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Ha pasado exactamente una semana desde la última vez que Dom Brian me dirigió la palabra y golpeó a mi mejor amigo, pero sólo han pasado unos cuantos minutos desde la última vez que James insistió en que regresara con él. 

Los últimos días se ha vuelto tan intenso que Matt ha tenido que ayudarme a controlarlo.

La total falta de atención de mi exnovio acerca de mis pretensiones es exagerada, no consigo forma alguna de quitármelo de encima; ni mucho menos los inquisidores ojos de Dom. 

Esos jodidos ojos grises siempre están sobre mí, ya sea en la cafetería, en el salón de clases o en los pasillos. A donde quiera que voy junto a Matt puedo sentir a Dom observándome, lo que resulta incómodo e irritante. 

Abro mi casillero y me deshago de todos los libros que cargo encima. De brazos cruzados, junto a mí, se encuentra Matt, esperando que termine de guardar todos los libros para poder irnos a casa. 

—Puedes ir saliendo, Matt. Yo te alcanzo —aseguro, notando que lleva prisa. En dos días sale de viaje a Sacramento y todavía tiene asuntos que arreglar con su papá. 

—Muy bien, te espero afuera y por favor no tardes —suplica, retrocediendo. Luego me da la espalda y lo veo perderse por el pasillo entre los pocos estudiantes que quedan en el instituto. 

Estoy guardando el último libro de biología cuando escucho una risa corta. 

—¿Si sabes que quiere follar contigo, verdad? —. Su voz le da paso a la corriente eléctrica que viaja dentro de mí. Nunca es nada sutil.

Cierro los ojos percibiendo esa sensación tan extraña que me envuelve cuando lo tengo cerca.

Escucho cómo da un paso hacia mí y yo me estremezco. Entonces, cierro mi casillero más duro de lo que quería para encararlo. 

 —¿Si sabes que eso no te incumbe, verdad? —le respondo, ladeando mi cuerpo para irme. 

En el momento, me paralizo porque él sostiene mi mano. La sensación que produce su tacto se ha vuelto más fuerte e intensa desde la última vez, como si eso fuese posible.

La electricidad se expande desde mis dedos, pasa por mi brazo y recorre todo mi cuerpo.

Me suelto de su agarre y me quedo mirando sus brillantes ojos. 

Exhalo. 

—Okey, ¿qué es lo que te pasa conmigo? —el tono que uso no es de reprimenda, ni amistoso, sólo derrotado, ya me harté—. Me odias, me humillas, pero andas detrás de mí todo el tiempo. ¿Soy una especie de perversa distracción para ti?, ¿o es que te frustra tener sueños húmedos conmigo? 

Lo que le digo lo deja impactado. Tarda unos segundos en recomponerse. 

—¿Qué? 

—Sí, Dom. O sea, no encuentro otra explicación lógica para tu acoso. Sólo me tienes mareada. Dices cosas, luego haces otras totalmente distintas... todo es tan contradictorio... Dime algo, ¿te gusto?, ¿es eso?, ¿estás enamorado de mí? 

Se burla un buen rato. 

—¿Me ves cara de que estoy enamorado de ti? 

La misma excusa de siempre, un clásico

—No se trata de tu cara, es lo que haces. A ver, explícame por qué me defendiste de James el día que me golpeó si es tu amigo y tú nunca te has interesado por mí. 

—No estoy interesado en ti. Lo hice porque se lo merecía y créeme que fue estúpido porque casi me cuesta mi propósito. 

—¿Propósito?

Custodio© [¡Completa!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora