33. Te querré más

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Lucy

La mañana siguiente de haberle comunicado a mis padres lo sucedido, me despierto con un fuerte dolor de cabeza, y los ojos pegados por dormirme entre lágrimas.

Nunca había vivido esta sensación, sentirte tan mal al despertar que deseas seguir durmiendo.

Pero tampoco quería seguir viviendola, así que decidí incorporarme para levantarme de la cama.

Cuando justo entra mi madre por la puerta.

- Buenos días... - saluda y se sienta en los pies de mi cama, cerrando la puerta con suavidad.

Le devuelvo el saludo frotandome los ojos.

- Que pintas tienes, leona - sonrie y acaricia mi desordenada melena.

No digo nada, solo asiento lentamente.

Hasta que ella suspira y habla de nuevo.

- Lucy lo siento por ser tan dura contigo... Se que tú no elegiste esto - Pone su mano sobre la mía, mirándome a los ojos - La elección es tuya y de Harry, y sea cual sea, nosotros os ayudaremos, eso está claro, no tendréis que modificar vuestras vidas al completo. Tal vez solo un poco si decides... Tenerlo.

Noto como mis ojos se humedecen.

- ¿Y todo lo que dijiste anoche? - Le pregunto con voz temblorosa.

- No debí decirlo, me dejé llevar por el miedo, no me esperaba vivir esta situación contigo, aunque estoy segura que tú tampoco.

Asiento y me abrazo fuertemente a ella, llorando en su pecho.

Me acaricia el pelo y me tranquiliza asegurandome que dentro de un tiempo, esto solo será una historia más.

Ahora con mi corazón más alegre, y sintiendo el apoyo de mi familia, necesito hablar las cosas con Harry, con el padre.

Y tomar la decisión juntos.

...

Estamos sentados en el sofá del salón, muy serios comparado con lo sonrientes que normalmente somos.

Cogidos de la mano, mirando a un punto fijo con la cabeza baja.

- No quiero estropear lo nuestro... - susurro, aunque más bien habla mi miedo.

- Preciosa, eso jamás pasará, siempre estaré contigo - Asegura mirando nuestras manos cogidas.

Trago saliva y paso mi mirada hacia él, hacia sus ojos verdes.

Analizo cada detalle de su rostro, y él mantiene mi mirada mostrando una de sus bonitas sonrisas.

Sin duda, un hijo o hija con sus genes sería hermoso.

- Será un gran cambio, un cambio gigante, ¡enorme! - Me digo a mí misma en voz alta, aunque parezca que le estoy avisando a él.

- ¿Algún día lo íbamos a tener, no? - Pregunta con tranquilidad.

Sonrio porque pienso lo mismo, pero aún así, muerdo mi labio inferior nerviosa.

- ¿Cómo puedes estar tan tranquilo?

Ahora mismo envidiaba su paciencia y su manera de guardar el control.

- Porque estamos juntos en esto. Tendría miedo si no estuvieses tú, perdería todos los papeles sin ti. Pero no es así.

Vuelvo a sonreír y esta vez con los ojos lagrimosos.

Esas palabras confirman a mi corazón y cerebro que es el indicado, que todo estará bien.

La historia que nunca quisimos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora