Abro los ojos frotando mi rostro contra algo suave. Una mano abraza mi cintura apretándola.
Parpadeo varias veces, intentando distinguir el lugar en el que me encuentro. No es mi habitación.
Alzo la vista y lo contemplo dormir. Sus labios juntos están resecos y sus ojos escondidos tras los parpados. Aún duerme, su pecho sube y baja con suavidad bajo mi cabeza. Puedo percibir el olor a galleta que desprende su presencia. Me abraza fuerte contra él, mientras duerme plácidamente. No sé cómo puede hacer las dos cosas al mismo tiempo, pero no me muevo.
Estar así, cerca de Matt me reconforta, me siento tranquila, estable. Me mantengo estática, mirando un punto fijo en la alfombra.
Estamos en la sala. Nos quedamos dormidos después de hablar casi toda la noche de tonterías. Nunca un chico había dormido en mi casa y menos conmigo. Si Hiram se enterara... De todos modos, Matthew es diferente. Es mi mejor amigo, pienso que es normal encontrarnos así.
Cierro los ojos, abrazando la sensación de conformidad hasta que se me hace inevitable escuchar un carraspeo. Ann está de pie, en la entrada de la sala, observándonos con una ceja alzada, divertida.
Ah, no. No, no, no puede pensar nada. Me separo de Matt, echándole un vistazo de reojo.
—Buenos días, bella durmiente —dice ella, más alegre que nunca. No sé qué le parece divertido de esta situación, pero increíblemente eso no me molesta—. En este caso, tu príncipe también se quedó dormido...
—¿Príncipe? —repito, casi riendo por el apodo. Niego con la cabeza, antes de levantarme—. Matt no es ningún príncipe, y no es mío —aclaro estirando los pies. Siento cómo él se remueve en su sitio.
—Puedo serlo, si quieres —dice ronco, acercándome a él, mientras parpadea. Su mano envuelve mi cintura nuevamente, y me estruja con cariño.
Sonrío porque su cara adormilada es muy graciosa.
—Lo ves —opina Ann, encogiéndose de hombros. Se encamina hasta la cocina con una desenvoltura ágil y saltarina que muy poco le había notado.
Matt suelta un débil sonido gutural, al aclararse la garganta.
—¿Cómo dormiste?
—Creo que tu pecho resulta ser mi nueva almohada favorita —respondo, inclinándome para besarle la mejilla.
—Y a mí me duele decirlo, pero tú eres un pésimo peluche.
Aferro un cojín del mueble y le golpeo la cabeza en son juguetón.
—Soy el peluche perfecto para cualquiera —aclaro, intentado hablar con aspereza.
Matt toma el almohadón de un tirón y lo echa hacia un lado para luego empujarme contra el sofá cama. Se encarama encima de mí a horcajadas, sosteniéndome por lo brazos, aprisionándome contra él.
—No está bien golpear a tu mejor amigo con un cojín.
—Denúnciame —le saco la lengua.
—Niña mala. La próxima vez tendrás que pensarlo dos veces —. Sé que está bromeando por el tono de advertencia exagerada con el que lidia, pero le sigo el juego.
—¿O qué? —reto, devolviéndole la mirada.
—Si van a estar en esa posición todo el día o siquiera desvestirse, por favor chicos, vayan a la habitación —tercia Ann, en nuestra dirección con una sonrisa cómplice—, y la protección es importante.
Si Matt no estuviese cubriéndome, ella notaría mi inminente rubor.
Matt dirige sus ojos otra vez hacia mí, y sus comisuras se elevan en una sonrisa perversa.
ESTÁS LEYENDO
Custodio© [¡Completa!]
Teen FictionDios no crea cuerpos, Él crea almas. Y una de ellas es Katherine Wells: una chica de dieciocho años que vive en California con su madrastra Ann y con Hiram, su padre, un hombre agresivo que la crio a punta de golpes, sospechoso por venta ilícita de...