31. Cambiar pañales

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Lucy

Después de mi insistencia, Ashley y Harry se acabaron yendo.

Mis padres estaban por llegar y me quería enfrentar a ellos yo sola, aunque supiese que sin mi mejor amiga y novio delante la conversación podía ser más intensa y con el tono más duro...

- ¿Qué tal estás, cariño? - Me pregunta mamá dándome un beso en la frente.

- Tengo algo que deciros... - Digo mirándole a los ojos y al momento bajando la mirada a mis manos.

Ella llama a mi padre para que venga y ambos se sienta delante mía, intrigados.

- Cuéntanos, pequeña - Dice él con su mítica sonrisa

Las palabras se quedan atascadas en mi garganta, y sin poder aguantarlo, una lagrima silenciosa cae por mi mejilla.

- ¿Ha pasado algo con Harry? ¿Habéis discutido? - Preguntan preocupados.

Yo niego con la cabeza sin atreverme a mirarles.

- ¿Lucy? ¿Qué ocurre? - Insiste mi madre buscando mi mirada.

Cojo aire y mirándoles a los dos, veo que es el momento de soltarlo.

- Me he quedado embarazada.

Ambos me miran, sin decir nada, serios.

Su silencio me mata.

- Decir algo, porfavor - Les pido en un sollozo.

Mi padre tose buscando las palabras, pero mi madre no tiene ese problema, todo lo contrario...

- ¿Y ahora qué, Lucy Smith? ¿Qué piensas hacer con un bebé? Has sido una completa irresponsable, nosotros no te hemos enseñado eso.

Mis ojos lagrimosos arden, y mi vista se nubla por tantas lágrimas acumuladas.

- Te hemos enseñado a valorarte y a no darle tu cuerpo a un hombre...

- ¡Ambos quisimos! No es solo su culpa - Grito parando el camino por donde iba.

- ¡Igualmente siempre te hemos recordado el tema de la protección! Hemos confiado plenamente en vosotros dos, hemos apoyado totalmente lo vuestro... Y así nos lo devuelves tú - sigue relatando.

Sus palabras sientan como cuchillos que se clavan en mi estómago.

- Siempre puedo abortar...

- ¿Matarlo? Ni de broma. Ni - de - broma - Repite convencida - Ahora vas a pagar con las consecuencias.

- ¡Pero mamá!

- ¡Si eres tan mayorcita para follar sin condón eres mayor para tener a un niño! - Grita dando un golpe en la mesa del salón.

Me niego a decir nada más.

Parece que nuestra decisión, la que debíamos tomar Harry y yo, ya ha tenido la palabra final por mi madre.

- ¿Harry lo sabe? - Pregunta mi padre y asiento lentamente - Supongo que ya se estará buscando un trabajo, ¿no?

Me encojo de hombros, negando con la cabeza lentamente.

- No... No lo se, no hemos hablado eso - Tartamudeo.

No quería que Harry dejase de estudiar por esto, su sueño era ser juez y estoy segura de que será uno de los mejores.

Nuestro error no puede intervenir en eso, pero también estudiar y trabajar a la vez... Definitivamente se nos venía todo encima.

- Pues tendréis que hablarlo pronto, voy a pedir cita para la primera revisión - Vuelve a hablar mi madre, tajante.

Asiento sin querer soltar ninguna palabra más, con demasiado cansancio para ello...

Con el único deseo de ir a mi cama y quedarme profundamente dormida, y despertarme con la noticia de que todo había sido un mal sueño.

Pero todo estaba hablado y decidido, como decía mi madre: Tenía que pagar con las consecuencias.

Ya no había vuelta atrás.

Harry

Al momento que Jack me avisó de que ya no estaba con Michelle y su familia, le pedí reunirnos para hablar.

Necesitaba contárselo a alguien, desahogarme y no ser el único que seguía sin creérselo.

Ambos estábamos ahora en el banco del jardín delantero de su casa, sintiendo el fuerte viento del anochecer.

Le había contado la última y gran noticia.

- Joder tío... ¿Y que vais a hacer? - suelta mirándome a los ojos, con los suyos azules profundos.

- Lo que Lucy decida lo aceptaré.

- ¿Pero tú qué quieres? Harry un puto niño no es una broma.

- Lo se Jack, lo se... Pero también se que esto solo iba a acabar pasando con ella, y que se ha adelantado unos cuantos años, pero si es con ella no está todo mal - Respondo serio.

Mi mejor amigo mantiene mi mirada y asiente lentamente, suspirando.

- ¿No tienes miedo?

Ahora el que suspira soy yo, después de soltar una risa sin gracia.

- Estoy cagado, tío. Pero es lo que hay.

Me da una media sonrisa y una palmada en el hombro.

- Pues nada hermano, Conrad y yo te ayudaremos a cambiar pañales - Bromea y no puedo evitar reír.

Algunos dirían que era demasiado pronto para hacer bromas, pero, ¿para qué llorar por lo que no se puede cambiar?

Solo te queda aceptarlo y si es posible, reírte de ello.

La historia que nunca quisimos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora