—Tú papá. La Corte cree que él está traficando almas, Kate. Estoy aquí para conseguir pruebas que lo condenen —expresa, dando un paso hacia mí.
Yo no me muevo. No le tengo miedo, es sólo que la mentira en la que he vivido todo este tiempo es exorbitante.
—¿Traficante de almas? ¿Cómo es eso posible? —reclamo, estupefacta. Ya mi corazón late de tal forma que me sacude el pecho.
—El mundo tiene varias dimensiones, Kate. Cuando el cuerpo se conecta con el alma la conciencia se ilumina. Entonces entiendes que no sólo eres un ser humano, eres un alma, una creación genuina de La Deidad que ha perdurado por los siglos cambiando de un cuerpo a otro y de una dimensión a otra.
»Puede que tú papá esté aliado con algún alma rebelde o con entes de bajas vibraciones que hayan adelantado esa iluminación. Eso le permite viajar de dimensión en dimensión para venderle almas a los desterrados.
—Antes de que preguntes —tercia Dom—, los desterrados son entes de bajas vibraciones que vagan por los mundos buscando almas para consumir y, de esa forma, mantener sus cuerpos. Trabajan con y para el Miedo.
—Así como existe la luz también la oscuridad —me explica Ann—, y en este caso la oscuridad es el Miedo.
»La Deidad creó la personificación del Valor al creer que para los humanos era necesaria y lo fue por un largo tiempo.
»El alma viajó por la Tierra inspirando a los hombres con su existencia; puedes verlo en el arte, la cultura, en la ciencia, en todo. Los hombres han mostrado valor, han desafiado su propia naturaleza débil...
»Sólo que todo lo que existe es dual y tiene su propia conciencia en sí, por lo que cada ser posee su libre albedrío. Eso hizo que un día esta personificación cambiara de grado, convirtiéndose en lo que es hoy: su polo opuesto, el mismísimo Miedo, terror puro, pánico absoluto; como quieras llamarlo.
—Algunas veces —repone Dom—, también es necesario para los humanos, viven de emociones, ya ves, pero otras veces se pasa de la raya haciéndome querer que exista un infierno para mandarlo de una sola patada en el culo.
—¿No existe el infierno?
—¿Qué esperabas? El Dios Todopoderoso que te venden no es como lo pintan —me contesta él, ladeando su rostro—. Siempre tuviste razón con respecto a eso, el cielo y el infierno sólo son creación del hombre, al mismo tiempo que la religión.
—Bueno, sí —admito, poniendo los ojos en blanco. Los seres humanos y sus mentiras—. ¿Has conseguido pruebas, Ann? ¿Es verdad que Hiram trafica almas?
Pienso que empezarlo a llamar por su verdadero nombre no me recordará el padre que me ha tocado.
—Todavía no lo sé, Kate. Sabemos que se dedica a vender drogas aquí en la Tierra, pero con respecto a lo otro, todo es muy confuso, cada vez que estoy a punto de atraparlo o seguirle la pista se me escapa. Es obvio que está trabajando con alguien lo suficientemente fuerte como yo.
—El Miedo —afirma Dom, mirándola de brazos cruzados, como si se lo recordara.
—Creo que lo sabría —se defiende ella, devolviéndole la mirada con desprecio.
—Los hombres que me atacaron... —destaco, tratando de atar cabos—, ¿son ellos algún tipo de ente relacionado con el Miedo?
—Títeres —gruñe Dom, entre dientes. Es obvio que le molestan o que sólo le repugnan—. Son seres humanos que aceptan vender su alma al Miedo a cambio de un favor. El alma le pertenece a La Deidad, entregarla al Miedo es el peor delito universal que se pueda cometer, amerita la pena máxima.
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Custodio© [¡Completa!]
Teen FictionDios no crea cuerpos, Él crea almas. Y una de ellas es Katherine Wells: una chica de dieciocho años que vive en California con su madrastra Ann y con Hiram, su padre, un hombre agresivo que la crio a punta de golpes, sospechoso por venta ilícita de...