PRESENTE
Escribir por varios días el pasaje con la abuela, fue algo que no quise compartir con Mariluz. La razón era simple: era una niña libre, sin ataduras; todo lo contrario a lo que fuimos nosotros. Y algo que Maite le inculcó, fue tener una buena imagen de su abuela y bisabuela, pues no quería llenarle la mente de malas ideas que le crearan un conflicto interno. Por supuesto, yo apoyé todo eso pues como lo mencioné, los hijos no tienen la culpa de lo que los padres vivieron anteriormente. Así que cuando mostró inquietud por saber lo que seguía después de mi fallido cumpleaños, decidí saltarme toda esa etapa y continuar con otra. Obviamente le mencioné que Sheryl y yo ya nos habíamos hecho novios y todo lo sucedido con la serenata (omitiendo lo que vino después y lo de manejar borrachos).
Por otra parte, mostró interés por saber lo que pasaba con Brenda. Aunque ni siquiera yo lo sabía, le dije que estaba reencontrándome con esa parte de mí y que esperaba lo mejor de todo eso.
Mariluz era una niña inteligente y tomaba nota de todo para escribir su ensayo. La inquietud que tenía para crear, la iba acercando a un paso importante para cualquier escritor: la investigación. Y aunque por momentos creí que quería ser periodista de espectáculos por su manera de sacar información, me di cuenta que le interesaba crear sus propios universos.
Como toda mujer, fue curiosa en saber más sobre mi relación con Sheryl, y aunque venían detalles y sucesos que tampoco podía contarle, no pude evitar recordarlos. Sin embargo, antes de eso, decidí continuar con la historia y contarle lo que venía previo a la recta final del curso escolar.
—No quiero que te saltes ningún detalle, tío. Quiero saberlo todo —me dijo una tarde mientras estábamos en la casa del árbol.
Aunque negué con la cabeza, por dentro sabía que omitiría detalles que en mi mente siempre permanecerían.
—De acuerdo —le dije—. Creo que continuaré justo en los ensayos del musical...
PASADO
La emoción por presentar nuestro show en la graduación de la prepa, iba creciendo conforme ensayábamos más. Nos dimos cuenta que los años escolares en esa etapa eran más cortos que en secundaria o primaria. Si todo salía bien y no hacíamos exámenes finales, en ocho meses terminábamos.
El final se acercaba y la presión por no irme a ese ciclo de exámenes crecía más.
En terrenos personales, estaba mejor.
La abuela, como lo decidió, se fue a Cuernavaca con su prima Esther, pues tenía una casa muy grande donde iba a estar a gusto. Su recuperación después del infarto fue satisfactoria y mi mamá y Maite estaban más tranquilas. Mamá continuaba trabajando como siempre. Ser secretaria administrativa era demandante para ella en cuanto al tiempo, pero aprovechamos todo ese lapso para reencontrarnos y convivir más. La extrañaba tanto. Maite anhelaba compartir momentos a su lado y lo consiguió. Se iban de compras, a tomar café y a recorrer plazas comerciales. En esos años, cerca de la casa, abrieron una nueva que era la sensación. Recuerdo que aprovecharon muy bien ese terreno, pues anteriormente había sido un estadio de beisbol. Ahí, entre todas las tiendas, cines y más, eran felices.
En cuanto a mí, me llenaba de emoción ver el rumbo que tomaba la obra que escribí. Las cosas entre mis amigos iban avanzando de la mejor manera. Cada uno se identificaba con su personaje y como esperaba, le dieron un toque personal. Iban aprendiendo a contar una historia y sobretodo, iban madurando. Aunque había excepciones como con Jessica y Diego, el grupo tenía mucha unión y armonía.
Roberto comenzó a salir con Sandra, quien demostró ser una chica amable y linda. Supimos que tanto ella como Luna se acercaron a Mía en el curso propedéutico para entrar a la prepa, sin embargo, se dieron cuenta de la calidad de persona que era y prefirieron marcar su distancia.
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Recuerdos en mi habitación
Ficção AdolescenteMiguel está por cumplir treinta años. Despedido de su trabajo y con mil rollos existenciales, decide volver a la casa que lo vio nacer. Sin saber que ahí, se reencontrará con aquello que pueda regresarlo al camino y que lo motivó a ser un verdadero...