ᴇᴘɪ́ʟᴏɢᴏ

185 14 8
                                    

El sonido que hacían las hojas al moverse lograba calmar la tristeza que aún hacía en él. Sus brazos alrededor suyo dándose un abrazo, buscando aquella sensación de un cuerpo que lo envolviera, susurrándole que lo amaba. Pero ya no lo tenía, le había sido arrebatado de la noche a la mañana. Se había ido con un último suspiro que para él había significado un te amo.

El último te amo que salió de sus labios.

Ahora sí era un omega defectuoso, un omega que se sentía solo. Escondido en el parque que escondía emociones, encuentros, promesas y sobre todo amor. El amor que alguna vez fue proclamado a escondidas de los demás. Donde su odio jamás llegó.

Donde sólo fueron ellos dos en su lugar seguro.

Donde ya no había olor a playa. Donde ya no se seguían sumando más sueños.

Sólo quedaba el viento, y él, pero a veces ni siquiera él.

‹ Eres una mariposa, la más hermosa, la que siempre me ve y me hace sentir una obra de arte.

Quiero hablar de mí, decirte lo mucho que me haces sentir, de lo valiente que soy cuando se trata de ti.

Por eso hoy aquí, quiero pedirte de la forma más dulce, simple, pero sólo para ti, que seas mi todo, mi omega, mi mariposa... ¿Si? ¿Puedes ser todo lo que necesito? ¿Todo lo que me hace feliz?

Prometo que seguiré dando todo de mí para que tengamos nuestro final feliz.

Te amo, Liam. Te amo tanto, mi bella mariposa que vuela entre las flores, que por la noche se para sobre los faroles.

Te amo a ti. Sólo a ti.

—Zayn. Tu Zayn. ›

La puesta del sol se hacía cada vez más lenta, al igual que sus ganas de seguir viviendo. Haciéndolo más por obligación que por gusto. Porque a Zayn no le habría gustado ver que se rendía. No cuando luchó tanto por mantenerlo con vida.

Ahora siendo una mariposa que volaba junto con su abuelo muy lejos de aquí, siendo felices y libres, principalmente libres. Ambos cuidando su corazón desde lejos, gritando un te amo con cada aleteo. Y un te extraño en cada pensamiento.

Él no quería eso, no podía más con eso.

Él también los extrañaba como nunca se imagino hacerlo.

En medio de su banco solo, repleto de aire limpio y seguro.

Sabía que no estaba solo por completo, pero a veces le era tan difícil recordarlo cuando iba a la universidad y el asiento de Zayn era ocupado por otra persona. Cuando Dayana y Eric llegaban sin él. Cuando no había Zayn sentado a su lado tomando su mano. Le inevitable no recordar cuando ellos estaban juntos.

Después de un año el dolor seguía intacto, dándole su dosis de miseria diaria.

Escuchó pasos de aquella persona que solía venir acompañarlo para después llevarlo de nuevo a su cueva. —¿Cómo está ella? —preguntó sin apartar su vista del cielo, los colores anaranjados robándose gran parte de lo que antes era azul.

—Estable. La psicóloga le ha ayudado bastante en esto de recuperarse. —Aclaró su garganta aún detrás de él.

— Dilo.

—Ella quiere verte.

Liam negó, decidido a que aún no era el momento, no lo sentía de esa forma. No cuando aún la veía como una asesina. —No puedo.

—Ella puede esperar, mi niño.

—No sé cuando esté listo. —Bajó su vista a sus manos, al tatuaje que ahora adornaba su brazo derecho. Trazó cada línea con la yema de sus dedos, recordando la vez que hizo lo mismo con el de Zayn. Ha sido el mejor regalo de cumpleaños que ha recibido.

Poder tenerlo en su piel, aunque no fuera como quisiera.

— Me duele. — Lloró, siendo acompañado por la mujer que lo abrazaba por atrás. Pero que jamás llenaba el vacío que Zayn había dejado.

Porque dolía, porque seguiría doliendo a pesar de que todos los días ponía de su parte.

Pero ya no había más notas en su mesabanco, no más besos y palabras de aliento. No más puente ni lugar seguro, porque todo dolía, porque ardía.

Y él estaba ardiendo. Se estaba muriendo.

— Mi amor...

— No, sólo no digas lo que ya sé. No los menciones, no me hagas querer huir de aquí. Es– es todo lo que me queda de él, de mi Zayn. Y tú eres lo que me queda de mi abuelo, y me duele tanto, porque me siento tan vacío, abuela. — Se recargó en su pecho, gimoteando aún cuando intentaba ser duro, fuerte.

Pero él no era Zayn, no era ese alfa con apariencia de omega.

Su Zayn. Su novio.

Porque ahora Zayn era una mariposa, una de las más hermosas que adornaba las noches junto a su abuelo, allá arriba, donde no podían hacerles más daño.

Donde ni siquiera él podía tocarlos.

Donde él no les haría más daño.

fin.

𝐀𝐋𝐅𝐀 𝐘 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora