29. Puto héroe

487 50 12
                                    

Jessie

- Admiteme de quien son los mensajes - Le susurro sobre los labios.

- ¿De verdad tienes que sacar el tema ahora? - Pregunta con la voz agitada.

- Es para enfadarte... - Respondo con una sonrisa pícara acariciando sus abdominales.

- Eres mala.

- Muy mala - saboreo las palabras y me humedezco los labios, volviendole loco y haciendo que no pueda aguantar más las ganas de mí.

Me coge de ambas piernas y clava con fuerza sus dedos en mi piel.

Las enlazo a su cintura y le beso con pasión, restregando nuestras partes bajas.

Deja que ambos nos caigamos sobre la cama y yo sigo con mi juego.

- ¿Y tú? ¿Eres un chico malo? - Le susurro al oído - No me estarás poniendo los cuernos...

Coge ambas de mis muñecas colocandolas a los lados de mi cabeza y me mira a los ojos.

- No Jessie, joder - Dice totalmente serio.

Se ve tan sexy desde aquí de esa manera...

- Joder es lo que te hago yo a ti.

Consigo causar una sonrisa en su rostro rojo por la rabia.

- Ahora quien te va a joder soy yo a ti - Asegura besandome de nuevo sin soltar el agarre de mis muñecas.

Le muerdo el labio fuertemente y acabo sonriendo sobre ellos.

Él se lame la reciente herida sin preocuparse por ella, no era la primera y ni mucho menos sería la última.

Bajando nuestra ropa interior hasta los tobillos, se mete dentro de mí y entierra su rostro en mi cuello.

Escucho sus gruñidos de placer mezclandose con mis gemidos.

- ¿Así es como me jodes? Pues vaya... - Le provoco, y causa efecto.

Las venas se marcan en su brazo por la tensión y empieza a darme más rápido, más duro, más fuerte.

Así es como me pone a mil...

Le tiro del pelo para hacer que me mire, y acercar nuestras bocas.

Entre jadeos nos besamos, jugamos con la lengua del otro a la vez que estamos por llegar al orgasmo.

Si lo que siempre causabamos antes de follar rabiosamente era una guerra, el final de nuestros cuerpos desnudos y agotados era la paz.

...

Después de varias repeticiones Devin va a la cocina a por algo de agua, y justo cuando no está...

Suena una notificación.

El móvil está al lado mía, y sin esforzarme, puedo ver perfectamente de quien se trata.

Fijando la vista detenidamente, leo el usuario de Instagram en la pantalla y todo mi cuerpo se queda parado y confundido en ese momento.

El propietario del móvil entra por la puerta y me mira tranquilo, sin saber que yo ya soy consciente de la persona misteriosa.

Pero entre nosotros un secreto, o mejor dicho, un reproche, no dura mucho. Y sin aguantar más, lo suelto.

- ¿Por qué Noah es la que te envía mensajes?

Devin

Me quedo quieto.

¿Cómo respondía ahora yo a eso?

- No deberías de haberme cogido el móvil - Es lo único que se me ocurre para intentar escapar de esta.

La historia que nunca quisimos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora