~Amalia~Me encontraba en la cafetería El Rincón esperando a que Gabriel llegara.
Ayer nos habíamos conocido, y realmente me había sorprendido que aunque llevara la inyección no estuviera loco por conseguir pareja.
— Hola Amalia — dice el chico cuando se sienta frente a mi— bueno, ¡¿estás lista para las matemáticas?!— dice con alegría.
— Si claro— es lo que digo.
El otro día no me había fijado mucho en su apariencia, pero hoy... vaya que si era guapo. Con el pelo castaño, ojos café oscuro y una sonrisa envidiable.
Comenzamos haciendo algunos ejercicios para saber en qué necesito más ayuda. Después de 1 hora de estudio decidimos tomar un pequeño descanso mientras tomamos un café.
— ¿Y que estudias?— es lo primero que pregunto una vez que los dos ya tenemos nuestros cafés.
— Arquitectura, ¿y tu?
— Psicología, aunque claro en esta época ya no es un trabajo que me generará muchas ganancias.
— ¿Porque piensas eso? — pregunta Gabriel antes de darle un sorbo a su café.
— Solo piénsalo, hoy en día ya no necesitas a una persona que te ayude a sobrellevar situaciones, ya sean fáciles o difíciles. La sociedad de ahora, prefiere no saber exactamente lo que siente ya que todo se solucionará cuando encuentren a su otra mitad.
— Bueno, pero la vida se trata de lograr ser feliz. ¿No? Y si, tal vez los adolescentes o personas jóvenes no van a buscar ayuda. Pero existen personas mucho mayores que te necesitaran.
— Si, pero nadie se a parado a pensar que ocurrirá después de que encuentren a su alma gemela. Porque estoy segura que el
tiempo no parara para que se queden en su felices para siempre.— Bueno yo tampoco lo había pensado.— dice Gabriel antes de cambiar de tema.
Después de terminar el café y estudiar un poco más. Cojo el bus para regresar a mi casa.
*********
—Hola mamá, hola papá — digo cuando entro al salón y los veo juntos viendo una película.— Ame, ¿como estuvo tu día?— dice dice mi padre mientras se levanta a darme un beso, mi madre la imita y mientras comemos la cena les cuento como me fue.
— Que bueno que tengas un tutor, yo te hubiera ayudado. Pero desde mi jubilación los números ya no son los mismos— dice mi padre. El se jubiló hace 3 años, si, cuando yo todavía estaba en el colegio. El y mamá se casaron dos meses después de conocerse ya que eran un 97 por ciento compatibles. Fue una suerte, porque para papá a sus 45 años ya había perdido la esperanza de encontrar a alguien que superara el 85 por ciento de probabilidad con el.
— Carlos , los números siempre van a ser lo tuyo no importa cuanto envejezcas— dice mi madre para hacerlo sonreír.
Por estos momentos y por estar cerca de mis padres yo había decidido entrar a la universidad más cercana.
— Concuerdo— digo antes de levantarme de la mesa para ir a mi habitación a hacer algunos deberes que no alcance a terminar en la mañana.
— No te duermas tan tarde Ame, y recuerda lavar los platos de la cena — dice mi madre mientras subo las gradas hacia la segunda planta.
— está bien— respondo antes de entrar en mi habitación .
*******
—Gabriel, ya termine el ejercicio— digo mientras le toco el brazo para que deje de mirar la cafetería.
— he... si, ya lo reviso— dice mientras recoge la hoja de la mesa.
Ya llevamos 2 semanas viéndonos en la cafetería, y aunque los primeros días Gabriel no había estado pendiente de buscar a su alma gemela. Estos últimos días cada vez se distraía más fácil viendo a las personas que pasaban por el local. Aveces parecía que se levantaría y empezaría a mostrar su muñeca a todos los que estuvieran cerca.
— No está mal—dice Gabriel devolviéndome la hoja— aunque podrás omitir este paso— dice señalando una parte de la hoja— así podrás resolverlo más rápido.
— Está bien...- digo mientras veo como el chico sentado frente a mi desvía la mirada otra vez. — Gabriel, parezco yo la profesora. Deja de distraerte— lo reprocho asiendo que voltee a verme.
—Si, perdón.
—Sabes, creo que deberíamos pensar en otro lugar para estudiar. Aquí ninguno de los dos está prestando suficiente atención.
— ¿Con que te distraes tu?— pregunta Gabriel con curiosidad.
— Bueno, con el ruido— respondo rápidamente. Aunque dentro de mi se que esa no era la verdadera razón. Pero no sería correcto decirle que cuando el estaba distraído me entretenía mirándolo.
— Bueno, ¿entonces que te parece si nuestro nuevo lugar de estudios es mi departamento?
—No voy a casa de extraños
— Pero yo no soy un extraño, de hecho creo que ya llevamos suficiente tiempo juntos como para decir que somos amigos.
—Mm esta bien, pásame la dirección. Aunque por si intentas algo la dirección también la tendrán mis padres.
— Como quieras.
********
Me dirigía caminado a la dirección que Gabriel me había pasado por teléfono. Todavía era un extraño, pero parecía inofensivo. O por lo menos no se veía como un psicopata o violador. Aunque pensándolo bien, ¿Cuando podría saber exactamente si era uno de ellos? Solo digo, ahora que lo pienso ese tipo de personas que aparecían en la tele siempre tenían características diferentes. Aunque en las fotos salían un poco desarreglados. Pero si te los cruzabas por la calle, era poco probable que te dieras cuenta.
Con un poco de miedo llegue al edificio. Este era bonito, con solo 6 pisos y cada uno tenía un balcón. Muchos de estos estaban decorados con flores y plantas que daban al lugar un toque especial.
Entre al ascensor y presioné el botón para ir a el piso número 5, mientras me repetía que nada pasaba. Ya conocía a Gabriel, y mis padres tenían mi dire y junto con el nombre del chico. Si, estaba cubierta nada extraño pasaría.
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La pareja perfecta
Teen FictionPor medio de una inyección puedes encontrar a tu pareja perfecta, esa con la que tendrás una vida llena de felicidad. ¿Pero esto es lo que realmente necesitas para encontrar el amor ? Amalia no quiere ponerse la inyección, porque cree fielmente que...