentación para cualquiera—. Todo ese dinero es tuyo, lo único que debes hacer es decirle a mi hija que estabas confundida y no la amas como creíste.
—¿Y si no lo acepto me mandará a golpear como a su hermana? —Sus ojos se abren al escucharme hablar—. Los baños de pureza no le sirvieron de nada, ¿he? Mandar a golpear a su hermana solo porque...
—No hables sin saber, yo tengo años que no veo a mi hermana y si así fuera ese no sería tu problema —me frena en seco—. Acepta el dinero, no vas a depender de nadie por años.
—Tome ese dinero y vea si compra una vida y me deja la mía en paz, su dinero lo puedo tomar como papel para mi culo. Y solo quiero que sepa que puede negarse a las verdades, pero yo sé que usted mandó a golpear a su hermana porque también se enamoró de su esposo y las dos están casadas con él —me voltea la cara con una cachetada, y por más que quiera soportarla no puedo y le devuelvo el golpe—. ¡A mí me respeta!
—Si no te callas tu maldita boca te mandaré al lugar de donde nadie vuelve —me aprieta la muñeca—. Si tu vida todavía no es un infierno, prepárate, acabas de lograrlo.
—Puede ser la mamá de la chica que quiero, pero no se olvide que puedo destruirla también —la alejo—. Acepte que tiene una hija lesbiana y otra bisexual. Eso no las hace menos.
—Mugre gata, asegúrate de haberme destruido bien, porque juro que por mis hijas soy capaz de matarte.
La sinceridad en sus ojos me hace pensar que lo dice en serio y que sí fue ella la que mandó a golpear a su hermana. Esa señora que tropecé fuera del hospital el día que Lía estaba internada me ha mostrado la verdadera cara del señor Sellers, es todo lo que nadie piensa.
Me aclaro la voz y sin apartar mi mirada le digo: —¿Sabe usted que después de la muerte hay vida? Si no se me hace en esta vida con su hija será en la otra.
Me mira con desprecio y se aleja de mi casa, no le caigo nada bien a esta señora, es más, piensa que nunca he sido una buena consejera para su hermosa hija. Ellos se niegan a aceptar que no fui yo la que le metió ideas locas a Lía. Ellos con eso que solo nacemos para casarnos y que los amores homosexuales no existen, se volverán locos. ¡Joder, claro que existen! Por algo se dan las marchas LGTB, y si a ella se le olvida eso, se lo irán a recordar siempre.
Yo soy orgullosamente homosexual, y a pesar de que he vivido la discriminación por parte de inmaduros, me da igual. Yo no nací para prestarle atención a personas sin media neurona. He soportado críticas de personas que adoraba, incluso, pensé que papá me apoyaba en todo esto y resulta que hace mucho no lo veo. Por más preguntas que le haga a mamá ella siempre dirá lo mismo: tu padre está trabajando, ya sabes cómo es. Pues no, ya no tengo la menor idea de quién es papá.
Estoy por cerrar la puerta cuando alguien mete el pie para evitar que se cierre. Veo quien es cuando aparece enfrente de mí: Carper.
—¿Qué demonios buscas aquí? —Dejo ver mi enojo. Está horrible, huele mal y su cara está muy pálida.
—Lo siento, necesito saber dónde puedo conseguir a Brian, es que le he marcado y nada. Ayer salimos muy mal y desde ahí no me responde.
—Si mi amigo se hizo algo por tu culpa te las cobraré —me tapo la nariz porque sí huele fatal—. No mereces ni que te tiren un gas de esos mal olientes, pero si voy contigo moriré en el camino, apestas a perro mojado. Te darás un baño e iremos a buscar a tu amorcito.
—No es mi amorcito.
—Sí lo es.
—¡Que no lo es!
—Si te pones al brinco es por algo, así que es tu amorcito, además, te dio por el cuchito.
—Será por el chiquito.
—Ah, pero sí sabes que era eso, sí sabes que es que le diste el de atrás. Te enamoraste de Brian y solo porque vives pendiente a lo que dice el mundo lo dejaste ir. Hermano, déjame decirte que usted vale una catapila de mierda, eso vales.
—Mi peor error fue venir aquí.
—Será tu mejor decisión —recuerdo lo que le hizo a Brian y le doy un golpe en la nariz—. Eso es por jugar con mi amigo.
—Ya bájele, le iré a confesar que me enamoré de él, ¡me enamoré! —Se fija que lo ha gritado y se queda callado—. Haz que nunca dije eso.
—Vales huevo, pero amas a mi amigo. Eso es lo que llaman un amor prohibido, y tú vas a luchar por tenerlo. Aquí no se vale perder, no se vale.
—Los amores prohibidos también duelen.
—Todos los amores duelen, Carper. Aquí no hay excepciones.
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Lo que llaman un amor prohibido. [LGTB] © #1
Teen FictionLía Sellers. Una adolescente británica de diecinueve años. Va en segundo semestre de psicología en la universidad King'sOxf. Su vida se ve marcada cuando descubre que ha empezado a sentir amor por una chica. Ante los ojos de sus padres dejará de ser...