Miércoles.
23:26 p. m.
—Conque bailando con Tina, ¿ah? —comento, luego, cuando me tomo el atrevimiento de rodear su cuello con mis brazos, mientras que los de él, mi cintura.
Una sonrisa curva sus labios.
—¿Celosa?
—Más bien curiosa —le enfatizo yo—. Pensé que ya te habías dejado de esa ilusión tan patética.
—Sí, estás celosa —esta vez afirma para sí mismo, más convencido.
Volteo los ojos en son de exasperación. —Lo que sea.
Su mirada se detiene a estudiarme con un dejo de confusión y diversión al mismo tiempo. Parece ser que invertir los papeles le fascina.
—No entiendo por qué le tendrías celos a algo que no tiene vida.
—Porque no es así, no estoy celosa de ella. Sólo que... los que te rodean la conocen, la has hecho real. Yo digo que deberías fingir una ruptura para...
—Terminar con ella no tendría sentido, enana, ni siquiera existe.
—No para ti.
—No lo tiene para nadie.
—Ya —. Dejo caer mis brazos a mis costados—. Entonces vamos a hacer que todos piensen que estás bailando con ella y...
Las comisuras de sus labios se estiran, como si le agradara muchísimo verme irritada. A mí no me parece tan gracioso.
Él regresa mis manos a su posición original, sobre sus hombros, y me insiste para que le devuelva la mirada.
—Oye, no te molestes. No estoy haciendo una ruptura formal con ella porque Tina no me importa, Kate, no es necesario.
—Sí, bueno, haz lo que quieras.
—Verte celosa no se compara con nada.
—Qué bueno que te divierta —ironizo, girando el rostro hacia la pista de baile, fijándome en los otros estudiantes que bailan al son de la música.
Esto no mejora nada la situación. A lo mejor, sí me estoy pasando un poco de la raya porque, al fin y la cabo, Tina no existe y no tiene sentido que le exija cosas como esa cuando él no es nada mío.
No quiero discutir más, no quiero que volvamos al principio.
—¿Sabes qué? —le digo, volviéndome para mirarle—. Sólo por esta vez no le llevaré la contraria, señor «No tendría sentido porque ni siquiera existe».
El sonríe, como si estuviese burlándose de un pensamiento o de algún recuerdo gracioso.
—¿Qué? —le pregunto yo, entonces.
Él me examina durante unos momentos. Nuestros rostros están tan cerca que podría fácilmente robarle un beso.
—Nada —niega con la cabeza.
—Dime.
—¿No recuerdas en serio lo que sucedió la noche en la que dormimos juntos?
Mis mejillas se encienden por inercia. Odio con mi alma no poder recordarlo todo, no poder recordar que lo toqué ni cómo se sintió, ni lo que hizo. Es frustrante.
—No y me molesta que te divierta eso.
—Créeme, no quisieras recordar. Si supieses las cosas que dijiste y las que hiciste...
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Custodio© [¡Completa!]
Teen FictionDios no crea cuerpos, Él crea almas. Y una de ellas es Katherine Wells: una chica de dieciocho años que vive en California con su madrastra Ann y con Hiram, su padre, un hombre agresivo que la crio a punta de golpes, sospechoso por venta ilícita de...