Un nuevo día comenzó.
Mi cama seguía igual de cómoda que años atrás y dormí más tranquilo. El olor a desayuno hizo que me levantara de inmediato, me diera un buen baño y escuchara una de mis canciones predilectas para iniciar otro día más.
Recordé cuando iba a la escuela. Estar en la secundaria o la prepa, era un escape para mí. Aunque odiaba las clases, los profesores y la exigencia diaria, se convirtió en una manera de no estar en casa. De no escuchar los gritos y regaños de la abuela y donde podía ser libre por unas siete horas diarias.
Reencontrarme con mis discos y las canciones que fueron el soundtrack de mi juventud, me llevó por una montaña rusa de emociones. Aunque estaba renuente, debo admitir que fue lindo hacerlo.
Maite preparó unos huevos rancheros antes de irse a la estética. Como era sábado, tenía mucho trabajo. Mariluz quiso quedarse conmigo para ayudarme a acomodar mi equipaje; pero dentro de su amable intención, estaba saber más de la historia.
Mientras desayunamos, me percaté que hojeaba una de las revistas del grupo y guardaba silencio al ver las fotos o leer las notas que venían ahí.
—Sí que fueron un fenómeno. Pensé que todo era broma —dijo sin despegar los ojos de un artículo para chavas.
Cuanto más conocía de ellos, más se interesaba. Por un lado, me daba gusto saber que mi sobrina pusiera atención en algo así cuando para ella, los grupos pop ya estaban pasados de moda pareciéndole chistosos y anticuados.
—Has creado un monstruo —me dijo Maite mientras le ayudaba a lavar los trastes—. Dice que se quedó hasta tarde escuchando tu historia.
Me sonrojé.
—Perdón, sé que debe dormirse temprano.
—Al contrario. Por eso no los interrumpí. Me da gusto que se acerquen. A ti te servirá desahogarte y ella disfruta de estar contigo. Le hace falta la figura masculina de vez en cuando —suspiró recordando al padre de la niña.
—¿No has sabido nada de él? —pregunté con cautela.
Maite negó con la cabeza.
—Lo último que supe, es que se fue a vivir a otro estado. Ni siquiera recuerda que quedé embarazada. De todos modos no hace falta, he podido sacar a mi hija sola y con eso me basta —se mostró orgullosa de su logro—. Además tiene a su tío, y él le ayudará mucho a cubrir esa imagen cuando nos visite.
Me sonrió y me dio un beso en la frente.
—Lo que me haría muy feliz, es que te dieras la oportunidad de conocer a alguien. Estás en todo tu derecho de rehacer tu vida —dije tratando de animarla.
—Ya veremos —dijo con un tono sugerente—. Igual y te doy una sorpresa pronto.
Reímos y me acarició el cabello.
—¿No te molestas si paso unas semanas aquí? prometo que me iré en cuanto... —añadí preocupado.
—Tranquilo —interrumpió—, nadie te está corriendo. Y para ser honesta, me siento bien de tenerte en casa. No sé porqué siento que vienen cosas buenas para ti, y queremos ser parte de eso.
—¿Tú crees?
—Hay que esperar siempre lo mejor. Y tengo una corazonada...
Maite guiñó un ojo con intención. Me miró con una sonrisa enorme y nos dimos un abrazo antes de que se fuera a trabajar.
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Recuerdos en mi habitación
Teen FictionMiguel está por cumplir treinta años. Despedido de su trabajo y con mil rollos existenciales, decide volver a la casa que lo vio nacer. Sin saber que ahí, se reencontrará con aquello que pueda regresarlo al camino y que lo motivó a ser un verdadero...