PASADO
Era difícil pensar que entrábamos en la recta final del curso escolar. Los últimos exámenes llegaban y por fin sabríamos quienes estarían en los finales y extraordinarios.
Las pruebas para las universidades estaban arrojando los primeros resultados y Diego no quedó en la que quería, por lo que fue obligado por sus padres para trabajar en lo que llegaba la nueva convocatoria.
Christian decidió no hacer examen para ninguna universidad, pues prefirió hacer uno a escondidas para la mejor escuela de gastronomía y obtener una beca completa. Enfrentarse a sus padres no iba a ser sencillo, pero estaba decidido a hacerlo.
Jessica quería convencer a sus padres para que la mandaran a estudiar danza a Nueva York, y al parecer, estaba logrando su cometido.
Roberto consiguió quedarse en la Universidad Nacional para estudiar Economía. Aunque su sueño por la música seguía latente, decidió continuar con el sueño de su madre.
Sheryl sorpresivamente no había aplicado para ninguna universidad; lo cual me intrigó demasiado.
En palabras de ella, dijo que tomaría un año sabático para realizar otras actividades. Por otra parte, no dejó de acompañarme a mis citas para aspirar a la escuela de escritores donde ya había hecho mi examen y esperaba resultados pronto.
Nuestro musical estaba en los últimos detalles y la expectativa crecía cada vez más. Sin embargo, existía algo que aún robaba mi atención: las eliminatorias de basquetbol y las de americano.
En cuanto al baloncesto, era lógico que queríamos lograr el campeonato y llegar a la final nos llenó de alegría. Despedirnos de la prepa siendo campeones sería la cereza del pastel. Y en lo que se refería al equipo de americano, llegando a los partidos de repechaje confirmamos las sospechas hacia Joaquín, pues estaba drogando a los jugadores para que tuvieran un rendimiento brutal.
Inesperadamente, el equipo pasó a semifinales y fue ahí donde el plan de Rivera y todos nosotros comenzaría a dar frutos. Aunque algo vino a modificarlo un poco.
Una tarde después de clases, Christian y Ángel caminaban por las canchas después de las prácticas. Él acostumbraba visitar al chico del equipo para saludarlo y verse con tranquilidad, pues, como suponíamos, Ángel también era gay y estaban conociéndose.
Christian se veía entusiasmado. En los recesos entre clases nos platicaba lo bien que se la pasaba con él.
Ángel era un chico alto, atlético, de tez blanca y cabello sedoso. Sus ojos azules volvían loco a nuestro amigo.
Era amable y confiable, así que nosotros estábamos felices por Christian.
Sabíamos de sus escapadas después de clases y lo apoyábamos por completo, pues él no quería que su familia supiera nada hasta salir de la prepa.
—¿Están nerviosos por el partido? —le preguntó Christian a Ángel mientras caminaban de la mano por la cancha.
—Algo —contestó él—. Aunque sinceramente no me siento bien. No hemos ganado por méritos propios y eso no me late.
—Ay, no digas eso. Estoy seguro que tú has dado tu cien por ciento. Corres mucho, haces buenas recepciones... eres el mejor —repuso Christian con tono de adolescente enamorado.
—Tú porque me quieres...
Ángel se detuvo y mirándolo con tono coqueto, le agarró una mejilla con cariño.
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Recuerdos en mi habitación
Ficção AdolescenteMiguel está por cumplir treinta años. Despedido de su trabajo y con mil rollos existenciales, decide volver a la casa que lo vio nacer. Sin saber que ahí, se reencontrará con aquello que pueda regresarlo al camino y que lo motivó a ser un verdadero...