Babi Store | Minsung

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Terminó de acomodar el rubor en sus mejillas frente al espejo, arreglando su cabello por milésima vez y asegurándose de tener bien puesta la ropa que traía debajo.

Si bien, dijo que llevaba únicamente su sudadera, era claro que vestía ropa interior igualmente.

Todos sus sentidos se detuvieron cuando el timbre de la casa sonó, tomando aire y yendo hasta la puerta principal, visualizando por el ojo cristalino de la madera para ver al mayor ahí parado, esperando por ser recibido.

Sintió sus mofletes arder levemente, y contó hasta tres antes de abrir, al fin cruzando miradas con el castaño quien le sonrió dulcemente.

Aunque pudo notar esa leve escaneada de pies a cabeza que le había dado.

—¿Llegué a la hora correcta?

Asintió luego de salir del trance en el que se había estancado, haciéndose a un lado para dejar al chico pasar, depositando sus zapatos en el pequeño cajón al costado de la entrada.

No podía quitar los ojos del menor, y aguantó las fuertes ganas de abrazar a Jisung cuando lo vio parado con la visión clavada en el suelo, pasando su propio peso de un piecito a otro.

—Traje tu regalo— Dijo para romper el hielo, extendiéndole la caja color blanco que había traído.

—G-Gracias— Lo recibió con un venia algo torpe, indicándole que pasara al salón para que pudiese tomar asiento.

—Los hice algo apurado, espero que te gusten de todas formas

—Si lo cocinó usted... tengo buenas expectativas

Ambos rieron y se ubicaron en el sofá grande, Han abriendo la tapa con cuidado y sacando uno de los panquecillos, quitando el borde de papel para dar un mordisco. Sus cejas se alzaron y sus ojitos se iluminaron, el sabor se sentía tan dulce y delicioso en su paladar que hasta sus párpados se encorvaron en dos medias lunas.

—¿Y bien?

—¡Están muy ricos!— Dijo apenas, luego de tragar para volver a comer.

Estaba tan concentrado en degustar el pastel que no fue consciente de la mirada que Minho le estaba dedicando, pasando la flexión exterior de su dedo índice por la piel cerca de la boca ajena, donde algo de chocolate había quedado.

—Pareces una pequeña ardillita

Pues sus mejillas estaban infladas al tener la comida acumulada en el interior, haciendo que el rubio masticara el último pedazo para después tomar la botella de agua sobre la mesa y beber un poco. Amaba las cosas dulces, pero le causaban mucha sed.

—¿U-Usted no quiere uno?

—Ya comí en casa, no te preocupes

—Qué suerte ser usted

—¿Por qué?— Preguntó confundido, Jisung acurrucándose de lado en el borde del sofá y tomando el control remoto para encender la televisión.

Puso un canal en el que sólo pasaban música, y así esto hiciera algo de ambiente para evitar sentir la tensión perforarle los poros.

—Sabe cocinar muy bien, ha de darse buenos gustos... yo apenas se tostar pan

—¿Y vives solo?

Con el pie dio un golpe sin fuerza en la pierna contraria, causando más risas en este último.

—Bien, sé cocinar muchas cosas, pero no son profesionales como las suyas

—¿Sabes cocinar postres?