15 (I)

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Aprieto con fuerza mis párpados. 

—¡Ya está despertando! —escucho que Ann dice con un claro alivio en su voz. 

Soy consciente de la excesiva sequedad que envuelve mi garganta.

Dejo escapar un ruido sordo, ahogado, mientras que, poco a poco, voy abriendo los ojos. Pestañeo varias veces acostumbrándome a la luz y reparo en Ann que está sentada en mi cama, justo a mi lado.

Arrugo el ceño, sintiendo un amargo sabor en la boca y alzo la mirada.

Dom me observa con una mueca de seriedad que me hiela la sangre. Me estudia, parado en medio de la habitación, de brazos cruzados, como si estuviese descifrando un gran enigma.

—¿Qué me pasó...? —empiezo pero mi voz ronca se debilita convirtiéndose en un susurro. 

—Shhh, no hables, Kate, por favor —pide mi madrastra, lanzándose hacia mí para envolverme con los brazos—. Oh, cariño, lo siento tanto, en serio que lo siento. Yo... 

—Deja que respire —le murmura Dom en un estado impasible. 

—¡Tú te callas! —le espeta ella, con disgusto.

Está molesta con él pero ¿por qué?

La miro. Sus ojos se encuentran un poco hinchados; su nariz, enrojecida. No tiene nada como ojeras o labios resecos, pero sus expresiones son evidencia de un llanto tendido. ¿Por qué estuvo llorando? 

—Ay, Kate, cariño, por poco me matas del susto... 

—¿Estabas llorando, Ann? —interrumpo, aclarando mi garganta—. ¿Qué... ha pasado?

Sus ojos color caramelo se cristalizan y percibo cómo hace un esfuerzo por contener las lágrimas. 

—De verdad lo siento, yo debí haberte hablado sobre nosotros, sobre ellos, yo... Lo siento, en serio. Casi mueres por mi culpa, si yo sólo no me hubiese separado tanto de ti...—gimotea con su labio inferior temblando—. Dom prometió que te cuidaría, él dijo que te vigilaría, en serio lo siento.

—Estoy bien —aseguro, exhalando con dejadez.

Mis ojos buscan los de Dom como si un imán los atrajera y hago un esfuerzo por volverlos hacia Ann. 

—¿Qué me pasó?, ¿qué es lo que está sucediendo?

—Te prometo que lo sabrás todo, Kate. No puedo seguir ocultándote esto, no cuando casi te matan —. Su tono es tan preocupado que resulta alarmante. 

—¿No recuerdas quién te salvo? —me pregunta él entrecerrando sus ojos hacia mí.

Niego con la cabeza. —Pensé que habías sido tú. 

—No fue así —murmura, volviéndose hacia mi madrastra—. Alguien de nosotros lo hizo y no sabemos por qué. 

—¿Importa? —ataja ella en un gruñido, mirándolo con desdén—. Está sana y salva, gracias a todos los Luceros, cosa de la que debiste encargarte tú. Agradece que quien fuera mantuvo a Kate con vida mientras tú andabas en sólo Dios sabe dónde. 

—No, esa no ha sido su intención si no dejó que Kate recordara su cara —prosigue Dom, llevándose un dedo a la barbilla, ignorando los reproches de Ann—. Es como yo, es obvio. Le llevo siguiendo el rastro desde hace dos noches pero es cuidadoso, por eso me distraje. No creo que quisiera salvarla, eso no tendría sentido. A lo mejor la está vigilando y...

—Deja ya tus conspiraciones alarmistas, ¿quieres? No te voy a permitir que la asustes más de lo que debe estar la pobre. Kate tiene muchísimo que procesar. No necesita de más figuraciones absurdas. 

Custodio© [¡Completa!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora