3. Perdernos

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Jessie

- Venga, déjame llevarte a casa - Me intenta convencer Devin mientras estamos saliendo del instituto.

Primer día del nuevo curso superado, solo quedaban... Demasiados, que puta pereza.

- ¿Para acabar discutiendo hoy que no lo hemos hecho? No gracias.

- Sabemos hacer otras cosas aparte de discutir, y son mucho mejores - Sonrie travieso con todas sus dobles intenciones.

- Pervertido.

- ¡Jessie! ¿Vienes o no? - Me pregunta Ashley, ya montada en su moto.

Le miro a ella y después a mi novio, el cual no deja de poner ojos de cachorro.

La verdad no quería volver a casa aún, ni tener que enfrentarme al forcejamiento de mi cabeza contra el casco.

Así que decido aceptar la propuesta del idiota pervertido al que llamo novio.

- ¡No, me voy con Devin! - Le respondo a mi amiga y el chico de mi lado lo celebra sonriente.

- He ganado - Saborea las palabras.

- Te he dejado ganar, es distinto.

...

Devin y yo vamos en su coche, con las ventanas abiertas y la música a todo volumen.

Aunque no se lo admitiese y lo ocultase riéndome de él, me gustaba verle tan feliz cantando las canciones, y hacerlo junto a él.

Al fin y al cabo, después de habernos visto desnudos ya se había perdido toda la vergüenza entre nosotros.

- ¿Dónde vamos? Como te pierdas te vas a enterar...

Le había dicho que no quería volver tan rápido a casa, pero tampoco quería irme de la ciudad y quedarme castigada de por vida cuando mis padres me encontraran.

- Tranquila, lo tengo todo controlado.

Sinceramente, no me lo creo del todo, pero solo me queda confiar en él...

...

Cuando llegamos al que parece nuestro destino, Devin para el coche y me mira con sus ojos claros.

Observo a mi alrededor todavía sin salir.

¿Por qué coño me había traído a un bosque?

Cuando me giro a preguntarle, él que ya se ha desabrochado el cinturón, me coge de la mejilla y me besa.

Vale, de esto no me puedo quejar.

Sin soltarle ninguna de las protestas que le iba a decir por haberme traído aquí, continuo el beso, desabrochandome yo también el cinturón para estar más cómoda.

Tenía razón, sabíamos utilizar nuestras bocas para algo más que insultarnos y discutir.

Aunque jamás se lo admitiría a él ni a nadie en voz alta, este gilipollas era un muy buen besador.

Continúa bajando sus besos por mi cuello, no hacia falta preguntar, ya sabía para que me había traído aquí.

- No te sirve la excusa de calmar los nervios, es solo el primer día de clases - Digo desabrochandome los vaqueros.

- Pues no pondré ninguna. Simplemente tenía ganas de esto, de ti - Me dice a centímetros de mi rostro, mirándome a los ojos, y muestra una de sus medias sonrisas.

Le vuelvo a besar más apasionado, dejándonos llevar al completo.

Por algo que se nos daba de puta madre no nos iba a parar...

La historia que nunca quisimos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora