Capítulo 19: Puedo ser feliz a tu lado

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Esa noche al lado de Sheryl fue inolvidable. Al despertar la mañana siguiente, el canto de las aves y el aroma a bosque nos despertó. Al verla recostada a mi lado, me sentí el más dichoso.

Preparé algo de fruta para desayunar y le hice un café para sentarnos en la terraza a admirar el paisaje. Si por nosotros hubiera sido, nos quedábamos ahí toda la vida pero había mucho por hacer.

—¿Crees que el musical salga bien? —le pregunté mientras mirábamos los árboles.

—Así va a ser —dijo confiada—. Tengo mucha fe en lo que escribiste —me miró entusiasta—; Hablando de eso, ¿Ya tomaste una decisión? ¿Si te animas a estudiar lo que quieres?

Después de lo sucedido con la abuela, tuve la seguridad de dejar cualquier plan para estudiar ingeniería. Mi mente estaba enfocada en perseguir mi sueño.

—Por supuesto que sí —repuse—. Nada puede detenerme ahora —besé su frente—; estoy motivado, Sheryl. No sé lo que suceda en mi casa en un tiempo, pero lo que puedo asegurar, es que no voy a frenar lo que quiero hacer. Ya hay un nuevo reflejo en ese espejo...

Al hacer alusión a su regalo de cumpleaños se apenó, pero a la vez, le dio gusto saberlo.

—No esperaba menos de usted, joven Aguirre.

Me besó y recordé aquel sobre que me dio con el espejo.

—¿Ya me vas a decir cuándo puedo abrir el sobre misterioso?

Lanzó una mirada sugerente.

—No seas impaciente. En algún momento lo harás. Solo te pido que no hagas trampa.

—Jamás.

Me abrazó y se acercó provocativamente de nuevo.

—¿Sabe algo, muchachito? Yo sé que tenemos que irnos en un rato, pero tengo ganas de algo...

Me mordió el labio y con una mirada sensual, provocó que la cargara para entrar a la cabaña nuevamente y hacerle el amor.

Después de esa noche y mañana maravillosas, tuvimos que regresar a la realidad. Recargar energía era primordial ¡y de qué manera! Ahora sí, no había pretexto para no estar felices y motivados para seguir adelante. La sonrisa de oreja a oreja no se me quitó por días y en casa lo notaron. Mamá se alegró por mí y Maite no se cansó de hacerme bromas cada que tenía oportunidad. Era extraño tener tanta paz y tranquilidad en la familia. Todo iba bien.

Asistir a la prepa cada día me emocionaba más.

No solo los ensayos iban mejorando, sino que además, avanzamos a las eliminatorias con el equipo de basquetbol, lo cuál, no podían presumir los de americano, pues estaban quedando fuera de esa etapa y preocupaba a todos sus jugadores, y por supuesto, a Urbina. Una tarde, mientras practicábamos, Roberto me hizo una pregunta.

—¿Has visto que Joaquín anda muy pegado a todos los de su equipo?

—No me sorprende. Era el líder. Está preocupado por que dejó de ser el más importante —mencioné al hacer un lanzamiento a la canasta.

—Pues no creo que sea solo por eso —me dijo por lo bajo—. ¿Recuerdas a Ángel? ¿El amigo de Christian?

Asentí con la cabeza y dejé de lanzar para ponerle atención. Se acercó y me dijo:

—Según él, Joaquín está vendiendo algún tipo de droga a los chicos para su rendimiento en las prácticas.

—¿Qué? Pero eso está muy mal —mencioné intrigado—. No puede hacer algo así. Los va a poner en riesgo y además los descalificarían si alguien se entera.

Recuerdos en mi habitaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora