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04:07am

—No tienes resistencia

—Cállate, estoy bien

Claro que no lo estaba.

Se habían ido al cuarto de Hyunjin y encendieron la televisión, retándose constantemente a beber shots de alcohol puro solo para molestarse mientras jugaban, ignorando por completo la película que se reproducía en la pantalla.

Era irónico porque ninguno tenía mucho soporte, Hyunjin podía aguantar un poco más, pero Jeongin era bueno fingiendo que seguía estable, por lo que le gustaba fastidiar al mayor repitiéndole todo el tiempo que ya sus cinco sentidos se habían desvanecido.

—¿Cuántos dedos hay aquí?— Se burló una vez más, alzando dos dedos frente a su rostro, Hwang tomando su muñeca para alejarla.

—Dos— Respondió con obviedad—. Eres insoportable cuando estás borracho

—Gracias, y no, no lo estoy. Soy naturalmente molesto

—Tus mejillas sonrojadas y el hipo no son muy convincentes, lindo

Así estuvieron más tiempo del que pensaron, el reloj avanzaba y ellos continuaban tragando vaso tras vaso, llegaron al punto en que se habían olvidado de fastidiarse y ahora comenzaban a, incluso, darle en la boca al otro. Hyunjin estaba sentado en el suelo, apoyando su espalda en el borde de la cama, sus piernas abiertas y estiradas mientras Jeongin se mantenía arrodillado entre estas.

Había encontrando stickers que el más alto tenía sobre su escritorio, y comenzó a repartirlos por todo su rostro, Hyunjin colocando algunos también en la piel ajena, y cuando Yang bajó la cabeza para sacar más, el pelinegro aprovechó para acercarse y dar un pequeño beso en sus labios.

No se separó del todo, y volvió a estamparlos de forma suave, quitándole el plástico con pegatinas al menor para dejarlo a un lado, tomando su cintura con ambas manos y acercándolo un poco más. Jeongin puso sus palmas en el cuello adverso, uniendo sus belfos tiernamente y, de vez en cuando, el mayor mordiéndole el inferior, atreviéndose a internar su lengua con cuidado.

No se quejaba, y no sabía si era porque estaba demasiado ebrio como para ser consciente de lo que hacían o directamente quería hacerlo.

Quizás un poco de las dos.

Paraban a momentos, y Jeongin se detuvo cuando escuchó la lluvia iniciando golpes en el techo del edificio, las gotas resbalando por las ventanas haciendo ambiente además de sus labios juntos.

Se dio la vuelta y atrajo sus piernas un poco hacia su pecho, reposando la espalda en Hyunjin, quien seguía abrazando su torso con los brazos.

Así se quedaron unos buenos minutos, sin decir palabra, solo en el cómodo silencio rellenado con lágrimas de la naturaleza, sus manos entrelazadas cuando el menor buscó para hacerlo.

—¿Hyung?— Habló de pronto.

—¿Mhm?

—¿Qué pasó con tus papás?

La pregunta habría tomado por más sorpresa al pelinegro, pero ya estaba en tanta confianza con Jeongin, que podía preguntarle hasta por su primera vez y se la contaría con lujo de detalle.

—Me odian— Respondió con simpleza.

—¿Por qué?

—Porque me gustan los chicos

—¿Por eso te fuiste de casa?

—Sí— Soltó un leve suspiro, acomodándose un poco más antes de seguir hablando—. Yo estaba en mi último año escolar, salía con Felix a escondidas, incluso iba muy seguido a mi casa, y cuando se los dije... Mi mamá directamente no me dirigió más la palabra, y mi papá me gritó que era una vergüenza para la familia. Me dijeron que apenas terminara la universidad, me tenía que ir porque ellos ya no soportaban verme la cara

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