Capítulo 31: A ustedes, mis amigos del alma, les doy gracias por siempre

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El musical fue todo un éxito, y al reunirnos con nuestros familiares y amigos, fuimos felicitados de manera efusiva. Ver a mi madre, a Maite y la abuela ahí conmigo me sorprendió, pero también, me reconfortó.

—¿En serio tú te encargaste de todo lo que vimos? —me preguntó la abuela mientras estábamos en los pasillos afuera del auditorio.

—Aunque no lo creas, sí. Y me siento muy feliz por lo que hicimos.

—Y yo me siento muy orgullosa de ti —declaró con honestidad—. Estoy segura que llegarás muy lejos si así te lo propones, hijo. Felicidades.

Me dio un abrazo tan sincero que no supe cómo reaccionar. Me dejé llevar por mi corazón y le correspondí. Creí estar soñando. Siempre esperé que me reconociera algo bueno que hiciera. El momento llegó y no podía creerlo.

—Te felicito, cielo —dijo mamá—. Todo fue maravilloso. Nunca dudé de tu capacidad para esto...

—Supongo que no nos vas a privar de tu talento, ¿verdad, hermanito? —me preguntó Maite dándome un abrazo igual de fuerte.

—No, Mai —agregué decidido—. Sé que esto es lo que quiero, y lo voy a lograr. Seré un gran escritor.

Ella gritó emocionada y mamá y la abuela me miraron seguras de que algo bueno podía pasar con eso.

—¡Hey! —gritó Sheryl acercándose a nosotros—. ¡Felicidades!

Se abalanzó sobre mí y me dio un abrazo tan apretado que casi me quedé sin aire. Lucía muy efusiva y junto a ella venía Víctor, que también quiso felicitarme.

—Cuando mi hermana me dijo que el pololo era talentoso, se quedó corta —me dijo con amabilidad.

—¿Usted es el hermano de esta jovencita? —lo cuestionó la abuela y todos enmudecimos.

—Así es, señora —contestó Víctor.

Se acercó lentamente a él, lo miró y después, dibujó una sonrisa para darle la mano.

—Déjeme decirle que es una muchachita muy especial. Lo felicito; es un placer.

Víctor respondió el saludo y nosotros nos miramos sorprendidos. Era algo insólito nuevamente y quizás, nadie podría creérnoslo después.

Tras terminar el show y ponernos nuestros trajes y vestidos para la ceremonia de graduación y el baile, nos reunimos en el patio central, donde todos los alumnos de sexto esperábamos impacientes, pues las togas y birretes nos provocaban comezón y poca movilidad.

—Parecemos padrecitos —dijo Diego acomodándose la toga de color negro.

—No seas exagerado. Es solo un rato —lo regañó Jessica mientras tomábamos nuestros lugares en la primera fila.

Las familias tenían lugares reservados en la parte de atrás y había una tarima en donde se encontraba un podium, flores y un mural con el escudo del colegio. Así mismo, estaba la mesa de profesores, quienes nos entregarían nuestros diplomas.

—¿Será que de una vez nos dirán lo que pasará en el colegio? —preguntó Christian en voz baja.

—Lo único que espero, es que Urbina no regrese a la dirección —comenté.

—Algo me dice que Rivera se queda al frente —afirmó Sheryl.

—Sería lo mejor que le podría pasar al colegio —coincidió Jessica.

Recuerdos en mi habitaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora