ᴛʀᴇs: pasado

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Tu aroma es hermoso, me tiene como un tonto cada que llega a mí. Y me encanta, me asusta pero me quiero quedar aquí. 

Tu pequeña sonrisa que me hace desear que ella crezca siendo más perfecta. Sé que lo perfecto es algo irreal, pero es que para mí es lo que eres.

Un omega irreal que vino a dejarme tonto cuando menos creía.

Terminó de escribir y la pasó con la misma indicación que el día anterior. No se esperó a que Liam la leyera o le fuera entregada, no quería verse como un desesperado. Aunque el movimiento acelerado de su pierna y el golpeteo de la goma del lápiz con el escritorio dejaban ver que sí lo estaba. Pero había una buena razón detrás de ello. El omega no había salido de su cabeza por la noche y se mantuvo despierto hasta que llegó la madrugada y quedó dormido en el comedor de la cocina. Fue una mala noche que le dejó tremendo dolor de cuello, pero después de tomar un analgésico y un té se sentía como nuevo.

Aparte de que el olor de Liam lo ayudaba a sentirse calmado y como si el dolor no estuviera más.

Aunque también le asustaba, todo esto era nuevo y no sabía qué hacer para no arruinarlo o acelerar el paso.

Hoy tendría reunión con su psicóloga por zoom porque ella no se encontraba en la ciudad por asuntos personales, pero las reuniones tenían que seguir. En parte el que ella no estuviera aquí le favorecía, porque así no tendría que pagar otro autobús y eso podría irse a su alcancía para comprarse una camioneta.

¿Cómo es que un chico de diecinueve años alfa no tenía un coche? A veces también le molestaban esos puntos, como que ser alfa los favoreciera y les otorgara eso.

Ellos no tenían ese dinero para darse de lujos, si bien, si tenían coche pero solo lo utilizaba su padre porque su trabajo quedaba a las afueras, tenían sólo lo necesario para alimentar cinco bocas. Aunque fuera una vida buena, a veces sentía que merecían un poco más de lo que obtenían. Sus padres eran maravillosos, siempre buscando un poco más para darles, se preocupaban por el bienestar de sus hijos pasando por el suyo, lo agradecía, pero también lo hacía sentir mal porque no era lo que ellos merecían de un hijo.

No lo merecían a él.

Y aunque nunca lo hayan juzgado, no lo hacía sentir mejor. Si se comparaba con su hermana mayor alfa, podía ver lo que estaba bien, pero cuando se veía le entraban ganas de llorar y no salir nunca más de su habitación.

"Eres mi hijo y te aceptó de la forma que sea. No necesitas cambiar para encajar, eres maravilloso así." Su madre siempre buscaba verlo con una sonrisa en la cara y sin preocupaciones por lo que dijeran los otros.

Pero los otros siempre dirían algo para buscar hacerlo sentir mal.

¡Eres una mierda, prototipo mal hecho!

Pero algo que había aprendido en sus sesiones es que él no cambiaría de la noche a la mañana hundiéndose en lo que está bien y lo que está mal. Él así era; y podría practicar boxeo, podría cambiar su alimentación, podría hacer cualquier cosa para cambiar, pero sus pensamientos seguirían siendo los mismos. E intentar acoplarse con los otros alfas de su carrera, no lo haría como ellos. Eran pensamientos, sólo más y más pensamientos tontos que seguían llegando a él cuando lo encontraban con la guardia baja.

Después de más de dos años yendo al psicólogo ya debería de quedarle claro que a pesar de todo, sería un Alfa. Y aunque estuviera bien sentirse mal, no le gustaba, porque le hacía ver la otra cara de moneda donde todo parecía hundirse.

Jodido.

Gruñó saliendo en medio de la clase, no le importaron los gritos de su profesor, quería estar solo y dormir, el buen humor se había ido junto con sus ganas de estudiar.

𝐀𝐋𝐅𝐀 𝐘 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora