Durante nuestra estancia en aquel lugar repleto de árboles, naturaleza, aire puro y gente haciendo cualquier tipo de actividad como ciclismo, decidimos instalarnos en una palapa con asador y preparar una parrillada donde Pepe se mostró como el experto. Pues en palabras de Maite, su familia tuvo un restaurante de cortes argentinos por mucho tiempo.
Pedro empezó a interactuar un poco con Mariluz y Tobby jugando un rato en un espacio lleno de pasto y árboles alrededor. La neblina nos daba un sentimiento de paz lejos del ruido de la ciudad.
—¿Caminamos? —sugirió Brenda mientras Maite apoyaba a Pepe con el asador.
Caminamos a paso lento por varios metros admirando el paisaje. Ambos con chamarras y con las manos en los bolsillos de los jeans debido al clima fresco, platicamos todo ese trayecto. Brenda se percató de mi semblante y notó mucha tranquilidad en mí.
—Veo que te gustó tu sorpresa...
—¿Y cómo no me iba a gustar? —dije—. No hay nada mejor que pasar un día así acompañado de gente importante —la miré unos segundos—; por cierto, gracias por el cuadro. Me encantó.
—No hay de qué... —me sonrió y respiró un poco del aire fresco—. Estar aquí es inspirador. Te despeja la mente y te motiva, ¿no crees?
—También te hace reflexionar sobre lo verdaderamente importante —me detuve un instante a la orilla de una bajada donde podíamos ver más y más árboles cubiertos de neblina.
—¿Como qué? —preguntó con interés.
—Como el pasar un rato familiar con Maite, con Mariluz. No tienes idea de hace cuánto no salíamos así —perdí mi mirada con nostalgia—. A mamá le encantaba este lugar...
—Las cosas más simples son las mejores, ¿recuerdas? —mencionó parándose a mi lado—; Muchas veces nos olvidamos de eso. Perdemos nuestro tiempo pensando que el dinero lo es todo. Y no es así. La soledad pesa en ocasiones. Y más de lo que podríamos imaginar...
—¿Cómo quieres pasar tu vida de ahora en adelante? —pregunté—. Me refiero a si te imaginas casada, con hijos, o simplemente cumpliendo tus sueños.
—No lo sé —suspiró perdiendo su mirada igual que yo y sintiendo el aire pasar por nuestro rostro—. No me detengo a pensarlo muy seguido. Casada, no creo —sonrió—. No tengo novio, ¿recuerdas? Y por otro lado, sí pienso mucho en mi futuro y en lo que tengo ganas de hacer. Pero muchas veces la realidad sobrepasa cualquier cosa. Creo que mi destino es seguir al frente del negocio. Y no me disgusta.
—¿Y el ser pintora? ¿No es una meta para ti?
Se encogió de hombros.
—Siempre. Pero no sé si pueda lograrlo. La vida de adulto te absorbe muchísimo en gastos y ahorita con todo lo demás no se si pueda hacerlo. Además, ya pasaron muchos años. Tal vez es tarde.
—Brenda Gaona, la que siempre fue positiva en su vida y aconseja súper bien, no está aplicando todo eso. ¿Cómo es posible? —ironicé mirándola fijamente con intención.
Brenda me miró y sacudió la cabeza.
—No lo sé. Somos buenos aconsejando a otros pero ignoramos lo que nos pasa. Tal vez logre hacerlo. Igual y lo que necesito es motivación. Si tú publicas tu libro o por lo menos lo terminas, yo me postularé nuevamente a la escuela que quiero.
—¿Me estás chantajeando? —pregunté sugerente.
—Tal vez —coqueteó con la mirada—. ¿Crees que funcione?
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Recuerdos en mi habitación
JugendliteraturMiguel está por cumplir treinta años. Despedido de su trabajo y con mil rollos existenciales, decide volver a la casa que lo vio nacer. Sin saber que ahí, se reencontrará con aquello que pueda regresarlo al camino y que lo motivó a ser un verdadero...