Cuando ya estamos dentro del vehículo y él lo enciende, suelto mi vómito verbal.
—¿¡Qué carajos sucede contigo!? —. Soplo, para exhalar el aire con rapidez—. ¿Si sabes que esto se llama secuestro, verdad? Puedo denunciarte con la policía.
—Es decir que...—. Sus manos encierran con fuerza el volante pero sus ojos están puestos sobre mí—, ¿tú me denunciarías a la policía por hacerte un favor de treinta minutos, pero no denunciarías a James por agresión física?
—Es diferente. Me estás arrastrando prácticamente en contra de mi voluntad. Yo no quería subirme a tu preciado auto.
—Pues ya lo has hacho —me refuta, tomando el volante con fuerza—. Deja de ser tan cabezota por una vez en tu vida. No voy a hacerte nada. Yo no soy él.
Llevo cuatro meses conociendo a Dom Brian y es la primera vez que me monto en su camioneta. Jamás he cruzado más allá de cuatro palabras con él. Me odia tan intensamente, tanto como se pueda odiar a una persona y estar juntos se nos hace insoportable, más a mí que a él.
James siempre hace todo lo que esté en sus manos para que nos llevemos lo mejor posible. Durante estos cuatro meses ha intentado que por lo menos nos demos los buenos días, pero el pobre ni eso ha logrado y ha terminado desistiendo. ¿Quién no lo haría?
Dom es de esos tipos complicadísimos que no dejan que nadie se inmiscuya en sus vidas; no dice nada, no habla de nada y mucho menos lo conozco de nada. Sé que se la pasa insultándome a mis espaldas y hablándome mal en cada ocasión que puede, pero nunca me ha tocado, no como James, al menos. Eso es un punto a su favor, porque no es agresivo ni violento, simplemente es él: grosero, petulante y sarcástico.
Ni siquiera sé por qué hace esto. James me recoge todas las mañanas para ir al instituto pero jamás lo había hecho Dom. Además, él tiene novia y si Tina se entera que estuvimos los dos juntos, solos en esta camioneta, lo más probable es que se eche a reír. Nunca lo creería. Ella sabe cuanto nos repelemos su novio y yo. En realidad, ni yo entiendo por qué él está haciendo esto.
—¿Dónde está James? —pregunto, entrecerrando mis ojos hacia él. Esta vez, me percato de que no me mira, va concentrado en la carretera. Esto se siente tan jodidamente incómodo que podría salir hasta por la ventana.
—En su cama, borracho.
—Entonces no irá a la escuela.
—¿Te parece?
—Bueno, disculpa por hacer un simple comentario. Ya veo que sigues siendo el mismo odioso de siempre.
—¿Por qué te importa tanto James? —murmura con fastidio, haciendo una mueca de asco—. Después de lo que te ha hecho, de cómo te ha dejado esos brazos, ni yo pudiera controlarme...
Ahora sí se vuelve hacia mí, pero sin diversión en su mirada, aunque, obvio, eso no evita que la electricidad me recorra la espalda, molestándome.
—Es mi novio, después de todo —digo sin más.
—Sí, tu novio.
—Lo dices como si esa fuera la peor palabra del mundo.
El asiente sin mirarme. —Tal vez lo sea.
Los minutos pasan mientras él se apresura por la carretera. Yo prefiero no decir nada más, ni responder a sus comentarios arrogantes.
Nunca pensé que Dom Brian me llevaría al instituto en contra de mi voluntad, pero aquí estamos, en el mismo auto, ignorándonos como siempre. El camino es largo, lo suficiente para hacerme sentir incómoda. No me familiarizo para nada con este espacio. No tiene muchas cosas en la camioneta, ni está decorada de ninguna forma en particular, solo luce nueva e impoluta. Como si la limpiaran todos los días.
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Custodio© [¡Completa!]
Teen FictionDios no crea cuerpos, Él crea almas. Y una de ellas es Katherine Wells: una chica de dieciocho años que vive en California con su madrastra Ann y con Hiram, su padre, un hombre agresivo que la crio a punta de golpes, sospechoso por venta ilícita de...