victoria.
Tras casi medio año fuera... solo duré casi medio año, wow, pensé que duraria mas la verdad.
Es la 1 de la tarde cuando me encuentro de nuevo pisando el lugar que hace tiempo me había visto partir para hoy nuevamente regresar, le llamo a mi abuela preguntando por su ubicación mientras camino por el aeropuerto atestado de gente cosa que odio que pase, no soy el tipo de personas que ame estar rodeada de un sin fin de personas, me irrito fácil y eso no es muy bueno que digamos.
Me paso a la sala de espera pues cargar con tanta maleta no es muy liviano el transcurso que digamos, envío un mensaje de texto diciendo donde me encuentro ya que caminar no es mi opción.
Hay chicos moviéndose con playeras, pancartas, todo tipo de cosas que ni al caso mi atención, ni que fuera alguien que merezca mi atención.
—¡Emmy!—gritan.
Volteo a todos lados y me pongo de pie, al fin fijo la vista en el chico que corre hacia a mi con los brazos extendidos, detrás de él muy lejos viene mi abuela a todo lo que puede. El fuerte impacto de mi hermano en el abrazo me hace retroceder, ya me saca una cabeza de altura que me hace recordar que hace menos de año ni me rebasaba ni un pelo pero ahora me saca un buen pedazo de altura.
—te extrañé mucho.
—yo también enojón, acabas de rebasar a tu hermana mayor, mírate, pareces tu mi hermano mayor y no el menor.
—tuve que crecer para cuidar de mi hermana, ya no soy mas el niño pequeño.
—luca, a la que le corresponde cuidar es a mi, no a ti.
—no Emma, te has sacrificado siempre por nosotros que ahora es mi turno y te juro que...
—no me jures nada, solo quédate conmigo y nunca me dejes que yo nunca te dejaré.
—y para la abuela no hay abrazo.
Luca se aparta dejando espacio entre mi abuela y yo, me le abalanzo como niña chiquita cuando va de visita a la casa de sus abuelos, me llena de besos y apapachos que me hacen sentir mi regreso, ahora más que nunca debo de ser mucho más que la antigua victoria, debo de superarme a mi misma que lo que se viene no tiene porque verme como un blanco fácil, sino uno que debe de imponer y ser temido por aquel que se haga el valiente cruzándose en el camino de un Sandoval.
Mi carácter se fue forjando desde pequeña pero sin rebasarme una linda niñez como todos, a los 11 se extendió volviéndose mi único aliado en esta guerra que se llama sobrevivir y proteger, a los 16 se desvió tomando otras alternativas, a los 18 sufrí las consecuencias que duraron 3 años y un año arrebatador que como solución tuvo ser lo que soy y que deseo superar cueste lo que tenga que costar con tal de que nadie me tenga bajo a sus pies apaleándome porque no lo merezco y ni lo mereceré, siempre liderando, nunca obedeciendo a idiotas.
Las puertas de la casa se ciernen frente a mi, ya había olvidado algunas cosas y a sido un poco remodelada, mi abuela siempre buscar tener su casa hermosa e implacable, ella abre entrando primero, mi hermano me señala con el mentón que entre, lleno mis pulmones hasta el tope ensanchando el pecho y suelto el aire, puedo percibir el olor a hogar que estaba olvidando, entro y veo todo recordando, me siento como niña perdida en casa de desconocidos, pero es raro sentirte de nuevo en casa.
Una señora no tan vieja pero no tan joven sale de la habitación de mis abuelos con una bandeja con trastos vacíos, tiene el uniforme de enfermera, se acerca con mi abuela poniendo al tanto del estado de mi abuelo.
—se acaba de dormir, aunque no queria porque estaba esperando a su nieta—sonríe.
—se nos hizo un poco tarde pero ya estamos aquí.
ESTÁS LEYENDO
La Preferida
Romansasu estancia no era para siempre y el lo sabia. tras largos meses de la ultima vez que se vieron era de volver pero, ¿Qué pasará?, ¿Qué cambió?, ¿seguirán siendo los mismos?... aun hay cosas por resolver. primera parte: la indicada segunda parte: la...