ᴅɪᴇᴄɪsɪᴇᴛᴇ: te contaré otra historia

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Hoy te contaré otra historia; un Alfa que alguna vez fue dulce que por culpa del odio se convirtió en lo que es ahora.

Connor le puso seguro a la puerta del salón por petición de Dereck. Regresó rápido a su lugar en una de las bancas y miró al susodicho impaciente. Hace minutos que las clases habían terminado y habían decidido quedarse. El alfa más grande estaba sentado en el piso del aula mientras sujetaba sus piernas con su mirada perdida sabiendo que Eric lo miraba. Una libreta color negro estaba siendo sujetada entre sus piernas casi escondida de la vista de los presentes.

Aquel omega castaño con ciertos tonos dorados en su cabello estaba a unos metros lejos con su espalda pegada a la pared, no podía dejar de ver a Dereck; quería analizar todo lo que tuviera para decir y creer, al menos esperar, que todo lo que dijera fuera verdad.

Liam estaba sentado sobre las piernas del moreno, Zayn abrazaba su cintura con la cabeza escondida en su cuello. Ambos esperando por Dereck.

Nadie lo obligaría hablar, pero él había dicho que quería hacerlo. Y ellos aquí estarían hasta que se sintiera cómodo.

Su pequeña burbuja estaba llena de ese olor que tanto comenzaba abrumar a Connor.

—¿De verdad estás bien? —Volvió a preguntar en casi un susurro. Zayn dejó un besito en su hombro causándole una pequeña risa. —Ya, Zay.

Y ese pequeño quejido y gesto fueron suficientes para Zayn. —Estoy bien, bebé. —Sonreía sobre su hombro sintiéndose lo más cómodo posible, ni siquiera sentía el pequeño dolor en la parte baja de su espalda al sentirse mareado por el rico aroma de su niño.

Dereck aclaró su garganta y los miró sacándolos de esa burbuja que comenzaba a ser molesta. Se sentía avergonzado, pero sobre todo una mierda. Y tal vez esa última fuera durar más de lo que los demás podían creer. —No quiero interrupciones, que saquen conclusiones antes de que termine y Connor terminara mi relato por si no me siento con ganas de seguir, ¿Entendido? —Los cuatro asintieron de acuerdo. Dereck suspiro tomando su libreta de pasta negra que lo ha acompañado por años. —Mis padres querían un omega y lo tuvieron, fue una dulce niña omega de cabellos chocolates y de mejillas gordas. Era preciosa. —Tomó aire mientras sus hombros se tensaban. —Murió dos años después. Fue difícil para mi madre y ni hablemos del dolor que sintió ese hombre. Volvieron a intentarlo después de un tiempo por la desesperación que tenía el alfa, si es que podemos llamarlo de esa forma, pero fallaron trayendo un alfa más a la familia que jamás iba a lograr sanar el dolor del bebé anterior. Ellos no necesitaban otro bebé, si no ayuda, pero ese capricho estúpido de aquel hombre me ha causado ocho años de psicólogos entre psicólogos. —Suspiró relajando sus hombros sintiéndose molesto de repente. Un olor picante comenzó a salir de él causando que dos de los omegas se encogieran en su lugar. Connor sólo rascó su nariz sin darle importancia. —No estoy bien, no creo estarlo el día de mañana, pero de todas maneras no necesito sentirme bien para seguir viviendo.

Por qué es así, ¿No? Unos sufren y tienen que soportarlo hasta que llegue el momento de explotar y darle el valor necesario. Romperse, sufrir y después morir.

Al menos así lo veía el alfa mayor.

—Desde el momento de mi nacimiento ese hombre de aspecto asqueroso que me ha tratado como la mierda. Odiándome cómo si fuera mi culpa. ¿Qué culpa tengo de haber nacido así? ¿De no ser lo que quería que fuera? —Con su dedo índice comenzó a golpetear la pasta del cuaderno con desespero. —Intenté ser lo que él quería; actuar de forma delicada, dulce y amoroso, pero todo se fue a la mierda cuando gritó que jamás podría ser un omega porque era horrible. ¿Qué tiene que ver la belleza? ¿Por qué tenía que decirle eso a un niño de cinco que lo único que quería era recibir amor por parte de ese hombre?

𝐀𝐋𝐅𝐀 𝐘 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora