Al llegar la noche y regresar del desierto de los leones, Brenda, Pedro y Pepe se fueron a su casa para dejarnos descansar. Mariluz y Tobby estaban exhaustos, así que Maite subió a acostarlos y regresó a la sala para brindar conmigo por ese día y tener una plática de hermanos. Por supuesto, acompañada de una copa de vino tinto y un poco de música.
—Fue un buen día, ¿no? —dijo sugerente mientras chocaba su copa con la mía.
—No lo sé —la mire con intención—, tú dime.
Dimos un trago de vino y sonrió contenta. Puso su copa en la mesita de centro y se sonrojó como colegiala enamorada.
—Me veo muy ridícula, ¿cierto?
—¿Por? —pregunté intrigado.
—Quería decirte lo de Pepe hasta estar segura de lo que pasaba —suspiró y se frotó sus manos con nerviosismo—. Lo que hay entre él y yo es bellísimo. Lo conocí y sinceramente volví a sentir lo que es enamorarte. Tuve mucho miedo al inicio, tú sabes porqué. Pero creo que vamos por muy buen camino.
—¿Son novios? —pregunté directamente.
—Aún no. Le pedí que fuéramos despacio. Quería que conviviera con Mariluz, contigo... y bueno, creo que todo salió bien hoy—me miró con curiosidad—. Quiero saber tú qué opinas.
Dejé mi copa en la mesa, me senté a su lado y le tomé la mano con cariño.
—Yo te voy a apoyar en todo lo que quieras hacer —choqué mi frente con la suya—. ¿Estás contenta? ¿Consideras que es el bueno?
—Sí, Miguel —volvió a suspirar y perdió su mirada—. Lo pensé mucho. Después del padre de Mariluz juré que no volvería a enamorarme. Pero, ¿sabes? Me doy cuenta que he dedicado mi vida a la niña... a mi trabajo. Y hace falta poner más atención en mí, en mis sentimientos. Hace falta darte una oportunidad de encontrar un compañero; alguien con quién compartir tantas cosas...
—Te entiendo —le dije con nostalgia—; Y me da gusto que lo hayas encontrado. Si es la persona indicada para ti, yo estaré feliz. Parece buen tipo y me agrada. Lo más importante es que acepte y quiera a Mariluz.
—Y así es. Le entusiasma mucho poder estar con ella y pedirle que me deje ser su novia. Aunque claro —me palmeó la espalda—, ya hay alguien más a quien debe pedírselo.
—Eso ya no se usa —reí—. No estamos en los tiempos de la abuela. Con que te haga feliz es más que suficiente. Y me alegro por ti, en serio. Brindo por eso.
Levantamos nuestras copas y las chocamos.
—Quizás no es el mejor regalo de cumpleaños; pero quería compartirlo contigo. No sabes cuánto extraño nuestras pláticas.
Me miró con ternura y mucho amor. Yo también la extrañaba.
—Mi mejor regalo es estar con ustedes y tener este tipo de noticias —añadí—. Curiosamente, yo también me puse a pensar en eso hoy. En mi felicidad.
—Creo que reencontrarte con Brenda ha sido muy bueno —sugirió—. Te veo bien. Y su compañía no te desagrada.
Me apené y tomé otro trago de vino.
—¿Te acuerdas cómo me sentía con Sheryl? —recordé melancólicamente—. Algo así me está pasando con Brenda. No entiendo cómo no me fijé en tantas cosas cuando éramos chicos. Es una gran chava.
—Estabas deslumbrado por otras cosas. No te juzgues —me justificó—. No vivas tampoco del pasado; vive el presente. Yo ya te dije que deseo que rehagas tu vida de la mejor manera posible. Si es con Brenda, nada me daría más gusto. Pero no se trata de lo que yo piense, sino de lo que tú quieras. Además, creo que la pregunta que debes hacerte es si ya superaste aquel dolor que tanto te invadió.
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Recuerdos en mi habitación
Novela JuvenilMiguel está por cumplir treinta años. Despedido de su trabajo y con mil rollos existenciales, decide volver a la casa que lo vio nacer. Sin saber que ahí, se reencontrará con aquello que pueda regresarlo al camino y que lo motivó a ser un verdadero...