Capítulo 23: Lienzos de Sangre

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Después de descubrir el paradero de Lyra, la atmósfera del grupo se volvió tensa al conocer por fin a qué se enfrentaban. Sin poder ocultar su pánico, Zoraila terminó derrumbándose, dando a conocer su historia a Arwen quién, al saber la verdad, no pudo evitar sentirse preocupado. Al día siguiente, Ladón se encontraba a solas en la sala de mandos, bebiéndose una jarra de cerveza mientras pensaba en lo que iba a suceder.

-''Akhada...De todos los lugares en el espacio...¿Por qué ahí?'' -pensó con rabia.

Frustrado, Ladón comenzó a apretar sus puños con fuerza y, tratando de contener su ira, le dio un enorme sorbo a su cerveza, azotando la jarra contra la mesa.

-''Maldita sea. Han pasado tantos años...Y sigo sintiendo escalofríos al recordar lo sucedido ese día.''

Mientras bebía, Ladón comenzó a recordar el día en el que decidió abordar el asteroide de Akhada, el mismo día que conoció a Zoraila.

-¡¡Busquen por todos lados!! ¡¡Debe estar por alguna parte!! -ordenó Ladón

-¡Capitán, el Coleccionista acaba de escapar en su nave! Lo sentimos, pasó todo demasiado rápido. Le perdimos la pista. -informó uno de sus tripulantes.

-¡¡Mierda...!! –exclamó, pateando unos escombros con rabia.

-¡¡Capitán, tiene que venir a ver esto!! –exclamó otro tripulante, saliendo del interior de aquel lugar.

-¿Eh?

Al escuchar aquello, Ladón se acercó hacia dónde su tripulante lo llamaba, guiándolo frente a una enorme puerta adornada con máscaras teatrales de oro que daban a una oscura habitación.

-Está muy oscuro...¿Qué hay ahí dentro? -preguntó desconfiado.

-Será mejor que lo vea por usted mismo, capitán.-

-Bien...Vamos. –dijo mientras comenzaba a caminar.

Con algo de incertidumbre, Ladón entró en la habitación junto a sus subordinados donde, después de caminar por unos cuantos segundos, finalmente comenzó a divisar un pequeño foco de luz que alumbraba el centro de la habitación y, al acercarse lo suficiente, este se quedó totalmente perplejo y horrorizado: El lugar estaba lleno de estructuras fabricadas con cadáveres, sangre y otros fluidos por todos lados. Pero, aquello que más lo impactó, fue lo que se encontraba alumbrado bajo la luz: Una pequeña niña en total estado de shock, la cual se encontraba abrazando los cadáveres de dos adultos de su raza, quienes habían sido totalmente mutilados y deformados.

-¿Qué demonios es esto...? –dijo uno de los tripulantes horrorizado.

Sin dudar ni un instante, Ladón comenzó a caminar hacia la desconsolada niña mientras los tripulantes decidieron quedarse al margen algo nerviosos.

-¡Capitán, espere! ¡Puede ser peligroso! –advirtió el otro tripulante.

Haciendo caso omiso a las advertencias de sus subordinados, Ladón se acercó a la pequeña niña quien, al verlo acercarse, dirigió sus pequeños, apagados e inocentes ojos hacia él, mirándolo fijamente.

-Hola pequeña. ¿Te encuentras bien? -preguntó Ladón, agachándose hasta estar a su altura.

-M-Mi mamá...Snif, mi papá...No me contestan cuando les hablo...Snif... -contestó la asustada niña.

-Ya...Ya veo... -contestó con desánimo.

-U-Usted...¿También me va a hacer daño...? Snif... -le preguntó.

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