29. Conversaciones

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«Seamos sinceros, y dejemos que el dolor salga».

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                    CAPITULO 29

—Especial Eydan—

Mirar atrás puede ser muy doloroso, incluso, tenebroso. Cuando me fui sabía que me iba a doler dejar a Lía, y así fue: cada noche lloraba porque quería estar cerca de ella, pero sabía que su corazón era de alguien más, aunque ni ella misma lo supiera. Hace meses que regresé y la miré de nuevo recordé todos los momentos que pasamos juntos, pero ya no la miraba como una mujer, ahora era mi amiga. La quiero por como es, y justo eso es lo que me está doliendo al verla tan mal.

La chica de sonrisa bonita se ha ido, sus ojos no tienen ese brillo con el que la conocí, y me duele saber que algo pasó con ella y no quiere decir. Esconderse detrás de sus miedos ahora es su mayor talento, quiero ayudarla, y no se deja. Dejo salir aire por mi boca formando un chistoso sonido y sonrío mirando a Lía dormir, vine a verla y pasamos el día juntos, bueno, en realidad, vine con Irene que está en la cocina buscando qué comer.

—¿La quieres? —Hablando del rey de Roma y el que se asoma. Irene viene con una bandeja llena de comida.

—Sí, y mucho —le lleno la nariz de alguna salsa que trae para sus papas—. Me duele verla tan triste, parece que su cuerpo está con nosotros, pero ella se mira distante.

—Lía es una buena chica, es la única que no me tilda de rara por llevar el cabello pintado cuando quiero o porque me gusta el rock —va a colocar la bandeja en la mesa y se tropieza. Reacciono antes que caiga al suelo y no sé cómo termina en mis piernas—. ¡Oh, por Dios, lo siento!

Se hace a un lado cuando me voy acercando a sus labios. Y es que sí, me gusta Irene y se lo he dicho, pero ella se niega a estar conmigo. Dice que no quiere sufrir.

—Te vieras lo bonita que te ves estando toda roja —me mira enarcando sus cejas—. Si me sigues viendo así pensaré que todos tus sentidos gritan "cómeme, cómeme".

Se ríe negando con su cabeza.

—Aquí tú no eres poeta, ¿ok? —Mastica sus papas—. Y estamos cuidando de Lía, así que no te hagas ilusiones.

—Te puedo hacer las bragas a un lado y por ahí follamos.

—No pues, ¿Apolo dos? Alías dedos locos.

Se ríe dejándome perdido y no sé ni quién es ese tal Apolo dedos locos. Irene me gusta y he decidido que después de ver a mi Lía de antes, la buscaré y haré todo para que esté conmigo. Ahora solo debo hacer que Lía sea como antes y así todos felices. ¡Vamos Eydaconda! ¡Vamos por ese culito!

—Especial Zhair

—¿Crees que no te estás destruyendo tú solita actuando como si nada te importara? —Resignado detengo a Lía, estamos en un parque y me tocó rogarle para que viniera conmigo. No quiere salir y eso solo le hace daño—. Me duele verte tan mal, esa no es la Lía que yo conozco.

—Nada puede ser como antes, nada puede compararse con el dolor que siento aquí —se pone la mano en su pecho—. No puedo olvidar, cierro los ojos y ellos están ahí, nunca más estaré en paz, y quisiera no mirar hacia atrás, pero estoy devastada —me mira. Tiene unas ojeras bastante notables y suelta lo que no esperaba—. Me violaron.

La pego a mi pecho y siento cómo moja mi brazo con sus lágrimas, esta chica ha sufrido todo esto en silencio y no sé por qué no me contó esto antes. Nos alejamos un poco y verla llorar solo aumenta mi coraje y empiezo a gritar y a darle patadas a todo lo que está a mi alrededor.

Lo que llaman un amor prohibido. [LGTB] © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora