68. ★ Tú y la silueta ★

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Oscuridad. Un camino. Una luz lejana.

Caminas a ciegas, con temor a lo que puedas encontrarte. Solo te guías por la luz que por un paso que das se vuelve un poco más lejana.

Entonces, algo toma tu mano, o alguien.

Sacudes tu mano con pánico, pero esa silueta te sujeta firme, sin detener sus pasos, te lleva con ella. Suena aterrador. ¿Por qué tomarías la mano de un desconocido, o peor aún, de alguien que no puedes ver?

Alcanzas a escuchar una pequeña melodía que te hace preguntarte de dónde viene. La persona parece darse cuenta, puesto que de un momento a otro sientes la música un poco más cerca, por la razón de que te coloca en el oído lo que supones que es un auricular, el otro, al parecer, lo tiene puesto él.

Tomas una respiración profunda sin formular una palabra y te dedicas a cumplir su súplica; que escuches la canción.

Llegaste abriendo un camino
Cambiando al destino de sitio
¿Y  qué serás que esta vida gira entorno a ti?
¿Y qué me das que todo es bueno si tú estás aquí?

Déjame darte mis manos repletas de flores,
Un beso callado como un pasaporte
Que pueda llevarte donde no has ido antes.

Y deja que muera abrazada a tu espalda,
Que solo en tus venas encuentre mi casa,
Y quiero amarte como no lo ha hecho nadie.

Son tan relativos los años
Porque a tu lado no existe el calendario.
Quiero tener adentro un segundo corazón
Para poner tu nombre justo en medio de los dos.

Déjame darte mis manos repletas de flores,
Un beso callado como un pasaporte
Que pueda llevarte donde no has ido antes.

Y deja que muera abrazado a tu espalda,
Que solo en tus venas encuentre mi casa,
Y quiero amarte como no lo ha hecho nadie.

Y deja que muera abrazado a tu espalda,
Que solo en tus venas encuentre mi casa,
Y quiero amarte como no lo ha hecho nadie.

No lo ha hecho nadie.

«Matisse, Nadie».

Y sin darte cuenta, todo queda en silencio.
Sin darte cuenta, llegaste a esa luz que se te hacía lejana.
Sin darte cuenta, quien te acompañó ya no está tomando tu mano. Miras a un lado de ti, para comprobarlo, y no encuentras a nadie.
Ya no se escucha ninguna melodía.
Entre su aparición repentina y la canción, todo te deja tan fuera de sí que lo comprendes.

Para ese entonces ya no importa quién te acompañó. Lo que importa es lo que hizo para hacerte olvidar.

Comenzaste con miedo y terminaste en paz. De esa manera me haces sentir tú.

Se puede decir que la silueta soy yo, haciéndote compañía durante un recorrido que tú no entiendes cómo llegaste. Desapareció soltando tu mano, pero vuelve cuando lo necesitas.

En la oscuridad también puedes encontrar magia. Por no volver a coincidir con una persona no quiere decir que haya soltado tu mano totalmente. En realidad, esa persona espera por ti para cumplir todas las promesas que alguna vez prometió, entre ellas, cada parte de esa canción que te hizo escuchar.

Aunque no me puedas ver,
siempre te acompañaré.

«Había una tristeza humilde dentro de ti, que nadie parecía notar, como un charco que refleja un hermoso cielo todo el día, pero nadie mira».

—Dulce María Loynaz.

La Noche Estrellada de Dos Espejos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora