23

65 23 0
                                    


Nunca pensé que estaríamos justo nosotros cuatro comiendo en la misma mesa un pollo horneado que preparó Ann y que, por cierto, quedó delicioso. 

Desde que nos sentamos no se ha hablado mucho, la cena transcurre en silencio, y yo no puedo sentirme más incómoda.

Ann sostiene una sonrisa cordial mientras se lleva cucharadas de ensalada a la boca. Dom, por otra parte, tiene un tic burlón que hace con la lengua; puede que lo esté haciendo a propósito para molestarme o simplemente que sea propio de él, no lo sé. Matt guarda silencio, sin haber tocado siquiera su plato; sus mejillas débilmente teñidas de rojo evidencian que la situación le incomoda más que a mí, lo que sigmifica mucho. No puedo creer que llevemos apenas unos segundos sentados y la tensión esclarece en el ambiente. 

—Entonces... Matt —, me giro hacia él que lo tengo a un lado, intentando romper el silencio incómodo—. He pensado en lo de acampar con tu familia y creo que no me vendría mal salir de mi casa por un tiempo. 

Todos me miran, de repente, atravesándome con los ojos. Ann alza las cejas en un gesto de sorpresa ante mi aclaración y bebe de su jugo, expectante. Dom, por el contrario, pone los ojos en blanco, haciendo una mueca de aburrimiento. Matthew es el único que medio sonríe. 

—Ya sabía que querrías venir. Espero que las locuras de mis tías no terminen espantándote —comenta, jugando con su tenedor, aún sin animarse mucho que digamos. 

Miro a Dom, ubicado justo al frente y le echo una ojeada a Ann, posicionada a su lado. 

—Por eso no te preocupes, Matty. Ya nada puede espantarme. 

Y sí, lo digo por ellos y estoy segura de que lo captan a la perfección. 

—¿Ni siquiera la oscuridad? Recuerdo que me contaste que de niña le tenías muchísimo pánico. Me hubiese gustado verlo con mis propios ojos. Seguro que aún sigues... 

Lo corto con una mirada asesina. ¿En serio tiene que estar diciendo esas cosas? ¿Es que quiere dárselas de sabiondo o qué? ¿Cómo es que lo recuerda?

Dom suelta una carcajada, burlándose de mí como era de esperarse, incapaz de creer que me cause miedo algo tan insignificante. 

—¿La oscuridad, enana? ¿Es en serio?

Lo pateo por debajo de la mesa, logrando que se calle. —Era una niña. Así que cállate y come tu pollo. 

Entrecierra sus ojos insondables hacia mí antes de dirigir su atención al plato que tiene enfrente.

—Lo siento, pensé que sería divertido mencionarlo... 

Matt se calla de golpe.

Las luces de la cocina se apagan y se prenden con suma rapidez como si palparan el interruptor una y otra vez. Mi mejor amigo, frunce el ceño hacia el bombillo.

Dom sonríe, aguantando la risa y Ann se muerde el labio, circunspecta. 

—Es solo una falla, Matt, no te alteres —le digo, regalándole una sonrisa nerviosa. 

Mis ojos viajan hacia Ann para advertirle. ¿Qué demonios está haciendo? 

—Claro, eso le pasa a... 

¡PAM! 

Escuchamos el sonido que produce una puerta cuando se cierra de golpe. Juro que vino de arriba. 

Custodio© [¡Completa!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora