Capítulo 10

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- Johanna levántate ya. Vamos con 10 minutos de retraso y tienes que recibir a los tributos de este año.
La luz que entra por la habitación me ciega y me cuesta abrir los ojos. "Genial, ha tenido que venir él" , pienso. No es que Marcus, el escolta del Distrito 7 me caiga mal es solo que...
- ¡Johanna que te levantes de una vez!
Es bipolar. Al menos eso creo yo. En estos momentos es cuando más empatizo con Haymitch. Los escoltas lo ven todo muy fácil. Para ellos cada año supone una nueva oportunidad de intentar conseguir algo de fama, siempre y cuando el vencedor sea de su distrito. Para mí cada año me supone enseñar a dos chicos inocentes a sobrevivir en un lugar donde intentan matarlos solo para entretener a una gente extravagante del Capitolio que no ha pasado penurias en su vida. Además los del Distrito 7 no son profesionales como los del 1, el 2 o el 4. Por lo que cada año me supone enviar a dos chicos a una muerte segura.

Me despierto. Estoy en la celda, cómo no. La morflina que me da Lilly hace que me duerma y me produce sueños o más bien alucinaciones demasiado reales. Me dispongo a ir al baño que se encuentra a dos metros de donde estoy ahora mismo para echarme agua en la cara. Oigo la puerta y unos pasitos acercarse. Es Lilly.
- Lilly, estoy en el baño- que tontería decírselo, la celda mide 15 metros cuadrados- Menos mal que has venido, necesito morflina, por favor.
En ese momento Lilly niega con la cabeza y siento como si el mundo se me viniera encima. La morflina es lo único que me da esperanza, con ella consigo evadirme de mi vida, pero Lilly se niega a dármela. ¿Acaso no se da cuenta por lo que estoy pasando? Le quiero gritar, estoy muy enfadada con ella pero cuando me doy cuenta, ya se ha ido.
En ese momento entra un agente de la paz. Los agentes que nos vigilan no llevan casco así que me suelo fijar en su cara y la de este agente me suena mucho. Tardo un tiempo en averiguarlo pero creo que es el agente de la paz que decía cuándo parar con las descargas. Estoy segura.
Extiende un brazo y deja caer en el suelo varias prendas de ropa.
- Póntelas, tenéis reunión con el presidente Snow.
- No pienso ir.
- Si no vienes, vendrá el aquí y, por el bien de la chica pelirroja y el chico, te aconsejo que vengas.
- ¿Para que me quiere?
- Póntelas, en 5 minutos vendrán a por ti.
Cierra la puerta y me quedo mirando la ropa y preguntándome qué querrá Snow de mí. Me visto. Es un conjunto blanco, me recuerda al de los médicos del hospital del Distrito 7. Supongo que esto está mejor que la bata que suelo llevar.
Pasado un tiempo la puerta metálica se abre y varios agentes de la paz entran. Me escoltan por el pasillo. El pasillo es blanco entero. No hay nada que rompa la armonía de color. Abren una puerta y todo cambia. Techos altos, alfombra mullidas, muebles de caoba... Estamos en la mansión presidencial. Repugnante. Solo Snow es capaz de tener una mazmorra en la misma casa donde vive con su nieta.
- Está aquí- dice el agente de la paz
- Que pase.
Se abren dos enormes puertas, dejándome ver lo que hay tras ellas. Snow, al fondo, sentado tras un enorme escritorio de madera maciza. Una gran lámpara de araña en el techo. Justo enfrente de Snow hay una silueta humana sentada de espaldas a mí. Entonces se da la vuelta y casi no lo reconozco.
- Peeta... ¿Qué cojones le has hecho?
- Cálmese señorita Mason. No le he hecho nada. Solo ha... comprendido la gran amenaza que supone Katniss para la paz en Panem.
- Sádico de mierda.
Unos agentes de la paz están a punto de entrar para cogerme pero Snow hace un gesto con la mano y éstos retroceden.
- ¿Peeta me oyes? Soy Johanna.
- Déjame. No te conozco.
No sé qué demonios le habrá hecho ese cabrón a Peeta. Pero no me reconoce. El único apoyo que tengo aquí dentro no me reconoce. Solo me queda intentar una cosa.
- Soy Johanna Mason. Tengo 21 años y soy del Distrito 7. Gané los 71 Juegos del Hambre con 17 años. Mi familia murió. Fue asesinada por Snow. Participé en los 75 Juegos del Hambre para lograr la revolución. El presidente nos tiene presos en el Capitolio desde entonces- trago saliva- Peeta, ahora te toca a ti, como cuando estábamos en la celda.
Peeta me mira vacilante. Su mirada es fría e inexpresiva. Entonces veo una chispa encenderse en sus ojos azules y empieza a hablar.
- Me llamo Peeta Mellark. Tengo 17 años y gané los 74 Juegos del Hambre con Katniss Everdeen. Vivo en el Distrito 12. Participé en los 75 Juegos del Hambre y entonces... entonces...- está empezando a sudar y mira hacia todos lados, no sé si confuso o con miedo- entonces me di cuenta de que Katniss es un muto.
- Eso no es así y lo sabes. Katniss es...
- ¡Tú eres su amiga! ¡Vienes a matarnos a todos!
Se lanza sobre mí e intenta pegarme pero yo soy más fuerte y me defiendo. Los agentes de la paz se lo llevan mientras grita. Noto que me pongo pálida.
- ¿Qué le parece? Increíble, ¿verdad? La mente humana es tan susceptible que cualquiera puede cambiar los recuerdos más profundos.
- ¿Me ha traído para enseñarme esto? ¿Cómo ha manipulado a un amigo mío hasta convertirlo en un arma?
- En parte, pero también necesito su ayuda. Verá, debo hacer un anuncio para acabar con esta maldita rebelión y necesito a alguien a mi lado. Alguien conocido. Alguien...
- Ya tiene a Peeta, no me necesita.
- El caso es que dos vencedores ayudan más que uno. Y además, así conseguiré el apoyo del Distrito 7.
- A ver si lo entiendo, me está pidiendo que, después de torturarme a mí y a mis amigos, le ayude a parar una rebelión que ayudé a comenzar, ¿es eso?
- Exacto, pero señorita Mason, ha entendido todo excepto un pequeño detalle. No se lo estoy pidiendo.

Johanna en SinsajoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora