Capítulo 4

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No me lo podía creer.
- Peeta, ¿estás seguro de eso?
- El agente de la paz que vino me dijo que mi otra compañera se había portado mejor que yo. Sabía que no eras tú porque no parabas de gritar, así que le pregunté quién era y me dijo que era una chica pelirroja, bastante guapa.
- Pero mucha gente encaja en esa descripción- quería pensar que no la tenían aunque me estaba engañando a mí misma.
- Sí, pero entonces me dijo: "Una pena que esté loca, sino sería perfecta"
- Joder...- fue lo único que pude decir.
Vale que nos tengan a nosotros, sabemos defendernos, pero torturar a Annie... Me parece muy cruel, ella no ha hecho nada malo, está aquí por ser la novia de Finnick, porque él la salvara de los juegos.
- ¿Sabes lo que le han hecho?- le pregunto a Peeta unos minutos después.
- No lo sé, y no sé si quiero saberlo...
- ¿Y si intentas hablar con ella? Estás en la celda central, prueba a ver qué tal está.
- Voy a ver.
Entonces me doy cuenta de que llevo otra ropa distinta de la que llevaba en la Arena. No era ese mono gris que todos llevábamos, era como una especie de pijama extraño. ¿Cuándo me lo habrán cambiado?
La chica ávox acaba de entrar en mi celda y al verme extrañada por la ropa que llevo, me hace señas, diciéndome que me lo cambió ella. En cierto modo me alegro que lleve otra ropa por eso, podrían haberme violado o algo por el estilo, viniendo del Capitolio, no me extrañaría.
La bandeja que me ha traído la joven lleva lo de siempre, agua y un plato con comida. Hago ademán de levantarme pero me es imposible, me duele demasiado todo el cuerpo. La ávox se percata de esto y se mete la mano en el bolsillo, mira hacia ambos lados y me da una pequeña pastilla. Acto seguido se va. Me quedo mirando la pastilla, no sé si tomármela. Sé que estando en el Capitolio no puede ser muy seguro porque puede ser veneno o algo así pero algo me dice que no. Sin saber por qué, me fío de esta chica y me tomo la pastilla. Al instante noto mejoría.
Es entonces cuando escucho unos golpecitos en la pared.
- Johanna, acabo de hablar con Annie.
- ¿Y qué tal está? Por favor que esté bien, como la maten no me lo perdonaría Peeta...
- Tranquila, ella está bien, no la han torturado tanto. Según me ha dicho, solo la han atado a una silla y se han burlado de ella y eso, pero nada más.
- Menos mal...
- Johanna, ¿por qué has dicho que si le pasa algo no te lo perdonarías?- entonces caigo, Peeta no sabe nada de eso.
- Verás es un poco largo de contar...
- Jajajajajaja... Otra cosa no pero tiempo tenemos de sobra- no me canso de escucharle reír, me da tranquilidad y seguridad de que seguiremos luchando.
- Está bien, Finnick y yo nos conocemos desde que éramos pequeños, pero perdimos el contacto cuando ganó sus juegos. Total que un año antes de los juegos de Finnick, cuando él tenía 13 años y yo 10, fui de viaje a su distrito, por cuestiones del trabajo de mis padres. Allí conocí a Annie, él me dijo que le gustaba mucho y que si cuando cumpliera 12 años salía en la cosecha, él se presentaría voluntario. Allí Annie tenía 8 años, pero él lo tenía tan claro que se notaba que acabarían juntos. En esa época, mi hermana pequeña tenía la misma edad que Annie y yo le dije a Finnick que yo haría lo mismo por ella. Entonces Finnick y yo prometimos que si alguno de los dos salía elegido en la Cosecha, el otro cuidará de ellas dos. Cuando mi hermana murió por mi culpa, Finnick vino a mi distrito diciéndome que no se lo perdonaría nunca, aunque yo lo dije que era mi culpa pero, de hecho, todavía no se ha perdonado. Ahora ambos debemos proteger a Annie, es una promesa, ella es como mi sobrina y no dejaré que le hagan nada.
- No lo sabía Johanna...
- Nadie lo sabe, solo Finnick y yo, no lo sabe ni Annie y no lo debe saber.
- De acuerdo, confía en mi.

Johanna en SinsajoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora