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Miércoles.

21:48 p. m.

Ha llegado la gran noche. 

—¡Ann! ¿Qué tal me veo? —pregunto, desfilando por la sala con mi lindo vestido.

Justo como en la tienda, el vestido se ciñe a mi figura como si de verdad hubiese sido diseñado para mi cuerpo. Los diamantes diminutos realzan mi piel y el verde esmeralda combina con el verde pino de mis ojos. La falda tiene una abertura poco pronunciada por donde escapa mi tersa pierna y un zapato de tacón alto negro. 

Ann se acerca, a través del pasillo, ya vestida, terminando de colocarse un arete.

Al igual que yo, luce espectacular. Ella tiene, desde luego, un cuerpo más definido que el mío, por lo que el vestido blanco floreado le realza todas sus curvas, haciéndola ver como si fuese la mujer perfecta; sus zapatos rojos le dan un toque único y elegante, que sólo ella sabría usar; el cabello rubio lo tiene recogido en un bonito peinado con alfileres rojo brillante y su maquillaje realza sus perfectas facciones de belleza inhumana, dándole un brillo especial a su mirada.

—¡Oh, caray! —exclamo, aproximándome a ella—. Te ves bellísima.

Ann sonríe, dando una vuelta sobre sí misma para desfilar su vestido corto.

—Lo sé, borrachita. Pero, oye, tú no te quedas atrás, ¡estás fantástica!

—Gracias. 

Camino hacia el espejo de cuerpo entero debajo de las escaleras y repaso mi aspecto. Dejé suelto mi cabello rubio oscuro para lucir los bucles que me había hecho; así, una diadema diminuta que Ann insistió en comprar, adorna mi cabeza. El maquillaje no es exagerado; nunca he sido muy amante de él, sólo sombreé mis ojos y le di brillo a mis labios. 

—¿Estás lista? —me pregunta entonces, tomando su bolso.

—Sí —. Me vuelvo hacia la ventana: la noche opacó al día, y aunque se vea algo interminable, las estrellas adornan muy bien el cielo, dándole claridad y majestuosidad a ese infinito—. Debemos esperar a Matt. Le pedí que fuera conmigo. No debe tardar.

—¿Matt?, ¿el chico nerd del otro día? —inquiere, logrando sacarme una risa que encubro muy bien con mis manos—. ¿El que casi se hizo pis en los pantalones?

—Puede que se haya echo pis por culpa de ustedes —acuso, señalándola con falsa acritud—. Pero no es un nerd...

—Discúlpame cariño —se ríe ella—, pero el chico no es más nerd porque no puede.

Entorno los ojos. —Espero que después de lo que le hicieron no me deje plantada.

Ella me sonríe, maliciosa. —Ya. ¿Entonces tu amigo nos llevará a la fiesta? ¿Tiene auto?

—No. Pero su papá a veces le presta el Volkswagen que le dejó su tía.

Ann se muerde el labio inferior para no reír. —Okey. Un clásico es un clásico, no hay problema. Nos iremos entonces en su... auto.

—Eso creo.

—¿Crees que se tarde mucho en...?

Escuchamos el estruendoso motor —evidentemente destartalado—, de un auto estacionarse. No lo dudo ni por un segundo.

Custodio© [¡Completa!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora