66. ★ Encuentro en sueños ★

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Esa sensación cálida que me transmites cuando estás grabando un audio de voz y lees un mensaje de texto y te echas a reír. Joder, nunca me había obsesionado antes con una risa, tú tienes esa que parece ocultarlo todo. Esa que no aparenta ser perfecta como en la TV, sino que suena a un carrito chocón y me hace sonreír ampliamente.

Cada instante brilloso que convivimos el día de hoy fue paz para mi existencia. Y, de nuevo, volví a agradecerle a la vida por crearte y tenerte, incluyendo, por hacerme parte de tu día.

Gracias por intentarlo a mi lado.
Tu alma está profundizada en mí, una vez que estás tatuada ya no hay vuelta atrás y, para serte sincera, agradezco que no la hayas clavado, porque si fuese de esa manera, se podría salir en cualquier momento. Así que, esta soy yo otra vez tentando al futuro, diciéndole que eres permanente y nunca me arrepentiría de ello.

Tener tu fantasma persiguiéndome hasta la eternidad, solo logrará que cuando me vuelva más loca de lo que estoy, una noche le hablaré de ti y, seguramente, quedará tan embobado que irá a por ti. Y él volverá, en sueños, para comentarme con una sonrisa todo lo que ha sido de ti y, tal vez, te dibuje haciendo que nos volvamos a encontrar.

Puede leerse triste, pero yo pienso que es una suerte que, a pesar de las posibilidades que hay de no tenerte en un futuro, está seguro que volveré a pasar tiempo junto a ti.

Te estaré anhelando en sueños y en ellos repetiré: «Somos dos en uno».

No hay diferencias.
Estés donde estés y vayas donde vayas; ahí estarás. Para siempre.

«Escuché tu risa, te miré siendo feliz y desde entonces no quise dejar de hacerlo. Así fue como el cerebro y el corazón se concedieron una tregua, ambos estaban de acuerdo; yo estaba enamorado de ti».

—F. J. Zárate.

La Noche Estrellada de Dos Espejos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora