ᴠᴇɪɴᴛɪᴄᴜᴀᴛʀᴏ: te amo

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A veces decías que era tu mariposa, pero no todas las mariposas son de buena suerte.

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Cuando Liam era pequeño solía llorar a escondidas por lo mal que se sentía con todos a su alrededor. Lo hacía porque no quería ver el rostro de sus familiares al saber que cada uno de ellos lo insultaría, y él no era tan fuerte como para soportar los desplantes de sus tíos y su madre.

Cuando más solo se sentía, más lejos estaba de su familia.

No tenía muy buenos recuerdos de ellos, ni siquiera de su papá los cuales eran escasos por el poco tiempo que compartió a su lado, pero lo recordaba como un ser amoroso que le daba abrazos después de que su mamá le pegara.

A veces creía que sólo lo tenía a él y a sus abuelos, porque los demás parecían verle con asco.

Solía. Todo quedando en el pasado siendo enterrado por las flores que crecían con el pasar de los meses y las mariposas que ejercían su camino lejos de la muerte.

Su abuela alfa no siempre estaba en casa, desde la muerte de su esposo solía perderse por días, todos decían que había huido para jamás regresar a ese lugar lleno de maldad.

En ocasiones, cuando nadie veía a Liam, este se iba al patio y se recostaba en la silla de su abuelo como si él estuviera ahí, como si pudiera escucharlo, acariciarle su cabello y decirle que pronto todo mejoraría.

Cuanto habría deseado que eso se hiciera real, que pudiera sentir ese amor aunque fuera una vez más.

Pero jamás pasó. Porque esa persona que tanto esperaba jamás volvió.

Ahora era una mariposa volando alto, lejos y sonriendo.

Y él era una mariposa tirada por la calle siendo pisada de arriba abajo.

No eran dignos de estar juntos: no cuando uno merecía seguir creciendo, y el otro cayendo.

Lo que sucedió fue que, cuando el tiempo pareció dejar salir el sol, ese volvió a ser nublado por las nubes obscuras que trajeron más tristeza.

Poco a poco todas esas flores pérdidas se marchitaron, las mariposas jamás volvieron y sus sentimientos fueron en picada. Sólo había un Liam triste, uno que prefería llorar y esconderse, uno que sabía que estaba perdido.

— ♡ :

Podríamos decir que la noche se había convertido en una de sus cosas favoritas; desde el hecho de ser sólo ellos, hasta admirar ese lindo cielo que la mayoría de las veces se encontraba estrellado.

Tal vez era el hecho de que así ambos podían olvidar si estaban juntos. Se apoyaban, se amaban, pero ambos se sentían rotos.

El sentimiento de miseria estaba ahí plasmado por todo el lugar, no era lo suficientemente fuerte, pero estaba ahí, acompañando a ambos corazones que sabían que estaban mal. El ver como su pareja poco a poco se desvanecía lo hacía peor, ¿Pero que podía hacer él si su amor ya no alcanzaba a cubrir la falta de Zayn? El amor no era la solución, no era la razón. Y ellos fueron unos ilusos que creyeron que sí.

Pero aún así, no querían dejarse ir.

— Sube, yo cuidare de que no caigas. — Liam negó con miedo, veía el tronco del árbol, su altura y su grosor, sabía que ese árbol no resistiría su peso, pero Zayn insistía en que eso no era cierto. — Yo te cuidare.

— No dudo de que lo hagas, Zay, pero me da miedo. — Susurró mientras cubría su cara con el gorro del suéter. Zayn sonrío y lo abrazó por la cintura, para después alzarlo, haciendo que Liam chillara de sorpresa. — ¡Bájame, puedes lastimarte!

—No eres tan pesado como dices, bebé. — Y no lo era, pero sabía a lo que Liam se refería con ello, así que lo ayudó a subirse a la rama del árbol que, a sus ojos, si se veía lo suficientemente fuerte como para sostener a ambos, en todo caso de que así no fuera, la caída no sería tan peligrosa por la distancia. —¿Ves? —Dijo con una sonrisa una vez que Liam estuvo arriba con un puchero en su boquita. Seguido subió acomodándose a su lado sin olvidar tomar su mano. —Estoy aquí, ¿Si? —Acarició su palma con la suya, el castaño asintió dejando caer su cabeza en el hombro de Zayn.

— ¿No tienes miedo de todo esto? ¿Miedo de que nos hagamos daño?

Zayn sabía que en su pregunta había una indirecta a lo que en realidad pasaba. Sonrío levemente mientras asentía. — Lo tengo, también tengo miedo de nosotros. Pero como pareja tenemos que apoyarnos y crecer juntos, pero hacerlo por nosotros mismos y por ese algo que estamos creando día con día. — Llevó la mano de Liam y la besó con dulzura.

—Lo sé, Zayn. — Dijo con esa voz apagada que tanto le disgustaba al moreno. — Pero tengo tanto miedo de poder hacerte daño, porque no me considero el mejor prospecto para una relación, pero te amo tanto que cada día intento ser mejor por esto, por lo que tenemos, sin olvidar que tengo que ser mejor por mí.

— Eres lo que nunca imagine que llegaría a tener, pero que tanto estuve deseando en silencio obtener. — Lo alejó para poder mirar su cara, sus lindos ojos que se encontraban entrecerrados por lo tarde que era. Se acercó lentamente y acarició su nariz con la suya para seguido cerrar sus ojos y que sintiera ese calor que emanaba su cuerpo al tenerlo. — Recuerda, mi bella mariposa, que para mí no hay nadie más hermoso, maravilloso, indicado o mejor, como quieras llamarlo, que tú. Con todo lo bueno y lo malo, con todos tus problemas.

— Zayn... — Suplicó en un pequeño susurro que se lo llevó el viento.

— No — Negó para después sonreír cerca de los labios del menor. Abrió sus ojos viendo aquellos orbes chocolate brillar. —A mí no me importa de la familia que vengas, de todos esos problemas, porque yo te amo así, te amo con todo ello y debió de ser claro desde el primer momento en que esa nota llegó a tus dulces dedos. Yo estoy aquí y seguiré aquí porque quiero ver como creces, el como poco a poco te vas a deshacer de cada uno de esos pequeños baches. Con o sin mi ayuda, pero serás tú el que haga mayor parte del trabajo.

Liam lo miraba con adoración, lo miraba como nunca antes alguien lo había mirado. Y le encantó, le encantó saber que alguien lo amaba con la misma fuerza que él lo hacía. Y le dijo, se lo dijo con esa dulce voz encantadora, sentados en ese tronco para nada cómodo, pero que ellos hicieron suyo.

— Te amo, Zayn, te amo mucho. — Y lo besó sin dejarlo responder, pero esa intensidad se quedó grabada en el beso, se quedaron las palabras de apoyo y cada uno de sus momentos.

Ellos no eran nada, pero a la vez lo eran todo.

Era ese mismo choque de labios que causaba la suficiente electricidad para poner ambos cuerpos con la piel chinita, porque era lo suficientemente puro y hermoso de admirar. Porque sólo eran alfa y omega.

Zayn rio en medio de el, pero no se apartó, si no que lo incrementó hasta tenerlo pegado a su cuerpo, donde los brazos de Liam estaban sobre sus hombros y las manos de Zayn apretaba su cintura pequeña y estrecha.

Y ahí es donde podemos imaginar el reflejo de dos mariposas por los cielos, en aquella oscuridad donde sólo se veía la ligera luz en sus alas. También podríamos agregar que, cuando una subió, la otra fue cayendo a la tierra, al lugar donde pertenecía.

Porque sólo uno era ese ángel que merecía volar lejos de la oscuridad de la tierra.

Zayn se separó del beso, pero no apartó del otro cuerpo, amando la textura de el, amando de nueva a cuenta lo que Liam seguía siendo, lo que sería día y noche.

𝐀𝐋𝐅𝐀 𝐘 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora